Foto Unsplash @derveit
Si juntamos la ansiedad que nos provoca la situación sanitaria y económica mundial al estrés que conlleva la pérdida de personas que queremos, el resultado es abrumador. Por eso más que nunca es imprescindible que pongamos atención e intención para gestionar las emociones que sentimos (sean las que sean) y que no se queden dentro provocándonos enfermedades físicas y psicológicas. Afrontar la muerte de un ser querido nunca ha sido fácil, pero parece que ahora se riza el rizo, ¿verdad? Guadalupe Gómez, experta en neurociencia y psicología positiva; fundadora de GuadalupeGB.com y Directora Académica de la Escuela de Coaching de Grupo Cegos, habla sobre todo esto.
La muerte siempre ha formado parte de la vida, igual que la tristeza. Ésta nos ayuda a superar todo tipo de separaciones, sean definitivas o no. La tristeza siempre ha formado parte de la vida, pero la evitación del dolor también. Es una tendencia natural y, sin embargo, si evitamos el dolor de las pérdidas, no entramos en la tristeza, estamos negando la emoción y esto trae consecuencias desastrosas para nuestro bienestar. Entonces ¿qué podemos hacer para superar la tristeza y afrontar la muerte y las pérdidas de forma sana?
A veces nos parece mal sentir enfado o rabia contra la vida o la persona que nos ha dejado. Pero al censurarnos esa emoción, no podemos avanzar en el proceso de duelo. Otras veces, como la tristeza no nos gusta, tratamos de esconderla porque nos da vergüenza. Así, cualquier emoción que surja en un momento de pérdida tenemos que reconocerla y aceptarla; porque todas son normales y atravesarlas nos va a permitir asumir la pérdida.
Si llenamos nuestra agenda de actividades; y cuando no estamos haciendo algo nos evadimos con la televisión o las pantallas… ¿cuándo encontramos un momento para sentir el dolor de la separación de nuestro ser querido? A lo mejor te parece muy básico pero la mayoría de las personas tendemos a evitar el dolor y cuando éste es psicológico es tremendamente fácil taparlo con alguna distracción; el problema es que taparlo solo lo incrementa.
El dolor por perder a un ser querido es algo natural e inevitable pero muchas veces aumentamos el dolor con pensamientos que nos traen más sufrimiento. Como primera reacción es normal, pararnos en que es injusto, en que no debería haber pasado, en compadecernos, sentirnos víctimas… Pero si lo alimentamos más allá de unos pocos días, podemos anclarnos ahí y no avanzar en la asimilación de la pérdida.
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