Hazte con la primera línea de la playa (sin madrugar)
Cientos de zombies salen de sus apartamentos playeros a las siete y media de la mañana para clavar la sombrilla en primera línea.
Los habrán visto. Seguro. Legañosos todavía, caminando a tientas y sin hacer ruido en la semi oscuridad, con los ojos entrecerrados espiando el paso del enemigo que avanza en líneas paralelas hacia el mismo objetivo, cargando en manos y espalda la última tecnología para la batalla que se va a desarrollar en los próximos minutos, cientos de zombies salen de sus apartamentos playeros a las siete y media de la mañana para clavar la sombrilla en primera línea.
Con gestos automáticos y precisión mecánica, desenfundan, clavan, enroscan y abren. No se miran. Tienen miedo. O vergüenza. O respeto. Vaya usted a saber qué. Pero secretamente envidian a los dos especímenes que en este amanecer, junto a la sombrilla, han traído también un par de tumbonas tamaño extra grande. De ellos –en realidad de sus descendientes- será el reino de la brisa marina durante toda la jornada.
Colonizada la primera línea, el pelotón de la tercera edad abandona mudo y cabizbajo la arena húmeda y camina a paso lento hacia el paseo marítimo. No tienen prisa. Hasta las ocho no abren ni la panadería ni el quiosco y no se les pasa por la cabeza subir al apartamento sin el pan del desayuno. Cuenta la leyenda que a uno, una vez, se le olvidó, y que los gritos de hija, yerno y nietos aún resuenan en las noches sofocantes.
Pero este año tengo la venganza.Se me ha ocurrido una idea.Una idea de tres metros de ancho por dos metros de largo. Una idea de cinco metros cuadrados de playa para mí solita. Y un negocio.
Voy a ponerme a la salida de las discotecas y voy a repartir sábanas de playa extragrandes Ôbaba(de las que nos habló recientemente Eugenia Marcos) entre los adolescentes que quieran ganarse un dinerito. Les diré “clavadlas en primera línea –que para eso llevan unos prácticos ganchos-, tumbaos encima –cabéis cinco o seis- y dormid tranquilitos”. En una horas, cuando llegue la marabunta, el precio de esos espacios irá subiendo como la espuma. Ya os despertaré cuando alcance un precio conveniente. Y Fifty-Fifty.