Caminos de pasión cordobeses
La Semana Santa en los pueblos de Córdoba se vive con especial emoción. Repasamos las procesiones más llamativas.
La Semana Santa de los pueblos andaluces se suele ver apagada por el fulgor de capitales como Sevilla o Málaga. Pero en Córdoba es al contrario, ya que es la provincia que mayor número de festividades insólitas y originales ofrece. Casi todas en la Subbética, la llamada Ruta del Aceite, quizá porque éste es un alimento bíblico. A pesar de su cercanía, cada pueblo tiene su propia forma de celebrar la Semana Santa y cuanto más pequeño, mayor encanto.
Así, en Zuheros, pueblecito de empinadas y estrechas calles encaladas, las procesiones no han variado gran cosa desde el siglo XVI. El Jueves y Viernes Santo salen apóstoles con curiosas caretas -rostrillos- sobre los que va escrito su nombre y donde casi no hay espectadores porque la mayoría son actores.
A 4 kilómetros queda Luque, al que su accidentada orografía presta especial marco a las procesiones. El miércoles sale el Señor de la Humildad, más conocido como el del cuello sucio, pues al ser el primero, los cortijeros se sumaban a la procesión sin tener tiempo para cambiarse de las labores del campo. Los atuendos de los cofrades son los mismos de cuando la fundación de las hermandades, allá por el XVIII.
A unos 20 kilómetros, por una carretera que atraviesa el Parque Natural de las sierras subbéticas, se llega a Carcabuey, donde destaca su Procesión del Calvario en la mañana del Viernes Santo. El Nazareno es llevado a hombros hacia el cercano cerro por una estrecha senda, siendo el momento más emocionante el encuentro con la Virgen del Consejito, con reverencia al lado de un precipicio que requiere un gran habilidad para que no acaben todos en el fondo del barranco.
A 8 kilómetros queda Priego, ciudad barroca y monumental que conserva una muralla árabe y varias casonas señoriales. Destaca la mañana del Viernes Santo cuando Nuestro Padre Jesús Nazareno camina hacia el Calvario para dar la bendición a todo el pueblo con su brazo articulado. El silencio es impresionante y después todo el mundo alza sus hornazos, que aquí hacen en forma de gallina, mientras gritan «¡Viva el Nazareno!». Espectaculares son los llamados sayones con caretas de cartón y gorros floreados que representan por las calles escenas de la Pasión.
Otras poblaciones importantes son Lucena y Cabra, separadas por sólo 9 kilómetros. Lucena, que se caracteriza por su riqueza imaginera con cofradías del siglo XVI, tiene un peculiar modo de procesionar los pasos conocido como santería. Van con una almohadilla atada al varal y la comunicación entre los cofrades se hace a base de saetas que se acompañan por el sonido del tambor. Destaca la procesión de la mañana del Viernes Santo con un impresionante Nazareno del XVI.
En cuanto a Cabra, son típicos los pasodobles que acompañan a las cofradías desfilando antes de las procesiones. La más emocionante es el Cristo del Socorro (el Silencio), que sale el viernes, donde los nazarenos van de negro con calavera y tibias cruzadas sobre el pecho.
Al sur de la comarca, regada por el embalse que lleva su nombre queda Iznájar, de las más antiguas de todo Andalucía. En la mañana del viernes sale el Cristo, portado por apóstoles y acompañado por singulares personajes: cirineo y maladrones, que cubren sus rostros con caretas de cartón. Es impresionante verlos por sus estrechas calles con curiosas escenas como la búsqueda del cirineo por los bares.
Por la noche hay una representación en la que con gran escándalo se echan la culpa unos a otros. Es sólo un ejemplo de la curiosa versión que aquí tienen de la Semana Santa y que fue causa de que la Iglesia haya prohibido varias veces la representación. Y quedan Baena, donde colinegros y coliblancos (llamados así por el color de las crines de caballo que llevan sujetas al casco) se enfrentan redoblando los tambores; o Moriles con romanos con el rostro cubierto por celosías.
Gastronomía. Hay que procurar probar la gastronomía de Semana Santa de estos lugares como las albóndigas de bacalao de Zuheros; los hornazos en forma de animales o los platos de matanza en Priego; los gazpachos o los huevos volaos de Iznájar; o la naranja en aceite y bacalao en Cabra.