Una de las advertencias clásicas que se hace a todos los padres primerizos es que “se preparen” para renunciar al descanso. Además, por supuesto, que se olviden de dormir ocho horas del tirón. En lugar de eso, su futuro más inmediato pinta muy poco alentador. Por regla general se avecinan largas noches de insomnio cuidando niños que se despiertan a cualquier hora porque tienen miedo. O porque quieren agua o porque ya les toca el biberón. Sólo por poner algunos ejemplos.
Lamentablemente, esta es la realidad de muchas familias, sobre todo de aquellas que no han conseguido entender las claves del sueño de sus hijos. La buena noticia es que actualmente el sueño infantil está muy estudiado y existen diversos métodos con los que conseguirás que tu hijo logre dormir como un bendito todas las noches. Y con su sueño, descansará también el resto de la familia.
El sueño infantil es un tema complejo que afecta al descanso y calidad de vida de toda la unidad familiar. Por eso hay que dejarse guiar por los expertos para conseguir que la crianza no sea una pesadilla, sino una experiencia positiva. Los conocedores de la materia advierten que el proceso del sueño no es inquebrantable, sino que va variando a lo largo de la infancia del niño.
Especialmente en los primeros meses de vida. Saber cuáles son esas fases y tener unas expectativas realistas será muy importante para conseguir el objetivo de que tus hijos adquieran una buena higiene y rutina del sueño que se traduzca en descanso y bienestar. En suma: dormir bien tiene tanto que ver con los hábitos que los padres les inculcamos, como con la etapa evolutiva del niño. Hay varios métodos que se pueden usar para mejorar el sueño infantil.
A la hora de abordar el tema del descanso de lo pequeños de la casa cuando este se convierte en un problema, casi todos los padres comienzan a investigar y dan con el Método Estivill. Esta fórmula, ideada por el español Eduardo Estivill, apuesta por educar los hábitos de sueño a partir de los cuatro meses, momento en el que el niño está preparado para dormir solo. Su método está basado en técnicas de modificación de conducta.
Así, aplicándose los principios del condicionamiento clásico y del condicionamiento operante (basado este en las consecuencias del comportamiento en forma de recompensas, ausencia de estas, o castigos), se conseguirá, en pocos días, que el niño se quede tranquilo en su cuna, cayendo dormido a los pocos minutos.
Si algo se puede decir del Método Estivill es que funciona muy bien si se aplica correctamente. Es una fórmula segura para el niño. Sin embargo, para ponerlo en práctica hay que ser capaz de dejar al niño llorando un rato. Todo dentro de un esquema que maneja tiempos que aumentan progresivamente, algo que no todos los padres están dispuestos a hacer.
Por ahí precisamente van las críticas más importantes a esta metodología. Los detractores consideran que dejar al niño en la cuna llorando es una experiencia casi cruel y que atenta contra el apego y la relación de seguridad que se establece entre el niño y su madre o cuidador principal.
En contra de este método, otros padres abogan por dejar a la criatura durmiendo en el lecho conyugal. Esta práctica se conoce como Colecho o cama familiar, y normalmente se lleva a cabo mientras el niño está en periodo de lactancia natural. De hecho, en inglés se conoce como Breastsleeping y es la fórmula aconsejada por el Doctor James J. McKenna, toda una autoridad en investigación sobre el sueño infantil. El experto argumenta que cuando se está produciendo la lactancia materna, tanto el bebé como la madre experimentan periodos de sueño muy ligeros y que son extremadamente sensibles el uno al otro y a sus movimientos o sonidos.
Esto hace que la madre se despierte instantáneamente si lo hace su bebé. Es capaz de atender a cualquier necesidad que tenga y sabe en todo momento en qué posición se encuentra colocado en la cama y respecto a ella. Esta estrecha relación previene y hace prácticamente imposible que al bebé le vaya a pasar algo malo. O que alguno de los padres pudiera ponerse por encima suyo, amenazando su vida. Este es principalmente el riesgo que lleva a la mayoría de los profesionales y sociedades pediátricas a desaconsejar el colecho.
Al margen de esto, culturalmente también existe cierto rechazo al colecho por considerarse poco apropiado. Incluso se considera algo incestuoso, al generarse una suerte de “sexualización” del niño, de acuerdo a la herencia de Freud y del psicoanálisis. Sin embargo, no hay que olvidar que los seres humanos somos animales mamíferos. Buscamos y necesitamos este contacto físico al nacer y para sobrevivir.
Cercana al Colecho se encuentra la crianza con Apego, que apuesta por la cercanía a demanda del niño. No significa necesariamente tener que dormir con él. La crianza basada en el Apego implica que, cuando el niño llore, no lo dejaremos solo, sino que acudiremos en su auxilio, dándole en todo momento una sensación de seguridad contraria al abandono y a la sensación de desamparo. El precursor de este tipo de crianza es, en este caso, el psicólogo americano John Bowlby.
Su método combina la etología con algunos supuestos de la psicología en cuanto a las relaciones afectivas y de seguridad. Así, desde el plano puramente biológico, el principio de la teoría acepta que la búsqueda de proximidad es algo instintivo en las personas. Y, en el caso del apego del bebé con la madre (o su principal figura cuidadora), se trata de una cuestión de pura supervivencia.
Esta queda ampliamente manifestada en los patrones de interacción que surgen entre el bebé y la madre en la medida en que, instintivamente, el infante llora, balbucea o sonríe para llamar su atención, y esta responde. En esta interacción entre ambos se genera también un vínculo afectivo sólido fundamental desde el punto de vista psicológico.
Tanto es así, que se considera que el apego temprano hacia esta única figura (habitualmente la madre) sienta las bases de la seguridad, la falta de miedo, y la sensación de ser querido, así como de la capacidad empática del niño. Este apego será tan importante que, presumiblemente, condicionará las futuras relaciones del niño e incluso la forma en que percibe y se relaciona con el mundo.
Por su parte, desde SleepyKids, una web española especializada en sueño infantil con mamás psicólogas y enfermeras expertas en el tema, cuentan con su propio método basado en la crianza con apego y en la educación a los padres en función de las etapas del niño. Desde esta plataforma acaban de publicar Dormir sin miedo, un bonito libro ilustrado, en el que su autora, la psicóloga e imagen visible de SleepyKids, Laura Pazos, aborda el tema de los miedos, las pesadillas y terrores nocturnos.
Además de ser un cuento bellamente ilustrado por Marta Moreno con el que nuestro hijo podrá conectar e identificarse, Dormir sin miedo aporta una guía con información destinada a las familias. Su objetivo es ayudar a los niños en su descanso. En ella se menciona la necesidad de establecer unas rutinas y rituales de sueño a través de consejos y estrategias fáciles de llevar a cabo en el hogar.
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