4 trucos para que tus hijos te hagan caso

No siempre el autoritarismo funciona, y menos con los niños. Hay que entenderles y saber cómo darles ciertas órdenes para que ellos decidan.

Patricia Peyró. 17/08/2016

A casi nadie nos gusta hacer lo que nos mandan. Preferimos decidir libremente qué hacer en vez de sentirnos sometidos. Esto lo saben muy bien los psicólogos que, con frecuencia, utilizan la llamada ‘intención paradójica’ pidiendo precisamente lo contrario a lo que pretenden conseguir. Los padres lo usamos muchas veces sin darnos cuenta, ya que con niños funciona especialmente bien: «No abras ese cajón”, “no le digas nada a tu padre”… Son ejemplo de comandas de una madre a su hijo que garantizarán que el niño abra el cajón y que ‘cante como un ruiseñor’, contándoselo todo a su otro progenitor.

Dar ódenes no suele ser la mejor 'técnica' para que los hijos nos hagan caso
Dar ódenes no suele ser la mejor ‘técnica’ para que los hijos nos hagan caso

Las órdenes indirectas se acatan mejor. Diríamos que son aquellas a las que uno llega por su propia conclusión y no porque se lo diga nadie. Cuando se pretende conseguir algo de alguien, lo mejor es alejarse del autoritarismo y convertirlo todo, en la medida de lo posible, en sugestiones que hagan que el otro llegue a nuestra propia idea por sí mismo. Lo mismo sucede a la hora de aprender lecciones vitales: lo que el niño interiorice a partir de una lectura moralizante, eso que se llevará, creyendo que lo ha aprendido por su cuenta.

Sus rabietas no deben ablandarte
Sus rabietas no deben ablandarte

La educación necesita muchas de estas tretas: mucha mano izquierda y mucho dar la vuelta para que el niño observe, aprenda y asimile lo que es correcto. Muchas veces, padres y educadores nos empeñamos en repetir una y otra vez, insistiendo sin éxito en procedimientos que no funcionan, sin darnos cuenta de que contamos con recursos indirectos y de gran valor para conseguir el mismo resultado.

Intenta razonar con ellos, funcionará mejor
Intenta razonar con ellos, funcionará mejor

¿Cómo mandarles mensajes sin que se den cuenta?

1. Ponles películas. Uno de estos recursos es el cine. Una buena película puede obrar milagros y encargarse de transmitir todas esas moralinas que se negarán a escuchar de nuestra propia boca, pero que aceptarán de buen grado si lo interiorizan ellos mismos. La industria del cine para niños se encarga de producir películas cargadas de mensaje y que sirven como vehículo para canalizar sus emociones, así como para proyectar sus propios comportamientos. Elegir la película pasará por conocer sus preferencias, sus héroes personales o la temática que queramos tratar: ¿rebeldía?, ¿bullying?, ¿justicia y bondad? Disney y Pixar lo utilizan constantemente en sus producciones más exitosas, trayendo temas como la rebeldía, la solidaridad, la amistad o la gestión de emociones.

Muchas películas contienen mensajes muy positivos para los peques
Muchas películas contienen mensajes muy positivos para los peques

2. Regálales libros. Los libros, con sus historias, son capaces de evocar emociones, sentimientos y podrán hacer volar su imaginación, además de favorecer la proyección propia y la asociación libre. La literatura infantil y juvenil está muy estudiada para penetrar en la psicología del niño y, en el caso de los adolescentes, consigue hacer que conecten muy bien con determinados personajes a los que los jóvenes terminan por idolatrar, por presentar conflictos similares a los que entienden como propios. Averigua quiénes son sus ídolos y elige los libros en función de los personajes. No hay más que leer un libro de un autor y super ventas como pueda ser Blue Jeans, para entender la forma en que los chicos pueden empatizar con sus protagonistas.

Descubre sus gustos y regálale un buen libro este verano
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3. Haz llegar a sus oídos historias ‘convenientes’. No es lo mismo decírselo tú, a que lo oiga él. Y sabiéndolo, podemos utilizarlo a nuestro favor, por ejemplo, manteniendo una conversación con nuestra pareja cuando sepamos que el niño está escuchando (y sin que sepa él que sabemos que escucha). Podremos poner ejemplos en nuestra conversación -falsos o no- que le hagan reflexionar sobre sus comportamientos, sobre las consecuencias de sus actos o sobre el tema que nos convenga tratar.

A veces decir lo contrario de lo que queremos, es muy útil
A veces decir lo contrario de lo que queremos, es muy útil

4. Usa la intención paradójica. Aplicarlo en su forma básica es tan sencillo como pedir justo lo contrario a lo que queremos conseguir, y de esta forma introducir ese elemento inesperado con efecto contundente sobre las conductas inapropiadas de los niños. La técnica, inventada por el psiquiatra y logoterapeuta austríaco Víctor Frankl en los años 30, supone una respuesta contraria a las expectativas del niño, sobre todo en referencia a lo que creen que se espera de ellos, sucediendo como consecuencia un cambio en la forma de vivir la situación y afrontar el problema.

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