Entre esta semana y la que viene arranca la vuelta al cole en las distintas comunidades autónomas con ganas y en muchos casos, también miedos. Es un momento agridulce en todas las casas, y así se hace ver en las redes sociales, plagadas de vídeos en los que, mientras los niños lloran por tener que volver al colegio, los padres lo celebran con aspavientos de felicidad.
Esta situación se repite cada año y poco podemos al respecto, además de ayudar a nuestros hijos en este lance cuando veamos que la situación lo requiere. Esto sucederá cuando el niño exhiba ciertos comportamientos que nos pondrán sobre la pista de una posible ansiedad subyacente. Descubre cuáles son sus principales miedos sobre el regreso al colegio, cómo detectar si tu hijo lo está pasando mal y cómo ayudarlo.
Comprender sus miedos sobre la vuelta al cole y mantener el ojo avizor hacia sus cambios anímicos y de comportamiento es lo primero que debemos hacer como padres. Tener ciertos nervios ante lo nuevo y lo desconocido del nuevo curso es esperable, pero algunos niños llevan su preocupación más allá de la leve ansiedad anticipatoria.
Estas son las razones por las que los niños tienen ansiedad al comenzar un nuevo curso escolar
El “top one” de los temores y que alcanza el grado de terrorífico es el cambio de colegio. El miedo fundamental es el rechazo de los otros niños en el recién estrenado centro, y a no caer bien a los nuevos compañeros. En suma: el temor al bullying y al acoso escolar como consecuencia de no adaptarse al nuevo medio social.
Cualquier persona siente cierto cosquilleo ante la idea de lo desconocido en asuntos tan importantes como el cambio de lugar de estudios o de trabajo. Y los niños no iban a ser menos. En su cabecita se cocerán cosas como: “en qué clase estoy, dónde tengo que ir, quién me va a acompañar o qué hago si no tengo el material”. Recordemos que el estrés y la obsesión son totalmente personales, y cada niño tendrá sus propias preocupaciones.
En casi todos los colegios adoptan la política de rotar a los niños y cambiarlos de clase cada uno o dos años. Este hecho puede suponer un auténtico drama, sobre todo para aquellos que siempre hacen pareja con un mejor amigo. Nuevamente, hablamos de cambios sociales, que son los que más preocupación les suscitan.
La ansiedad social no se produce únicamente en el caso del cambio de colegio ni de clase. Lamentablemente, entre los adolescentes de hoy existe un medio aún más poderoso: el de las redes sociales.
En escenarios como TikTok, SnapChat o Instagram es donde se decide, poco más o menos, quién es quién en términos de popularidad, atractivo físico y social. Así las cosas, nadie está a salvo: aún estando en la cima del liderazgo y la popularidad, cualquier fallo en las redes sociales, un malententido por haber dicho algo indebido, o el temido ciberacoso, podrían echar abajo la reputación de cualquier niño.
Este temor es común en los niños más pequeños, que suelen crear vínculos muy fuertes con sus profesores, sobre todo cuando los han tenido durante varios años. No saber cómo va a ser el nuevo profesor o si este les va a coger manía o no les va a querer tanto como el anterior podrá generarles gran preocupación.
Se trata, en este caso, del miedo a lo desconocido, unido a una cierta angustia de separación de la figura del otro profesor, que ya ha adquirido un matiz familiar y les da seguridad. Los más mayores, por su parte, temerán la potencial exigencia del nuevo profesor respecto al que ya conocen.
Para los niños muy perfeccionistas y empollones, cada curso supone ir un paso más allá en dificultad si quieren mantenerse en lo más alto de sus propias expectativas. Por ello es posible que padezcan cierta ansiedad anticipatoria sobre las nuevas exigencias académicas, sobre lo que tendrán que estudiar, o sobre los trabajos y proyectos que habrán de entregar para aprobar o sacar buenas notas.
Cada niño puede exteriorizar su angustia sobre la transición entre las vacaciones y el regreso a clase de manera diferente. Lo más importante será fijarse en si se produce algún cambio notable en él, ya sea en lo comportamental o en lo anímico. Presta especial atención si se manifiestan algunos de estos signos en tu hijo:
Aunque todos los niños de cualquier edad tienen un cierto resquemor ante las novedades de la nueva temporada escolar, estos miedos no deben considerarse un problema salvo que realmente lo sean. Hablamos en este caso de la “escolionofobia” o temor al colegio.
En este caso, el miedo es persistente y mantenido en el tiempo, y no en forma de ansiedad anticipatoria como sucede con la vuelta al cole, cuya sintomatología no va más allá de las dos o tres semanas como mucho. Como sucede en cualquier otra fobia, el miedo está totalmente injustificado e interfiere con la vida de la persona, en este caso del niño, quien deberá recibir ayuda profesional.
Como reza el dicho, “niños pequeños, problemas pequeños; niños grandes, problemas grandes”. Aplicado en este caso, quiere decir que los niños pequeños son más llevaderos y, al igual que se estresan un poco por la idea de ir al colegio, se emocionan con cualquier cosa. Sobre todo si les prestamos atención y damos protagonismo, convirtiendo la situación de la vuelta al cole en algo positivo e ilusionante.
Como padres siempre podemos hacer una gran fiesta del hecho de ir a comprar una mochila, el material escolar y, por supuesto, los nuevos uniformes. Los adolescentes, por su parte, también estarán encantados de ir de compras, pero eso no será suficiente para aplacar su ansiedad anticipatoria, que es cognitiva y tiene lugar en sus propios pensamientos.
Un niño con la suficiente personalidad como para no verse afectado por lo que digan los demás no se consigue de un día para otro, ya que su seguridad en sí mismo está directamente relacionada con su propia autoestima. Aún así, le ayudará el verbalizar sus temores, ante los que les podremos tranquilizar siguiendo estos consejos.
La mayoría de las veces serán ideas sin fundamento. Rebátele sus ideas preconcebidas negativas. Utilizar la ironía y la broma podrá resultar útil para hacerle ver lo carente de sentido que es imaginar cosas malas para el futuro. Con humor será más fácil generarle una actitud más optimista y positiva.
Si ese es el caso de tu hijo, le dará seguridad que le aportes pautas concretas de cómo actuar en caso de que se produzca la situación temida, de forma que sepa lo que tiene que hacer si se burlan de él o si comienza a padecer acoso escolar.
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