¿Cómo afrontar el tabú de las madres insatisfechas?

Identificar y reconocer la frustración será el primer paso para no dejar que esta situación afecte a los niños.

Patricia Peyró. 07/05/2019

Acabamos de celebrar el Día de la Madre en una jornada marcada por el sol, los dibujos infantiles y las sonrisas. Pero aún con el eco de sus “te quiero” en la memoria, comenzarán a resonar en algunas mujeres ciertas punzadas de insatisfacción, propias de la ambivalencia que es el día a día de muchas madres. La realidad apunta a que la verdadera maternidad poco tiene que ver con las fotos del marketing de felicidad impuesta en los últimos tiempos.

Lejos de ello, algunas madres ya han comenzado a reconocer que existe también un lado oscuro de la maternidad en la que hay mucho de renuncia y de frustración. La cuestión más importante no será tanto la existencia de un cierto desengaño, aunque sea a ratos, sino el ser capaz de controlarlo para que no perjudique a nuestros hijos.

Por más que trate de ocultarse, la maternidad tiene un lado de renuncia

Los sentimientos negativos son 100 % normales

El revuelo de la campaña de El Corte Inglés es un ejemplo del modo en que la maternidad se vive de una forma totalmente subjetiva. Este rezaba los siguientes enunciados:

  • 97 % entregada.
  • 3 % egoísmo.
  • 0 % quejas.

Algunos han acusado a los grandes almacenes de levantar ampollas con una imagen de las madres arcaica y sometida a la tiranía del patriarcado. Otros, sin embargo, incluyendo la propia empresa, han visto en esa foto una expresión de todo lo contrario: lo completa que es la figura de la madre, capaz de abordar la dificultad de la maternidad, más todo lo demás (trabajo y carrera profesional, pareja…).

Los sentimientos negativos coexisten con los positivos en la maternidad y es un hecho normal en cualquier mujer

Esta indignación no se ha generado, sin embargo, en otras campañas en la que se eleva la condición de madre al sacrificio extremo, sino que por el contrario recibieron en su momento el reconocimiento unánime de la dificultad que conlleva un trabajo que es 100 % a tiempo completo e incondicional. Tal ardua tarea lleva implícito, por supuesto, muchos sentimientos de frustración y desesperación que cohabitan con otros de intensa satisfacción por el amor que se tiene a los propios hijos.  Negar esta dualidad no lleva a ningún sitio y es engañarse. Reconocer la existencia de esta dualidad tampoco significa ser arcaico o machista.

La falsa entrevista de trabajo

Hace un par de años se hizo un experimento social por el que se puso un anuncio para un puesto de trabajo, realizándose después una entrevista remota a través de la webcam. Antes de definir el puesto se ponía al candidato al límite, generándole diversos sentimientos, desde la indignación hasta la risa, acerca de la dificultad y el sacrificio que entrañaba dicha posición laboral, que resultó no ser otra que la de madre. El vídeo viralizó, como no podía ser de otra manera, y la lectura de la mayoría no fue la de suponer una grave ofensa a la figura de la mujer, sino la de estar de acuerdo con ello.

Dar el paso y reconocer los sentimientos

Reconocerlo ante una misma será el primer paso para poder conciliar la vida que en algún momento soñamos tener con la que, de hecho, tenemos ahora. “Una mujer que se convierte en madre, muy a su pesar, no es todo lo libre que le gustaría ser, ya que muchas viven condicionadas por lo que la sociedad (e incluso su propia familia) espera de ella como madre”, afirma desde Burgos Mónica García, coach de desarrollo personal y directora del centro El Factor Humano.

Conocerse y aceptarse ayudará a superar los malos ratos de la maternidad

“Pensamos que podemos escoger qué maternidad queremos vivir, pero eso no es del todo cierto. Muchas mujeres llegan a mi consulta tras años viviendo su maternidad como otros esperan de ellas, no como ellas realmente quieren”. Su consejo va en la línea de reivindicar una maternidad  más actualizada a nuestros tiempos, en la que ya no existe una figura de la madre ideal, sino más bien de una mujer real que se sabe imperfecta, pero que se acepta y procura mantener en sí misma el rol de madre, pero también otros muchos roles. Para conseguirlo, habrá que rebajar los niveles de presión y autoexigencia. “El peligro aquí es muy conocido: la aspiración a la perfección, que luego nos da por decir que no existe. Pero sí existe en nuestra cabeza, y además la declaramos inalcanzable”, advierte García.  Por ello recomienda a las madres sustituir el hacerlo bien por “hacerlo siempre lo mejor posible”.

