Si tus dolores de cabeza vienen motivados por una inseguridad focalizada en tu propia persona, es el momento de enfrentarte a ella. Se trata de ese lado oscuro que todos tenemos, tan poco realista como limitante, y que se fija en lo peor de nosotros mismos. Si te sientes secretamente acomplejado, por nimio que parezca, te conviene reflexionar sobre dónde está la raíz del problema. Y nada mejor para superar los miedos y complejos que confrontándolos.
¿Cómo? Definiéndolos, desde luego, pero también abrazándolos como una parte más de ti mismo. Aprende a combatir tus fantasmas y enfréntate a tus peores complejos psicológicos como arma para superarlos.
Los complejos son un tipo de pensamiento desfavorable sobre uno mismo que hace sentir mal a la persona con tales ideas. Su principal característica suele ser que se focaliza en algo muy concreto y tiende a magnificarlo. Como resultado, se producen pensamientos distorsionados que pueden llegar a influir negativamente en las personas, condicionando aspectos tan básicos como las relaciones personales y de pareja, o incluso las laborales.
Por definición, no se basan en datos reales, sino que suponen exageraciones desorbitadas acerca de lo que se empieza percibiendo como un pequeño defecto, pero que va aumentando en magnitud cada día, hasta convertirse en algo que en ocasiones llega a ser una verdadera tara.
Sin ser exactamente lo mismo, tienen mucho que ver lo uno con lo otro, puesto que, cuanto más inseguro seas, más complejos tendrás. Pero también sucede lo contrario: que cuanto mayores sean tus complejos, más te harán dudar de ti mismo, restándote seguridad. Lo que es evidente es que, detrás de todo complejo, hay una inseguridad.
Afortunadamente, existen maneras de combatir el demonio de la autocrítica y de las dudas acerca de uno mismo. Al menos, merece la pena intentarlo, ya que las consecuencias de la inseguridad nunca son buenas y se manifiestan de varias maneras:
Aunque todos tenemos complejos en mayor o menor medida, la persona que es más cobarde o evitativa de lo normal generalmente lo sabe, porque está harta de contar el número de veces que se ha perdido algo importante, siempre por la misma razón: el miedo al ridículo, al fracaso o, simplemente a la sensación de rechazo. Saber si eres inseguro en ese sentido es tan sencillo como responder a una pregunta: ¿Tus complejos interfieren en la consecución de metas importantes? Si la respuesta es afirmativa, deberás trabajar psicológicamente en el problema.
Tener complejos es normal, como decimos, porque en el fondo responde a la vulnerabilidad humana de errar en la búsqueda de la adecuación y de la perfección, muchas veces a causa de la presión social. Lo que no debemos permitir es que esos complejos nos afecten en lo importante, y por ello debes definir es lo que es relevante para ti: una relación, un puesto de trabajo, un objetivo deportivo, el reconocimiento social… Cambiar esos miedos que a veces te hacen fracasar se conseguirá cambiando la percepción de los acontecimientos y, sobre todo, la que tengas acerca de ti mismo.
Las personas inseguras tienen miedo a casi todo, y no se ven capaces de enfrentarse a las situaciones que les agobian o generan malestar. Motivadas por esta forma de pensar, comienzan a evitar las situaciones que se alejan de su control o que no saben manejar, entrando en un círculo vicioso del que es difícil salir, porque nunca se dan la oportunidad de demostrarse a sí mismas que sí que son capaces de enfrentarse con éxito a esa situación.
A pesar de que una retirada a tiempo puede ser la mejor victoria, con la inseguridad y los complejos no sucede así, sino más bien al contrario: con el tiempo, y a la par que se van acumulando situaciones temidas y evitadas, se van acumulando también el sentimiento y la sensación de no ser capaz de, que van mermando la autoestima a pasos agigantados.
Tener complejos no implica necesariamente tener un sentimiento de inferioridad. Es verdad que son pensamientos que parecen tener vida propia y que son difíciles de controlar, porque centras toda tu atención en ellos y no ves otra cosa. Y aunque a veces pueden ser un obstáculo, en ocasiones, también pueden ser un incentivo para esforzarte más y abrir de esta manera nuevas vías de realización. Toma nota de estos consejos para superarlos:
Los pensamientos están en el origen de tus emociones, y tus comportamientos obedecen los dictámenes de tu estado de ánimo. Por tanto, debes cambiar esos pensamientos acomplejados por otros más constructivos y que te ayuden a superar los problemas. Por ejemplo, si tu pensamiento es el de Esta chica tiene más éxito que yo porque tiene un cuerpazo, cámbialo por el de ¿Qué puedo hacer para mejorar mi cuerpo?
Aunque cuando uno está convencido de ser “feo”, o de ser un “perdedor” en la vida, lo último que le apetece es que le convenzan de lo contrario, es una táctica infalible. Si contrastas el pensamiento que te atormenta con la opinión de los demás, te llevarás una buena sorpresa al descubrir que la importancia que le das a tus defectos realmente no la tiene. Otros puntos de vista te ayudarán a conseguir un pensamiento más objetivo.
Nada peor que quedarte en casa rumiando tus complejos. Por el contrario, conviene centrarse en los amigos y en las relaciones sociales y afectivas. Con ello conseguirás distanciarte un poco de todos estos problemas, e incluso superarlos, en la medida en que compruebes que existen otras cosas en la vida por las que preocuparse y que, además, son divertidas. Mejora tu autoestima rodeándote de la gente que te quiere.
Actívate y apúntate a nuevas actividades con las que puedas llenar tu tiempo y tal vez descubrir nuevas posibilidades que supongan un reto para ti. No temas la falta de experiencia, manteniendo la típica actitud insegura que pretendes combatir, y atrévete con materias nuevas o retoma esas viejas aficiones que en su día te hicieron feliz: clases de música, de pintura, o montar a caballo. Tú eliges.
Basar tu valía únicamente en lo físico no te va a llevar a nada bueno, sino a obsesiones y objetivos poco realistas que posiblemente no consigas o que, de conseguirlos, te dejarán igual que estás ahora. Organiza tu jerarquía de valores. Por ejemplo, ser delgado o tener dinero es ideal, pero realmente tanto lo estético como lo material deben ocupar un lugar razonable entre tus objetivos vitales, y en ningún caso debe ser la pauta que guíe tu toda existencia.
Es inteligente el sacarse el máximo provecho. ¿Cúales son tus puntos fuertes? Si sabes sacar partido a estas virtudes, podrás compensar fácilmente aquellas parcelas en las que no eres tan agraciado. Desarrollar tus capacidades te hará sentir seguro, como mínimo, en esas áreas, por lo que no lo dudes, y aplícate. Además de sorprenderte a ti mismo, provocarás la admiración de los demás y quizá dejes de estar acomplejado.
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