Hace tiempo que el término ‘blazer’ se instaló en nuestro vocabulario para sustituir a la tradicional ‘americana’ o ‘chaqueta de ejecutivo’ «de toda la vida». Y es que esta prenda es eso, una chaqueta de vestir con un corte más informal, por lo general larga, con solapas y botones, que según la época ha ido variando de estructura. No obstante, hablamos de una prenda de vestir con muchísimo significado y que jugó un papel fundamental en la historia de la moda y de la igualdad de la mujer.
Las blazer o bléiser originariamente fueron prendas de uso masculino que tienen su origen en la marina y en el mundo del deporte. De hecho hay quienes piensan que fueron las precursoras de las chaquetas deportivas por su versatilidad; aunque siguen ligadas irremediablemente al mundo náutico. Su uso femenino comenzó hace casi dos siglos, en Cambridge.
Corría el año 1837 cuando el capitán de equipo de remo de apellido Blazer, encargó la confección de una prenda diferente y llamativa para que los marinos recibieran en su nave la visita de la reina Victoria. Al parecer la chaqueta (azul marino y con botones) no solo gustó sino que su improvisado nombre saltó el océano, siendo reconocido desde entonces por las sociedades universitarias y los equipos deportivos de la Liga Ivy en Estados Unidos.
Nacía entonces un icono de la moda cuyo nombre deriva del verbo «to blaze», brillar en inglés; y que justificaría por qué es desde entonces parte del estilo preppy de estudiantes especialmente selectos.
No obstante, existe otra teoría sobre el origen de la blazer que versa sobre su nombre como sinónimo de encenderse y ligado al color rojo. Éste fue el tono de las chaquetas que vistieron en 1925 al equipo de remo del Saint John´s College de Maryland, Estados Unidos; y que (se supone) dieron lugar al uso generalizado de la prenda.
En cualquier caso, en 1870 la actriz Sarah Bernhardt comenzó a usar un traje de chaqueta para sus interpretaciones que supuso una auténtica revolución en París. Después de ella vinieron otros nombres propios del mundo del arte y la moda como por supuesto Coco Chanel que, aunque todavía con falda, confeccionó el primer traje de dos piezas para mujeres. Ligado íntimamente a ella destacó después Marlene Dietrich, valiente actriz que en la década de los años 30 lució trajes de pantalón y chaqueta incluso en varias de sus películas.
Y si hablamos de nombres propios que pusieron en valor el uso femenino del traje debemos destacar a Yves Saint Laurent, abanderado del feminismo en lo que a moda se refiere con la creación depurada de prendas especialmente sutiles, elegantes y femeninas. Con grandes hombreras, más o menos entalladas, con solapas más estrechas o sutiles, de diversos colores y materiales… la blazer se introdujo finalmente en el armario de las mujeres gracias a diseñadoras como Donna Karan que en los 90 logró el diseño de una prenda femenina, no una reinterpretación de una masculina.
Hoy en día no hay casa de alta costura o marca low cost que no incluya las blazer en sus colecciones. Una prenda polivalente, cómoda y universal que sobrevivirá sin duda al paso del tiempo, las modas y las tendencias. Así lo demuestran sus miles de interpretaciones y el hecho de que ahora se lleve… ¡hasta con mallas de correr!
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