El Buff, una prenda sencilla y práctica para todo tipo de aventuras
Si quieres cuidar tu cabeza, tu nariz, tus orejas, tu boca o tu cuello del frío y del viento, un Buff te permite conseguirlo rápidamente.
Esta prenda realmente se llama “braga”, pero es un nombre tan feo que se la conoce como Buff. Como ha ocurrido con Bimbo, Kleenex o Cola-Cao, la marca ha puesto nombre al producto. Jamás salgo de marcha sin un Buff en el bolsillo o en la mochila. Es sumamente versátil y con tan solo un golpe de muñeca puedes convertirlo de gorro a muñequera o de orejera a bufanda. Es muy práctico, no molesta nada y te protege sin quererlo de posibles enfermedades por el frío o por ese viento que parece que no hace nada pero poco a poco te machaca la garganta.
Hay Buff más ligeros, para utilizar en cualquier situación, con una tela fina y agradable, y otros más gruesos, con una parte de forro polar para reforzar el cuello en aventuras más extremas. Este año en la Ruta BBVA, en la ascensión al Nevado Quehuisha en los Andes peruanos, tuve la oportunidad de comprobar in situ el calorcito de mi Buff con forro polar que abrazaba suavemente mi cuello. Os puedo asegurar que a más de 5.000 m es una prenda muy valiosa.
Si salís de viaje, montáis en moto o, simplemente, para un paseo de invierno, no dejéis de meteros en el bolsillo un práctico Buff. Además los hay de muchos colores y con dibujos de lo más variado. Mi preferido es el azul maya con verde selva y la figura de un quetzal. Siempre lo llevo conmigo. ¡Es sensacional!