La primera dama de la moda estadounidense

El equilibrio y la naturalidad es el sello de esta primera dama, que se resiste al papel meramente decorativo de un consorte presidencial.

Dori Toribio. 14/10/2014

«La moda es mucho más que unos zapatos de tacón bonitos. Es una pasión, una carrera y una filosofía de vida para muchas personas en este país». La primera dama estadounidense, Michelle Obama, daba así la bienvenida a 150 jóvenes estudiantes de diseño a la primera jornada dedicada a la moda en la Casa Blanca.

En el corazón de la celebración, un taller educativo impartido por los nombres más destacados de la industria: desde los diseñadores Diane von Furstenberg, Narciso Rodriguez, Zac Posen, Maria Cornejo, Jason Wu o Prabal Gurung, a la cúpula ejecutiva de Jimmy Choo o la todopoderosa editora de Vogue en Estados Unidos, Anna Wintour.

La idea de organizar este evento había rondado la cabeza de Michelle Obama desde hace meses. A ella le gusta la moda. Siempre se ha confesado encantada de ser la musa de muchos diseñadores estadounidenses, suele apostar por las firmas nacionales y no tiene ningún miedo a arriesgar y a confiar en jóvenes diseñadores brillantes, a los que lanza al estrellato al segundo de enfundarse sus creaciones.

Así que la primera dama pensó que les había llegado la hora de devolver el favor. Y convocó a los grandes de la moda para que enseñaran a los más jóvenes que los sueños se hacen realidad, pero sólo si uno trabaja duramente para ello.

Repartidos en cinco talleres, los estudiantes escucharon durante toda la jornada consejos de sus admirados maestros sobre cómo triunfar en el diseño, de dónde llega la inspiración, qué materiales evitar, cómo especializarse en el periodismo de moda o qué papel juegan las nuevas tecnologías en la industria. «Estáis en la Casa Blanca, junto a algunas de las personas más importantes de la moda. Están aquí para enseñaros. Y hasta hay comida. ¿Qué más se puede pedir?», comenzaba diciendo Michelle Obama en un tono distendido y cercano.

«La fórmula para triunfar es bien simple: educación y trabajo duro. No tengáis miedo a los riesgos ni los fallos». Los jóvenes apenas tuvieron unas horas para estar junto a los grandes nombres de la industria. Pero muy bien aprovechadas, a petición expresa de la primera dama, que recordó a los estudiantes que no todos los días se va a la Casa Blanca. «Esto es una oportunidad, es una puerta. No os sentéis aquí a comer y después a echar una siesta hasta el próximo taller».

Michelle Obama recomendó a los jóvenes estudiantes que pidieran contactos directos a los invitados, que les escribieran después y demostraran su iniciativa, que no se quedaran de brazos cruzados esperando a que llegara el éxito profesional, sino que salieran en su busca, dentro de una industria muy competitiva que mueve millones de dólares al año.

Y puso como ejemplo algunas de tantas historias de emprendedores que nunca tiraron la toalla. Como la estadounidense Sara Blakely, la creadora de la milagrosa y hollywoodense faja Spanx, con la que ha arrasado en medio mundo, pero cuya idea le costó mucho vender. Por cierto que la primera dama no tuvo ningún reparo en admitir que también la usa y lo hace encantada. «La moda juega un papel importante en mi seguridad en mí misma. Mi capacidad de hacer mi trabajo está muy vinculada a cómo me siento con lo que llevo puesto».

Michelle Obama ha regalado grandes momentos para la historia a muchos diseñadores estadounidenses. Desde aquel vestido rojo y negro de Narciso Rodríguez para la noche electoral en la que Barack Obama se hizo con la Casa Blanca en 2008, a los trajes de gala de Jason Wu para los dos bailes inaugurales. La actual primera dama ha demostrado una y mil veces que opta por alejarse de la tradición de Washington en términos de moda.

Lejos de uniformes tópicos de esposa política, escoge con frecuencia colores vivos, diseños espectaculares y hombros descubiertos, luciendo su aclamada buena forma física. Tampoco ha tenido nunca reparos en admitir sus grandes errores, como aquellos pantalones cortos a bordo del Air Force One, que tantas críticas le costaron, o de responder a los que la acusan de apostar por diseñadores internacionales para importantes cenas de Estado.

El equilibrio y la naturalidad es el sello de esta primera dama, que se resiste al papel meramente decorativo de un consorte presidencial. No se trata sólo de lucir grandes diseños. Sino de impulsar a la industria de la moda estadounidense y empoderar a los jóvenes que escojan ese camino. Con esta jornada dedicada al diseño en la Casa Blanca, Michelle Obama da un paso más e incluye la moda en la agenda presidencial. Tiende primero una mano a los estudiantes y lo celebra después con la élite. No en vano ya muchos la llaman la primera dama de la moda estadounidense.

Relacionados

Últimas noticias

Subir arriba

Este sitio utiliza cookies para prestar sus servicios y analizar su tráfico. Las cookies utilizadas para el funcionamiento esencial de este sitio ya se han establecido.

MÁS INFORMACIÓN.

ACEPTAR
Aviso de cookies
Versión Escritorio