Estamos ante el principio del fin. Aunque un fin muy particular, aún incierto, plagado de potenciales sustos, con posibilidad de vuelta atrás, entre medidas de precaución sin precedentes, y con un horizonte económico más que preocupante. A causa de todo ello, y de las decenas de consecuencias colaterales de esta crisis sanitaria (algunas de las cuales han resultado ser increíblemente dolorosas y dramáticas) son muchas las consultas telemáticas que hemos podido atender con éxito durante los dos meses que ha durado este confinamiento. Sin embargo, son también muchas las personas que no han podido recibir ningún tipo de apoyo por parte de un psicólogo durante estas semanas, a pesar de lo provechosa que podría haber sido esa ayuda para ellas.
Los reducidos espacios en las casas, la falta de intimidad, un ambiente familiar no necesariamente idóneo, una gran carga de responsabilidades con los niños en casa, el teletrabajo… Todo ha hecho que muchas personas interrumpiesen sus terapias. También que descartasen la posibilidad de recurrir a algo que, sin duda, iba a ayudarles, pero también a ocuparles un poco más.
Por otro lado, otro gran grupo de personas no ha sido siquiera conscientes del impacto que esta situación iba a tener sobre su estado emocional. Han sobrevivido, como han podido, a una situación tan incómoda como excepcional. Y, ahora, algunos estudios científicos empiezan a ponerle cifras tangibles a lo que los psicólogos veníamos respirando a nuestro alrededor. Los datos son alarmantes.
Un estudio de la Universidad Complutense de Madrid publicado el pasado viernes nos permite atisbar la inmensa herida psicológica que esta crisis ha dejado en nuestro país. Se realizaron encuestas telefónicas a más de 2000 personas de entre 18 y 75 años, entre el 8 y el 10 de abril de este año. Menos de un mes después de decretarse el estado de alarma en España.
En ellas, un equipo de investigadores encontró que el 22,1% de la población española mostraba elevados síntomas de naturaleza depresiva, y que el 19,6% de los españoles evidenciaba síntomas relevantes de ansiedad. Estaríamos hablando de que 1 de cada 5 españoles estaría en riesgo de padecer una depresión. Además, una proporción casi idéntica sería vulnerable frente al padecimiento potencial de un trastorno de ansiedad.
De cómo se produzca ahora el proceso de adaptación y de recuperación de actividades cotidianas fundamentales dependerá que esos síntomas se intensifiquen o, por el contrario, se disipen. En este último caso quedarían como un cuadro transitorio frente a una situación tan atípica como la que hemos vivido.
Queda por ver ahora si una parte de todas esas personas es capaz de canalizar y gestionar sus emociones y organizar su vida de nuevo. O si por el contrario puede necesitar de ayuda de un psicólogo en este proceso.
¿A qué señales debemos atender para saber si somos candidatos idóneos para recibir ayuda de un psicólogo en la superación de esta crisis? No dudes en consultar con un profesional en los siguientes casos:
Tanto si te encuentras en algunas de las situaciones descritas, como si simplemente notas que necesitas resolver algunas cosas para poder avanzar y no lo consigues, este es el momento de prevenir un problema mayor. Este es el momento de acudir a un psicólogo y superar una crisis sin que ninguna de sus consecuencias se cronifique.
*Fotografía Caleb George
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