Antes, al Día Internacional de la Mujer se le llamaba Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Y es que su origen se remonta, precisamente, a una serie de revueltas obreras iniciadas a finales del siglo XIX. Por aquel entonces, en la era de la revolución industrial, muchas mujeres ya trabajaban, pero no tenían derechos: ni voz ni voto, literalmente hablando. Afortunadamente, y piano-piano, la mujer ha ido adquiriendo derechos no sólo en el trabajo, sino en todo lo demás. Esto alberga no sólo la igualdad de oportunidades, sino también la de género a través de la erradicación de la violencia machista.
Al menos, esas son las ideas y objetivos definidos desde el año 1975. Cuando la ONU señaló el 8 de marzo en el calendario como día oficial para celebrar la causa femenina. Este año, la celebración del Día Internacional de la Mujer 2021 será algo diferente a la vivida anteriormente debido a la pandemia. Sea como sea, con o sin manifestaciones, este año tampoco dejaremos de celebrarlo, enmarcándolo, eso sí, en la realidad más inmediata de la Covid-19.
Para la celebración del Día Internacional de la Mujer 2021, la ONU ha elegido como lema “Mujeres líderes: Por un futuro igualitario en el mundo de la Covid-19”, señalando el enorme papel que están teniendo mujeres y niñas en el combate contra la pandemia. Según afirman desde este organismo internacional, “las mujeres líderes y las organizaciones de mujeres han demostrado sus habilidades, conocimientos y redes para liderar eficazmente los esfuerzos de respuesta y recuperación ante la Covid-19”. Prueba de ello es que algunas de ellas están en primera línea de las actuaciones políticas más valoradas a nivel internacional.
Tal es el caso de Dinamarca, Finlandia y Nueva Zelanda, por ejemplo, con jefas de estado que han reaccionado ejemplarmente para hacer frente a esta crisis mundial. Sin embargo, y a pesar de que actualmente la contribución femenina está más que aceptada, por “aportar experiencias, perspectivas y habilidades diferentes indispensables en las decisiones políticas y leyes”, resulta llamativo que sólo 20 países del mundo tengan como su mayor mandatario de gobierno a una mujer. Eso significa que todavía queda mucho por hacer y muchos “techos de cristal” por romper.
En todo caso ya nadie cuestiona que una mujer vale tanto como un hombre para mandar y dirigir. Mejor dicho, para organizar y liderar. Estos dos últimos términos son mucho más actuales y apropiados. Tanto en comunicación como dentro de las propias organizaciones, donde también pretenden desligarse de los vestigios autoritarios vinculados al modelo “hetero-patriarcal” (que dirían las feministas de la extrema izquierda). Dicho esto, ¿cómo es el jefe o líder ideal, ya sea hombre o mujer? ¿Existen preferencias según uno u otro sexo?
Según parece, sí. Hombres y mujeres somos diferentes a la hora de valorar a nuestro líder (léase jefe) en el trabajo. Al menos es lo que se deduce de un estudio realizado por InfoJobs en España. Tras encuestar el año pasado a una muestra de casi 4.500 personas representativas de la población activa española en términos de edad, género y comunidad autónoma, desde esta plataforma de empleo llegaron a algunas conclusiones en este sentido…
¿Estas diferencias nos convierten a unos mejores que a otros? Pues la respuesta es que no. Por más que algunos quieran reivindicar la igualdad en todo o incluso poner una “X” en el plural para omitir el género en el lenguaje. De hecho, las diferencias no tienen por qué ser malas, sino que lo mejor es complementar las mejores cualidades de uno y otro género en términos de soft skills o habilidades blandas, que es lo que miden en el citado estudio.
En la línea con la importancia del liderazgo femenino expuesta por la ONU para el Día Internacional de la Mujer, la agencia de comunicación Trescom ha llevado a cabo por su parte el estudio “Yo, Jefa”, centrado en directivas, jefas y emprendedoras de nuestro país. Tras realizar una encuesta a más de cien mujeres de este perfil, provenientes de distintos sectores, la principal conclusión a la que han llegado ha sido el definir el impacto de la digitalización como el aspecto más positivo generado a partir de la crisis del coronavirus.
Esta transmutación al mundo digital, que todos nos hemos visto forzados a asumir en mayor o menor medida con el teletrabajo, se presume crucial dentro del mundo de la empresa. Es por ello que el 34 % de las directivas encuestadas considera fundamental que se destinen ayudas públicas a la transformación digital de los negocios.
La situación de la pandemia, por transitoria que sea (así la definen el 22 % de las mujeres encuestadas) obliga y obligará, en suma, a adaptarse o morir, también empresarialmente hablando. Es por ello que hasta la mitad de las jefas optan por diversificar o reinventar su negocio para sortear la pandemia. Lamentablemente no hay vacunas para la empresa, y las ayudas o no llegan, o son insuficientes.
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