Superada la noticia, hace apenas un mes, del secuestro de una niña por su propia madre, paradójicamente presidenta de la Asociación de protección al menor Infancia Libre, la pesadilla se repite en un nuevo hecho tan similar que parece una réplica del primero. Se descubre que otra madre de esta misma asociación ha mantenido retenida a su hija durante dos años.
El padre ha desvelado públicamente los detalles del que ha sido un supuesto secuestro del que ni vecinos ni gente allegada se había llegado a apercibir. Hechos como estos nos llevan a cuestionarnos si hay algo que podamos hacer para evitar casos similares. Consultamos con una experta para que nos hable de los indicadores del maltrato infantil.
“Cuando hablamos de maltrato lo primero que pensamos es en agresión, heridas y maltrato físico, pero no hay que olvidar el maltrato pasivo, ese que se da por negligencia. Ambos son maltrato”. Así lo aclara Aránzazu Cámara, psicóloga en un Centro de Atención a la Infancia de Madrid (CAI).
El ejemplo lo tenemos claro en este último caso, donde también se evidencia el modo en que el maltrato puede resultar invisible incluso a ojos de familiares y amigos. O de lo difícil que es dar el paso de denunciar ante la sospecha. En este sentido será muy importante actuar con prudencia, según explica Aránzazu Cámara.
“Hay muchos indicadores, pero antes de citarlos me gustaría aclarar que tenemos que diferenciar lo que es una situación de maltrato de un castigo severo puntual. Para hablar de maltrato, tiene que haber una situación continuada que afecte al niño”, asevera. Dicho esto, nos alerta de algunos signos que podrían apuntar a algún tipo de maltrato infantil.
Entre los signos físicos, “podemos ponernos en alerta cuando un niño se muestra decaído y triste, se aísla, está agitado e hiperactivo, falta al colegio, muestra aspecto descuidado con falta de higiene, tiene un sobrepeso o extrema delgadez derivados de estados depresivos o ansiedad, o muestra signos de violencia tales como moretones o lesiones”.
Aunque estos indicadores hablan de que puede estar pasando algo, la psicóloga nos advierte que hay que actuar precaución. “Hay que ser cuidadosos y no sacar juicios anticipados, puesto que ninguno de los indicadores por sí solos pueden determinar una situación de maltrato”. Por ello hay que tomarlos como lo que son: indicadores. “Todas estas señales sirven, desde la prudencia, para ponernos en situación de alerta y acompañar en lo que el menor no puede siquiera entender y expresar”.
Los niños pasan la mayor parte del día en el colegio y, por ello, es en la escuela donde más fácilmente podrán detectarse irregularidades en los cuidados de un niño. Como expresa Aránzazu Cámara, “es fácil que allí depositen en menor o mayor medida lo que traen de casa, de sus familias. Los propios niños nos irán mostrando cómo es el clima familiar”. Por ello los profesores han de prestar atención individual a cada niño, utilizando los recursos que tenga a su alcance para denunciar ante la sospecha. Para hacerlo existe personal cualificado, nos recuerda Cámara. “En todos los centros educativos de la Comunidad de Madrid existe una figura especializada para que cuando el profesor o tutor detecta una situación conflictiva en la clase, sea abordada. Se trata de los PTSC (profesores técnicos de servicios a la comunidad) en los colegios públicos”.
En los colegios privados está la figura del orientador. “Ambos proporcionan una ayuda a los problemas sociofamiliares y de convivencia en las aulas y son los encargados de trabajar con la red de servicios especializados todo este tipo de cuestiones”. El mensaje concreto para los profesores, según la experta sería “que hagan una observación continuada (ya que un altercado puntual no sería significativo) y sean sensibles a las señales que lanzan los niños , sobretodo de tristeza, aislamiento, falta de concentración continuada y comportamientos agresivos”.
Detectados los indicadores, el siguiente paso será “ver qué está pasando en el contexto familiar, a su alrededor y dentro de su casa para que el niño se muestre así”. En toda esta detección “el medio principal será la escuela, aunque también se pueden dejar entrever indicadores o indicios de maltrato en el contexto sanitario, cuando un niño tenga el calendario de vacunas sin completar, acuda muchas veces a consulta por motivos de orden psicológico (enfermedades psicosomáticas, trastornos del sueño, alimentación, diagnósticos psiquiátricos..) y, evidentemente, cuando haya algún parte de lesiones”.
Otro ámbito donde se pueden dejar ver los indicadores de maltrato será el judicial. Según expresa Cámara, “en separaciones conflictivas, denuncias continuadas de padres litigantes, denuncias de hijos a sus padres y, por supuesto, en los centros de servicios sociales donde se atiende las familias que tienen una renta mínima y se observen casos de violencia de género, o problemas de toxicomanía de los padres”. Pero de nuevo reclama prudencia, “porque incluso las familias que llegan desde los servicios sociales a recursos especializados tales como el centro de atención a la infancia, tienen que verse de forma individual para que sean los técnicos quienes valoren si existe una situación de desprotección para los menores”.
Una de las características del maltrato infantil es que el niño no va a comprender por qué tiene lugar. Su falta de madurez le impedirá normalmente verbalizar lo que le está pasando. En este sentido, debemos entender que un niño normalmente no tiene más referencias que las propias en cuanto a relaciones familiares y afectivas. Por ello, lo que le suceda en su mundo y en el contexto de su hogar, le parecerá que es lo normal, y habitualmente interiorizará el maltrato como algo que se ha merecido él mismo.
Aunque el niño nunca va a pensar que sus padres no le quieren, sí que puede percibir una falta de amor y cariño, o confusión respecto a los mensajes. Y este mensaje o sensación de falta de amor incondicional irá directamente en contra de su confianza en sí mismo y de su autoestima a corto, medio y largo plazo. Así lo explica Adela Lasierra, psicóloga y miembro del Insituto Europeo de Psicología positiva.
La experta en psicología positiva afirma que el niño emocionalmente sano percibe en todos los casos un amor incondicional por parte de sus padres, incluso cuando se ha portado mal. Así, en condiciones normales, el pequeño puede ser reprendido por haber hecho algo mal, pero sabe que sus padres le quieren. Lo que no debe percibir, en ningún caso, porque esto le dañaría enormemente, es un amor condicionado o supeditado a portarse de una manera determinada.
Aunque todos hemos visto imágenes de separaciones dramáticas en los telefilmes del mediodía, según explica Cámara como psicóloga del CAI, “lo último que hace el sistema de protección a la infancia es retirar la tutela a los padres de los niños”. Antes de llegar a eso habitualmente se hacen programas de intervención familiar, y “los profesionales trabajan para que los niños permanezcan en sus hogares fortaleciendo las habilidades de parentalidad”. En el Ayuntamiento de Madrid existen programas por distritos para evitar llegar a los extremos de tener que sacar al niño de su hogar y entregarlo a algún familiar que ejerza un cuidado responsable (generalmente abuelos o tíos), o como última opción, “a un acogimiento con otras familias o en un piso tutelado”.
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