Bienvenidos a la Generación Z

En mi primer artículo para el Luxonomist, me parece fundamental explicar a qué generación pertenezco y cuáles son nuestras características e inquietudes.

Jaime Camuñas. 26/05/2017

Nacimos a partir de 1995 y representamos el 25%  de la población mundial. Hemos crecido coincidiendo con el final de la burbuja y con la crisis económica de 2007. Vivimos en un mundo donde el terrorismo y la inestabilidad general amenazan nuestra sociedad tal y como la conocemos.

Nuestra herramienta vital es la tecnología. Hemos crecido con ella, conviviendo con un sistema educativo que no se adapta a nuestras necesidades y que va muy por detrás de nuestros intereses. Nos han tratado de frustrar, pero mala suerte: somos autodidactas. Navegamos por Internet donde con un solo clic se nos abre un mundo infinito de posibilidades tan fascinantes como peligrosas.

Somos una generación tecnológica

Tenemos una enorme capacidad de distinguir lo que nos atrae de lo que no nos interesa en cuestión de segundos. Mezclamos los contenidos en nuestra cabeza creando cócteles donde fusionamos muy distintas disciplinas. Nos gusta innovar y posicionarnos «out of the box» y practicamos el multitasking como algo natural.

La Z es una generación visual y virtual. Contamos nuestra historia en las redes con fotografías que van más allá de los selfies, que (aunque muchos no lo sepan) empiezan a estar pasados de moda. Compartimos tanto nuestro día a día, como nuestras pasiones. Aquí cada uno elige su modelo. Aunque es fácil caer en la tentación de presumir de vidas ficticias, tratando de empatar, cada vez es más importante aportar y despertar la curiosidad de los demás por medio de contenidos novedosos, aprendiendo a proteger nuestra intimidad, que hemos expuesto demasiado y de manera inconsciente. En este aspecto nos queda un largo camino por recorrer porque nos cuesta distinguir lo público de lo privado.

Medimos nuestra popularidad por la repercusión de nuestras publicaciones

Nos relacionamos con gente que no conocemos, aun sabiendo el peligro que entraña, porque es nuestra manera de hacer networking. En nuestro mundo los ‘likes’ o comentarios en las redes sociales definen nuestra popularidad. Es nuestra unidad de medida, que –como todas- puede llevar al engaño y a la frustración si dependemos sólo de ella. Estamos acostumbrados a recibir feedback de manera casi inmediata con cada post, por lo que es fácil que surja la ansiedad si lo último que hemos colgado no alcanza la repercusión que esperábamos. Poco a poco estamos aprendiendo que las cosas no salen a la primera y que hay que perseverar para conseguir cualquier objetivo.

Todo lo compramos en Internet, donde la oferta no tiene fin, pero no nos gusta acumular cosas sin ton ni son. Preferimos buscar el concepto que hay detrás del producto, quién lo ha creado, qué publicidad utiliza y por qué. Buscamos las mejores ofertas y elegimos los que podamos tunear. El Do It Yourself nos permite ser nuestro propio director creativo y así distinguirnos de los demás. Nos identificamos con la colaboración, donde los dones y talentos se comparten para enriquecer el producto final.

Vivimos pegados a las pantallas, no necesariamente la de la televisión

No vemos apenas la televisión, las noticias nos llegan antes por Facebook o Twitter y las series, las películas y los vídeos que nos divierten o interesan están en otras pantallas en el momento que queremos. Con la música nos pasa lo mismo, la escuchamos continuamente en nuestros auriculares de manera instantánea y con un mínimo coste.

Somos sin duda una generación compleja, pero ¿cuál no lo ha sido? Supongo que como la esencia del ser humano no ha variado tanto desde el principio de los tiempos, si nos prestáis atención igual nos acabareis entendiendo. Desde nuestra óptica, el mundo no ha dejado de ser un lugar maravilloso.

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