En todas las familias cuecen habas, y hasta en la mismísima Casa Real tienen que lidiar con asuntos tan vulgares y cotidianos como los roces entre hermanos, cuñados, nueras y suegras. Lo peor es que cualquier asunto familiar de poca monta puede convertirse en una cuestión pública de un día para otro. Y en esta ocasión lo hemos visto todos: dos reinas enfrentadas por sus respectivas voluntades. Mientras tanto, la princesa, hija y nieta, en el centro de todo. Un ejemplo de lo que puede suceder en cualquier hogar y que ejemplifica un asunto no poco importante: ¿Qué sucede si las relaciones entre los padres y los abuelos no son cordiales o si existen disputas familiares manifiestas?
“Los abuelos representan el amor, la calidez, y el hogar. Son un referente afectivo donde el niño percibe una complicidad y una acogida de sí mismo de forma incondicional”, explica la psicoterapeuta Vanessa Abrines, directora del centro Tú eliges tu vida. A diferencia de los padres, que nos centramos en enseñar al niño a hacer, a actuar, y a pensar, los abuelos se centran en “estar” con él. “Más en compartir que en resolver o enseñar, y eso lo hace muy especial para el niño”, asegura Abrines.
Por tanto, su presencia tiene una gran carga emocional positiva para el niño, siempre diferente a la de los padres, y más centrada en el afecto que en la educación. “Los abuelos ya han tenido esa etapa de su vida en la que han asumido la responsabilidad de educar a sus propios hijos y compaginarlo con el empleo, tareas domésticas, pago de la hipoteca… En ese momento también ellos estuvieron centrados en la acción y no tanto en ese compartir.
El tener ahora la oportunidad de vivir junto a sus nietos la experiencia de hacer actividades sin el objetivo de educar, sino de amar y de divertirse es una oportunidad tanto para nietos como para abuelos”, añade la psicóloga. Por tanto, interferir en esta dinámica más divertida y basada en el cariño no es positivo y puede confundir al niño, siquiera cuando haya alguna razón educativa o protocolaria.
¿Cómo afectan las rencillas entre padres y abuelos?
Los abuelos cumplen un importante papel en el desarrollo emocional del niño. Son, casi siempre, figuras de seguridad, el sentido de aportar vínculos de apego incondicionales, sobre todo cuando los padres fallan en este aspecto. No obstante, muchas veces suceden roces entre padres y abuelos, generalmente entorno a temas de educación y poner límites, precisamente porque su papel no suele ser el de la educación, estrictamente hablando
“A los niños no les gustan los conflictos en la familia y entre las personas que más quieren, porque suelen sentir la presión de elegir o posicionarse a favor de uno de los dos bandos”, advierte la psicoterapeuta. De hecho, ellos preferirían no tener que experimentar esos momentos. “Por naturaleza, los niños van a intentar mediar o hacer algo para que el sufrimiento de los adultos sea el menor posible, y eso incluye proteger a la parte del conflicto que perciban como más vulnerable”. Poniéndonos en la piel de un niño, su esquema mental sería el siguiente: “Si mamá le echa la bronca a la abuela porque me ha dejado ver la tele yo, como niño, tengo el dilema de si le cuento o no a mamá que he visto la tele para que no regañe a la abuela”.
Lo cierto es que salvar ciertas situaciones incómodas y en cierto modo desconcertantes para el niño nos conviene a todos. El reto estará en encontrar el término medio entre la educación parental y el mimo de los abuelos. ¿Cómo conseguirlo? “Lo ideal es que éstos respeten las directrices educacionales seguidas por los padres y que nos les consientan todo. De todos modos, los niños son perfectamente capaces de diferenciar el papel de padres y abuelos y, mientras entiendan que con sus padres hay límites que deben mantener y responsabilidades que asumir, su educación no peligra por mucho que los abuelos les mimen”, aclara Abrines.
Educación versus diversión
Los principales motivos de roce entre padres y abuelos en lo que concierne a los hijos o nietos tienen que ver con su aproximación hacia el niño. “Los abuelos tenderán a ser más laxos y los padres más estrictos, e incluso en ocasiones pueden surgir ciertos celos porque los nietos prefieran a los abuelos que a los padres”, nos recuerda la psicóloga.
¿Qué sucede si le hablamos mal a un niño de su abuelo o abuela? Aunque sea de forma indirecta, probablemente le haremos daño, aunque no sea nuestra intención. Tengamos en cuenta que los niños son empáticos y además no saben gestionar los conflictos emocionales. “El que se descalifique a un persona a la que el niño quiere con locura le dará mucha pena porque no desea que su abuelo sufra”, asegura la experta. “Las diferencias entre adultos han de resolverse entre adultos: el volcarlas sobre el niño, cuando él no tiene un papel activo en el conflicto, solo conducirá a que pueda sentirse culpable”.
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