La conciliación comienza en una misma

“El gran reto de toda mujer en cualquier sociedad es la conciliación entre la maternidad y la vida laboral, y esa conciliación se logra desde la seguridad, desde la serenidad que te permite vivir cada momento y cada etapa”.  Estas son palabras de Ada Rahn, mentora de mujeres que buscan aumentar su potencial de crecimiento personal, la expansión de su consciencia y su transformación. Como promotora de la plataforma “Mujeres Infinitas”, aconseja ser coherente con quien somos en realidad.  “Para poder vivir la maternidad que realmente desea, una madre requiere primero conocerse, aceptarse, y sentirse bien consigo misma. Cuando te eres fiel, aprendes a respetar tus ideas y comienzas a vivir en función de ellas, en lugar de dejarte guiar por lo que dicta la sociedad”.

Se debe poner remedio si existe un malestar permanente, pidiendo ayuda profesional e involucrando al otro progenitor

El efecto de la frustración materna en los niños

Es evidente que nadie vive de forma lineal ni es presa de una felicidad constante.  Ni siquiera las madres, por más que intenten ponerle al mal tiempo buena cara frente a sus hijos. Por eso cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿Cómo afecta a los niños el que su madre esté frustrada e insatisfecha?

La psicóloga Graziella Camacho advierte del efecto negativo que puede tener en los hijos una situación de perpetua crisis personal o insatisfacción en su madre, por ser la primera figura socializadora y principal referente en el que fijarse.  “En la medida en que esté frustrada, los hijos aprenderán a socializar con los demás desde el malestar”. Se producirá en ellos una especie de efecto esponja. “El estado anímico negativo de la madre genera un clima en la familia que se enrarece y estos niños crecerán con la misma ansiedad y frustración que tenga la madre. Si la madre no está bien, tendrá muchas dificultades para educar emocionalmente bien a sus hijos, porque uno no puede dar lo que no tiene.  Por tanto, esos niños tendrán muchas posibilidades de crecer con baja autoestima y con problemas de carácter emocional”.

La maternidad debería considerarse una oportunidad y no una lacra personal

Otro de los riesgos que tiene la insatisfacción crónica de la madre será el que los pequeños puedan llegar a sentirse responsables de ello, por más que no sea así. «Los niños nunca son culpables de los problemas de los adultos. Son inocentes”, nos recuerda Camacho. “Lo que sí puede pasar es que lleguen a creerse culpables de lo que le ocurre a su madre, hecho que afectaría de forma negativa a su autoestima y  personalidad en un momento clave de su proceso de desarrollo, pudiendo causarles inseguridad y problemas de retraimiento social”.

Ser madre implica asumir consecuencias y responsabilidades de forma madura

“Si no estás bien, pregúntate qué es lo que está fallando en tu vida”, aconseja Graziella Camacho. La clave será buscar soluciones al problema y nunca hacer sentir culpables a los niños.  Este consejo se aplica especialmente a las madres primerizas. “Hoy en día las mujeres estamos más preparadas y cualificadas para desarrollarnos profesionalmente que para ser madres, tarea para la que nadie nos ha formado. Para una madre primeriza, la maternidad implica enfrentarse a una situación novedosa con muchas demandas y pocos recursos para afrontarlas, lo cual genera estrés. Si este estrés no mejora pasado un tiempo, en muchas ocasiones puede degenerar en una indefensión aprendida, afectando a la autoestima y generando sentimientos depresivos e inestabilidad anímica”, advierte.

En la actualidad buscamos una maternidad actualizada en la que la mujer mantiene activos muchos más roles y se cuida a sí misma

Una de las mejores maneras de poder disfrutar de todos los lados de la maternidad (los buenos y los malos) estará en el autocuidado. “Para querer bien a nuestros hijos un principio fundamental es el querernos a nosotras mismas, en primer término”, asegura la psicóloga. “Como mujer,  no te olvides de ti misma y de atender a tus necesidades. Hacer ejercicio físico, alimentarse bien, dormir, seguir relacionándote socialmente y mantenerte activa intelectualmente te ayudarán a sentirte bien y harán que tus hijos beban de esa misma fuente”. Y nos recuerda también cuál es el lado más bonito de la maternidad: Los niños no te tienen que quitar la vida, sino que la enriquecen. Una de las obras más importantes que una persona tiene en sus manos  es la oportunidad de moldear a sus hijos desde el cariño, las emociones positivas y el afecto”.

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