El Cañón del Colorado, un viaje a las entrañas de la Tierra
Viajar al Cañón del Colorado es más que una experiencia... es una toma de conciencia de lo pequeños que somos en el universo.
A pesar de no ser el más profundo que existe, el Cañón del Colorado es por descontado el más conocido y el más espectacular del mundo. Así lo atestiguan los casi 5 millones de personas que visitan al año este monumento natural en el norte del estado de Arizona.
El principal responsable de la existencia de esta maravilla es el río Colorado que, a lo largo de casi 450 km, ha ido excavando esta garganta hasta alcanzar una profundidad media de 1.600 m y ha dado lugar a un paisaje impresionante y probablemente al mejor ejemplo de erosión que se conoce.
Como resultado, además, ha dejado al descubierto los diferentes tipos de rocas que se formaron en este lugar a lo largo de millones de años constituyendo una auténtica excavación geológica. En este museo de Historia Natural, podemos realizar un viaje al pasado analizando los distintos estratos que asoman en las paredes verticales. Las rocas más antiguas situadas en el fondo del cañón, por ejemplo, tienen 1.700 millones de años, es decir, se formaron cuando la vida en la Tierra se limitaba a los seres unicelulares.
Todo este patrimonio tenía que ser protegido y ya en 1925 fue declarado Parque Nacional, una temprana protección que evitó que este ecosistema de valor incalculable pasara a convertirse en una sucesión de presas y embalses.
Parada obligatoria de todo viaje que recorra la costa oeste de Estados Unidos, lo más habitual es acceder al Gran Cañón desde Las Vegas, bien alquilando un coche o contratando una excursión organizada. A solo dos horas y media de la ciudad está el denominado Grand Canyon West, en la reserva india Hualapai. La particularidad de esta zona es que el cañón es más estrecho y adquiere la máxima profundidad y fue aquí donde se construyó en 2007 el famoso y polémico Skywalk, una plataforma de cristal que permite asomarse al cañón pero no cruzarlo.
El Parque Nacional Grand Canyon se encuentra a unas 5 horas de Las Vegas. La inmensa mayoría de los visitantes entra al parque por el acceso sur (South Rim), abierto todo el año y que ofrece magníficas vistas, accesos a miradores y cuenta con todo tipo de recursos turísticos. La zona norte (North Rim) frecuentada por unos pocos viajeros, solo abre de mayo a octubre y es la opción para huir de las aglomeraciones. No es sencillo pasar de un margen a otro porque es necesario llegar hasta el Puente Navajo para cruzar y volver por la orilla contraria, lo que nos llevaría unas cinco horas de carretera en total.
El alojamiento es fácil en la zona sur pero es necesario reservarlo con antelación por la gran afluencia de turistas. Las ciudades de Williams y Flagstaff son otras opciones cercanas a valorar. En caso de quedarse en el North Rim se puede reservar en el histórico Grand Canyon Lodge, pero debido a su enorme popularidad es posible que haya que hacerlo con un año de antelación.
Si buscamos un alojamiento exclusivo, el Amangiri es nuestra opción. Algo alejado del Parque pero en un entorno natural increíble, permite alojarse en suites o villas privadas, las más exclusivas con piscina y terraza propia, y cuenta con un salón que modula su temperatura e iluminación para disfrutar de las puestas de sol y el paisaje de las estrellas.
Para planificar el viaje podemos consultar la página web del Parque Nacional donde hay gran cantidad de información y se pueden descargar documentos prácticos como mapas de bolsillo y un trip planner en español.
No debemos perdernos una visita a la serie de miradores sobre el cañón en South Rim. Muchos son accesibles únicamente con un servicio de autobús del parque para limitar el acceso de vehículos privados pero cuentan con horarios amplios que permiten ver atardecer en uno de los mejores escenarios posibles.
Se pueden realizar también varias rutas de trekking llegando al fondo del cañón. Eso sí, las autoridades no recomiendan bajar y subir el mismo día por la dureza del recorrido y el esfuerzo físico que supone acrecentado por el clima árido. Para los más aventureros se puede hacer rafting en el río Colorado aunque como esta actividad se inicia en puntos fuera del parque, hay que planificarlo en el recorrido del viaje con anterioridad.
Los famosos vuelos en helicóptero que despegan desde South Rim o incluso desde Las Vegas son otra opción interesante y probablemente la mejor manera de hacerse una idea de la escala espacial que manejamos al hablar del Gran Cañón. La empresa Papillon está especializada en este servicio.
En cualquier caso y sea cual sea la opción elegida, no olvidaremos fácilmente la visita de una de las maravillas naturales del planeta. Su grandiosidad hace que seamos conscientes de lo pequeños que somos en el espacio y de lo insignificantes que somos en el tiempo en comparación con los miles de años que lleva este río cruzando Norteamérica desde las Rocosas hasta el Golfo de California. Quizás por ello, y no solo por su impactante paisaje, se convierte en una visita obligada para cualquiera.