En el asunto de la alimentación saludable los niños van pasando por etapas. Cuando son muy pequeños es una gozada poderles dar todo tipo de verduras en el puré, y ellos ni se enteran. Pero con los años, los niños van cogiendo manías con la comida y desechando la ingesta de determinados alimentos. A la vez, van prefiriendo otros, mucho menos recomendables y amigos de la obesidad infantil, al estar llenos de azúcares, harinas refinadas, grasas y aditivos. Así y todo, las posibilidades son múltiples. Tenemos desde el niño «estomaguillo» que parece alimentarse del aire y se le olvida que tiene que comer, hasta el niño tragón que se abalanza a por la cuchara.
Ninguno de estos modelos tiene que preocuparnos en principio si el niño está sano y el pediatra no nos dice nada. Lo que sí ha de ser motivo de intranquilidad es observar una relación anómala del niño con la comida. ¿Cómo debes actuar si tu hijo está obsesionado con la comida? ¿Cómo hacer que no vaya a más y se convierta en un niño gordo?
En un mundo de marketing «healthy» y de culto a la belleza como el nuestro, es fácil que cualquier niño se sienta influido y desee cuidarse, sobre todo a partir de la adolescencia. En este sentido, la alimentación constituye uno de los epicentros para convertirse en aquello que la publicidad nos quiere vender, fundamentalmente ser guapo, delgado y fit. Así dicho, tampoco parece tan mala influencia el deseo de verse bien y estar en forma comiendo sano y haciendo deporte. ¿En qué momento ese buen hábito alimentario se convierte en un problema o en una obsesión?
La doctora y psicóloga del equipo de Top Doctors Margarita Corominas Roso pone el foco en el equilibrio como pista fundamental para detectar anomalías en las actitudes hacia la comida y la conducta alimentaria. «No debe comerse ni por exceso ni por defecto». Señala, asimismo, que la alimentación y las dietas deben tener efectos saludables en el cuerpo, pero también en la mente. Es decir, deben hacerse sin compulsividad ni duras renuncias. «Si este comer sano se convierte en algo rígido, que condiciona en negativo su conducta, y se le ve angustiado, enfadado, depresivo o que dificulta sus relaciones interpersonales, entonces está restringiendo otros placeres que había en su vida y se está convirtiendo en un hábito alimentario perjudicial y de tipo obsesivo», recalca Corominas.
Muchas veces son los propios padres los que siembran la semilla de la obsesión por la comida en los niños. Tal vez te reconozcas en alguno de estos comportamientos:
Algunos niños se obsesionan desde muy pequeños, y no hacen sino pedir comida y estar picando todo el día. Este hecho pone en una situación muy difícil a los padres. Por un lado, sienten pena por no satisfacerlos en un impulso que parece tan básico. Por otro, se dan cuenta de que algo no va bien, y de que es un hábito insostenible. Sobre todo cuando los niños tienen sobrepeso o son, directamente, niños obesos.
¿Por qué algunos niños comen compulsivamente? Cuando eso sucede, su petición poco tiene que ver con el hambre. El motor que les impulsa a comer será, habitualmente, la ansiedad. Tengamos en cuenta que, el hecho de comer en sí mismo, es incompatible con la ansiedad.
Por eso mismo muchas veces los adultos nos recompensamos un mal día con comida, con algún dulce, o nos saltamos la dieta ante un contratiempo estresante. Otra de las razones por las que un niño quiere picar a todas horas es el aburrimiento, por desgracia algo muy habitual en estos extraños tiempos de confinamiento y de salir poco. Poner freno a este hábito tan pernicioso para la salud pasará por tratar de paliar las situaciones subyacentes de ansiedad y aburrimiento.
En psicología se habla incluso de «hambre emocional» o «necesidad oral». Si ves que tu hijo está obsesionado, tal vez esté nervioso, triste o aburrido. Habla con él y sugiere alguna actividad lúdica en tu compañía. Hacer deporte o ir a dar un paseo será lo mejor. Como actividad de interior, los juegos de mesa o las manualidades le ayudarán a centrar su atención en otra cosa. Una tercera opción es cocinar juntos: esto puede ser una buena idea para enseñarles el valor de los ingredientes saludables e introducir el tema de conversación sobre los riesgos de la comida basura.
La pediatra y divulgadora americana Jennifer Trachtenberg nos invita a controlar el mal hábito compulsivo infantil de la comida con algunos consejos:
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