Hace tiempo que el mindfulness ha dejado de ser una novedad en nuestro vocabulario. Sin embargo, sus múltiples bondades no paran de crecer en popularidad y cada vez son más los que se apuntan a esta tendencia surgida en los años 70 con el pionero Jon Kabat-Zinn. Este doctor lo popularizó en Occidente creando un programa antiestrés en el centro médico de la Universidad de Massachussets y desde entonces su popularidad no ha parado de crecer. Parecido a la meditación, tiene mucho en común con ésta, aunque “la diferencia principal está en que la meditación nace en el contexto espiritual, mientras que el mindfulness en un contexto psicológico”, según explica Jordi Ferrer Cancho, instructor de esta disciplina y terapeuta en Crecer Consciente.
Su traducción al castellano es ‘Atención plena’ y constituye una técnica con la que dejaremos de reaccionar de forma automática ante las cosas, adquiriendo conciencia de lo que sucede cada momento de nuestra vida. Como resultado, mejoraremos la convivencia entre nuestros estados emocionales y nuestra realidad, algo especialmente conveniente cuando se trata de emociones negativas, como el dolor, el estrés o la negatividad. A los niños también les puede ayudar.
Muy beneficioso para niños
Sus efectos positivos asoman ahí, a la hora de conciliarse con el entorno, y resultan ser muy útiles para ayudar a que los niños aprendan a gestionar sus emociones, identificándolas y observándolas. La infancia, por otra parte, resulta el mejor momento para iniciarse, ya que los niños, de forma natural, viven en una especie de estado de “atención plena”. Así lo cree Jordi Ferrer: “Cuando éramos pequeños, todos vivíamos, por así decirlo, en un estado de mindfulness. Desconocíamos qué eran el pasado o el futuro, y simplemente nos importaba lo que sucedía en cada momento. Vivíamos la vida de forma más plena, sin juzgarnos a nosotros mismo o a nuestro alrededor”. Sin embargo, con la edad vamos perdiendo esta facultad. Como explica el experto, “la mente parece ganar terreno y el pasado y el futuro tienen más importancia que la vivencia del presente, generando estrés, cansancio y sufrimiento”.
Con el mindfulness los niños adquirirán las herramientas para acceder a esa paz interior que tienen de forma natural. Además, lo aprenderán jugando y de forma lúdica. “Las prácticas deben estar encaminadas a favorecer la presencia y concentración por medio del juego y por periodos de tiempos adecuados a su edad”, aconseja el experto.
Mindfulness en familia, la mejor solución
En todo caso, lo mejor será practicarlo en familia. De este modo, como padres, seremos capaces de identificar lo que transmitimos a nuestros hijos: muchas veces pura ansiedad. “Los niños copian de los padres y dan más valor a lo que ven y sienten que a las palabras. En este sentido, por mucho que le digamos a nuestro hijo, cálmate, será difícil que un niño se tranquilice si su referente adulto está en un estado de alteración”, razona Ferrer Cancho. “Primero debemos ser nosotros los que nos calmemos. De otro modo seríamos tan incongruentes como un profesor de yoga hablando de forma acelerada, rascándose todo el cuerpo y proponiendo un ejercicio para conectar con la calma”.
El mindfulness mejora la inteligencia y el bienestar
Gracias a los estudios de la neurociencia, ahora sabemos que la práctica regular del mindfulness “tiene un impacto directo en la salud de la persona reforzando las conexiones neuronales, y regenerando la masa gris del cerebro, así como provocando cambios en la estructura cerebral, al engrosar ciertas regiones cerebrales como el hipocampo, que desempeña un papel muy importante en el aprendizaje y la memoria”, nos recuerda Ferrer.
En el año 2014 la revista Psychological Science publicó los resultados de las investigaciones de Andrew C. Hafenbrackk. Este doctor, experto en psicología de las organizaciones, realizó una investigación en la Universidad de Singapur descubriendo que 15 minutos de meditación o mindfulness diario contribuyen a tomar mejores decisiones en la medida en que se considera la información disponible en el momento presente. “El mindfulness da tiempo al cuerpo estriado y a la corteza prefrontal para tomar la decisión más inteligente para la salud y el bienestar a largo plazo”. En el plano más fisiológico, “ejercitar la conciencia plena reduce el estrés, nos ayuda a regular las emociones, facilitando un estado de mayor paz, además de favorecer la concentración y la claridad mental, así como el descanso y la empatía”, asegura el instructor de mindfulness.
¿Qué niños pueden beneficiarse del mindfulness?
Aunque todos se pueden beneficiar del mindfulness, esta técnica puede resultar idónea para los niños más inquietos. En palabras de Jordi Ferrer Cancho, “puede ser especialmente indicado para niños con dificultades reales para parar, concentrarse, gestionar sus emociones, relajarse y con dificultad para conectar con su cuerpo y sus necesidades”. Todas estas razones convierten al mindfulness en una nueva asignatura pendiente en el entorno educativo. Porque, aprendiendo a concentrarse y a identificar cómo reaccionan emocionalmente ante “tanto estímulo” en su día a día, los niños vivirán más tranquilos y también más felices.
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