Diciembre es un no parar de regalos, comidas y cenas de empresa. Son celebraciones que se hacen por tradición y como una forma de festejar estas fechas tan señaladas con aquellos con los que convivimos todos los días y durante tantas horas: nuestros compañeros de trabajo. Ahora bien, las cosas están cambiando. Las empresas, cuanto más grandes son, menos regalan.
En cuanto a los ágapes navideños, por más que se estire nuestro jefe, nunca llueve a gusto de todos. Pero, en general, parece que nos sigue gustando celebrar y somos bastante agradecidos. No nos engañemos. La razón por la que se celebra la Navidad en el trabajo tiene un trasfondo práctico, que es el de mantener al personal contento, haciéndole sentir parte de un proyecto y de una comunidad con objetivos compartidos. Si esto se consigue, aumentará la productividad.
Así lo explican desde InfoJobs, plataforma líder en la búsqueda de empleo en España: “Los obsequios de Navidad o las celebraciones de empresa son una manera perfecta de premiar el trabajo y la fidelidad de los empleados a final de año. Además, los eventos fuera de la oficina fomentan la relación entre compañeros de otros departamentos y la cultura corporativa, algo fundamental para el buen desarrollo de los proyectos”. Desde este portal de empleo han realizado recientemente una encuesta a cerca 2.500 personas empleadas para ver qué opinan tanto de los regalos como de las cenas y comidas de Navidad. Estas son algunas de las conclusiones de este estudio:
El lote de productos navideños con un poco de todo (la clásica cesta con turrón, cava, vino o embutidos) sigue siendo el regalo estrella en las empresas españolas. Y es que, de acuerdo con los datos del estudio, el 62 % de los trabajadores que reciben algún tipo de obsequio en Navidad declaran que se trata de una cesta de productos. Un porcentaje algo más pequeño apuesta por algo más concreto y especial, como pueda ser un jamón. Y sólo el 16 por ciento de las empresas materializan su regalo en un verdadero aguinaldo (léase dinero).
Como no podía ser de otra manera, no todos están contentos con el regalo recibido. Sobre todo las mujeres, preferirían otra cosa. Concretamente, el 64 % de las agasajadas en la encuesta de Infojobs reconoce que preferiría recibir otro regalo de Navidad, frente al 59 % de los hombres. ¿Y por qué cambiarían este regalo? Pues, si pudieran elegir, por una remuneración extra, seguido de una tarjeta de regalo.
Las celebraciones navideñas siguen siendo cita ineludible en la mitad de las empresas españolas. Y decimos ineludible porque, al parecer, el 83 % afirma no faltar a la cita y lo hace por pura camaradería. Los encuestados lo consideran un momento perfecto para charlar con los compañeros de una manera más distendida. Aunque tampoco faltan los empleados más rancios que acudirán por puro compromiso, alcanzando éstos hasta el 12,5 % de los asistentes. Los que directamente no van, suelen preferir montar una celebración alternativa con los compañeros que mejor se llevan, según se concluye en la encuesta de Infojobs.
Parece que cuando se habla de cena o comida paga la empresa, pero no siempre es así. A veces paga el propio trabajador. De acuerdo con esta encuesta, el 19 % de los trabajadores explica que la empresa es la organizadora, pero que son los empleados los que pagan los gastos. Por su parte, un 11% de los encuestados declara que la empresa paga la celebración, pero que los empleados tienen que hacerse cargo de algunos costes derivados de la misma, como los desplazamientos o suplementos de bebidas.
A efectos psicológicos, parece que las empresas no lo están haciendo del todo mal. “El vínculo afectivo del empleado hacia la empresa suele verse reforzado con los regalos y las celebraciones navideñas”, explica la psicóloga Marina Solla. En este sentido, “el empleado siente que su trabajo es recompensado con algo más, aparte de con el sueldo establecido por contrato”. Así, “se siente merecedor del obsequio y a cambio desarrolla sentimientos corporativistas y de pertenencia a la empresa al recibir de ella lo que puede considerar un premio”, añade Solla.
Y si la empresa lo que quiere es agradar al trabajador, ¿no sería mejor darle lo que quiere, directamente? Es difícil saber si las cosas funcionarían mejor de otra manera o si los empleados estarían más contentos si se hiciera caso a sus demandas. Pero el regalar algo es, por principio, muy distinto a dar dinero. Por tanto, también tiene un efecto diferente diferente, como explica la psicóloga: “Una cesta o un jamón son obsequios que generarán sensaciones: un recuerdo y un vínculo hacia la empresa cada vez que se degustan. El valor otorgado es subjetivo; es un regalo, un premio que ejerce una emoción cada vez que se consume.
Aunque un ingreso en cuenta sería la mayoría de las veces un regalo más práctico para el trabajador, acertar ahí puede ser más complicado, y la probabilidad de que un regalo económico pueda dar lugar a malestar o equívocos es mayor, ya que el trabajador puede sentir que la cantidad no es suficiente. Además, al tratarse de una cantidad concreta, es más fácil caer en comparaciones con otras cantidades, como puede ser el sueldo de los directivos o de otros compañeros que ganen más. Por otra parte, el dinero suele durar muy poco en nuestros bolsillos en épocas navideñas, mientras que los regalos en especies perduran más y son más consistentes”.
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