Las joyas históricas que suele utilizar la reina Letizia forman parte de un selecto y corto número de alhajas. Al contrario de lo que sucede con algunas de las joyas más relevantes de las monarquías europeas, los collares, pendientes, anillos o tiaras que están en propiedad de la Casa Real no tienen más de 200 años. Dos sucesos históricos están detrás de la desaparición de la gran mayoría de las piezas de joyería que estaban en manos de los monarcas españoles. Si bien el incendio del Alcázar, donde está el actual Palacio Real, acabó con buena parte de las joyas de la corona, fue la entrada del ejército francés en 1808 y los sucesos posteriores los que dejaron a los monarcas españoles sin alhajas. Las joyas fueron expoliadas y en Francia se les perdió la pista. No fue hasta el reinado de Fernando VII cuando se recuperó algo de lustre para el ajuar real.
Isabel II consiguió a lo largo de su reinado, entre 1833 y 1868, atesorar un buen numero de collares, broches, tiaras y pendientes… Algunos de ellos de gran valor. Pero el exilio tras la revolución de 1868 provocó que la gran mayoría de ellas volvieran a desaparecer de palacio. Tras su muerte en 1904, se produjo el reparto de lo que quedaba entre sus hijos, María Cristina de Habsburgo y su nieto Alfonso XIII.
La esposa de este último, la reina Victoria Eugenia, fue la encargada de velar por el ajuar de palacio a principios del siglo XX. E incluso lo incrementó con las piezas que recibió tras su boda. Por expreso deseo de ambos, quedaron vinculadas por testamento al Jefe de la Casa Real española y fue la condesa de Barcelona, la abuela de Felipe VI la que bautizó a este grupo de piezas como las «Joyas de pasar». Aglutina dos broches, dos collares de chatones, dos pulseras, un par de pendientes, una diadema de brillantes y varios collares de perlas.
Precisamente en ese selecto grupo se incluye la joya más valiosa que posee la Casa Real. Un exclusivo honor que corresponde a un collar de perlas de la reina Isabel II. Es sin duda la joya más antigua de la familia y su valor está relacionado con varias cuestiones. Para empezar, con su antigüedad. Se trata de una joya elaborada en la primera mitad del siglo XIX o incluso antes, porque los historiadores no han podido datar la fecha exacta de su creación. Fue un regalo de boda de Francisco de Asís de Borbón a su futura esposa, Isabel II. Y más allá de su valor histórico, hay que destacar el material con el que está creada. Al menos treinta perlas naturales de varios tamaños que conforman un collar único de un valor incalculable.
La dinastía Borbón tiene su presencia gráfica en una de las piezas más utilizada por la reina Letizia. Las tres flores de Lis que aparecen en la tiara elaborada por la casa Ansorena dan forma a la joya más representativa de la monarquía española. La reina Victoria Eugenia la lució el día se su boda con el rey Alfonso XIII y ha sido objeto de varias adaptaciones. Su parte más llamativa es el diamante de 10 quilates que se sitúa en el centro de su flor principal.
Aunque la reina Letizia guarda especial cariño a una joya que le regaló el rey Felipe VI en mayo de 2009, años antes de subir al trono. Se trata de una tiara creada también por la joyería Ansorena compuesta por 450 diamantes y 10 perlas. Al igual que sucede con la anterior, la flor de Lis es su principal característica gráfica y se puede utilizar como broche.
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