Just Tristana

Tal y como funcionan las cosas ahora, vamos a unos grandes almacenes a comer de la mano de cocineros estrellados, bailamos en una barbería y bebemos rioja reserva en un museo. A los mercados tradicionales ya no se va a hacer la compra: se la come uno allí mismo. Salir de casa a comprar unas gafas y volver matriculado en un curso de “sashimi sin secretos” es moneda corriente, e ir a comprar unas flores y volver con un ramo de peonías se convierte en una temeridad, por coherencia más que nada.

Casi nada tiene la función para la que fue creado, por lo que encontrar una propuesta como la de Goyo Fernández y Agustín Vivancos suena poco menos que a ciencia ficción: partir de una necesidad-gusto personal por un producto concreto, buscar los mejores proveedores y fabricarlo de manera artesana es de una fidelidad que desarma. Un proyecto alejado de tendencias y de rentabilidades económicas, siguiendo un estilo que es fiel reflejo de sus fundadores. Todo esto es Tristana. Apenas año y algo de vida buscando la excelencia, la exclusividad sin ostentación, puertos a los que se llega por cauces nada comunes: a través del desarme, creando algo sofisticadamente sencillo.

Ya había asomado Tristana a The Luxonomist, pero es ahora cuando nos acercamos a conocer la nueva colección de temporada de la firma en un encuentro con Goyo Fernández, que nos recibe sin la barba severa que fue su seña de identidad hasta hace nada de tiempo. Atento y cordial, charlamos con él en Just One, la tienda madrileña de la que es socio fundador y que desde 1997 ofrece una selección muy cuidada de firmas de moda para hombre y mujer.

En este espacio es donde se presenta de manera temporal el producto: un recital de tejidos sublimes que cobran vida en chaquetas y algún abrigo corto. Y ya. Aquí se acaba la colección, porque no se trata de cubrir una necesidad de vestimenta o sastrería completa, sino de crear un elemento que se acerca más a icono que a prenda en sí.

Cashmere. Lana vicuña. Investigaciones en cashmere y visón. Tejidos con los que trabajan gracias a un acuerdo con el proveedor Loro Piana, leyenda italiana de la confección. Y en colores, el azul que va del índigo al marino. Gris. Verde seco. Algún cuadro. Misma combinación ganadora para ella y para él. Probamos las prendas. Ligereza, confort, cero ataduras, y volvemos sobre nuestros pasos: una búsqueda de la exclusividad prescindiendo de todo, o casi: 415 gramos de peso que se traducen en una ausencia de forros, de entretelas, de hombreras.

Chaquetas estructuradas a golpe de hilván, hombros cincelados a mano. Hilo, aguja y puntada. Tres eran tres. E infinidad de pruebas previas que dan lugar a estos modelos que son eso, muestras que luego cobran vida en la prenda que la persona lleve. Sastrería personal y personalista que da forma a una chaqueta proporcionada en hechuras y volumen. Y sin arrugas, porque estas telas no se arrugan, no, ni se deforman.

La firma no se rige por las reglas del mercado ni funciona en terrenos conocidos. No hay tiendas, no hay etiquetas y tampoco campañas publicitarias. Viendo las fotografías que acompañan a estas letras queda claro el argumento: el disfrute del lujo en un plano personal y privado. Quien otorgue valor a la calidad suprema en la que se mueve esta idea, sabe dónde encontrarla. Para todo lo demás…

*Fotografías: Marta Sg/ @miradasdepaso *Just One está en la Calle Villanueva 28, Madrid. 28001. Telf. 91.577.1265.