¿Cómo controlar el teléfono de nuestros hijos?

A pesar de ser un tema controvertido, definitivamente, hay que vigilar el móvil a los hijos.

Patricia Peyró. 30/05/2017

Se lo hemos regalado nosotros y ahora nos da demasiados dolores de cabeza. ¿Qué estamos haciendo mal? Los móviles son los regalos estrella de las comuniones, los cumpleaños y demás recompensas infantiles o fiestas de guardar, pero son también una fuente de problemas para nuestros hijos e incluso para la convivencia familiar. Una vez les hemos comprado el móvil o la tablet deberemos plantearnos cómo ejercer el control parental. 

Aunque tenemos las claves para poder entrar, ¿debemos hacerlo? o, más bien, ¿hasta qué punto tenemos derecho a adentrarnos en su vida privada sin incurrir en una violación del derecho a su intimidad? El dilema moral está servido, pero los expertos abogan por el sentido común y la prevalencia de la seguridad, e incluso invitan a hacer una consideración anterior: la de si los niños deberían tener móvil.

Los padres deben plantearse cuándo es el momento idóneo de ofrecer un móvil a sus hijos

Así lo expresa la psicóloga clínica Arantxa Cámara, partidaria de ejercer un control parental responsable y coherente con la decisión primera de haber adquirido un smartphone para nuestro hijo: “El debate deberíamos empezarlo sobre la edad en la que sería aconsejable que tuvieran un dispositivo móvil. En una generación de nativos digitales es difícil limitar su uso cuando el modelo que ven es el de unos padres con un uso frecuente del móvil. Sin embargo, el matiz estaría en que los terminales tengan o no Internet. Si dejamos a nuestros hijos un móvil cuando están fuera de casa para tenerlos localizados, estaríamos hablando de un uso razonable. Pero si ese móvil les permite acceder al universo de Internet, estamos hablado de un riesgo». 

El dominio de la tecnología por parte de los jóvenes no supone un buen uso o ausencia de riesgos

¿Dónde establecer el corte de edad? 

El móvil lo van a terminar teniendo sí o sí, puesto que para ello son niños de la Generación Z o Web y no conocen una vida sin Internet ni teléfonos móviles. Se trata, pues, de decidir el momento más indicado o menos perjudicial. “Normalmente, el uso del móvil en propiedad suele ser objeto de discusión llegada la adolescencia, e incluso a las puertas de ésta, cuando empiezan a independizarse y se convierte en una herramienta de autonomía, individualismo y control, además de satisfacción inmediata”, asegura la psicóloga. “Tener un móvil se convierte en un elemento integrador y diferenciador para ellos, quienes, dependiendo de la madurez, lo utilizarán de una forma u otra. Yo no pondría una edad cronológica de corte, sino una edad mental y una madurez emocional”, expresa la experta.

El uso de los smartphones en niños y jóvenes no debe depender de la edad, sino de la madurez

Pero al igual que establecemos un corte de edad para comprarles el móvil, deberíamos considerar esta frontera invisible a la hora de vigilarles o acceder a sus dispositivos con total naturalidad. Se entiende que un niño de diez años no reaccionará igual que un adolescente ante la intromisión a su privacidad. “Si el control parental está ejercido desde la limitación de uso, parece razonable, pero también hay que predicar con el ejemplo. De nada sirve que restrinjamos el uso del móvil a nuestros hijos si no ven un modelo de uso adecuado en nosotros. Hay que pensar que el móvil ya es casi la prolongación de uno mismo, incluso un duplicado de la persona, donde se vuelca una identidad. Podemos imaginar lo que eso supone para un adolescente”, considera la psicóloga.

Es necesario tener una buena relación con los hijos para poder lograr un mayor y mejor control parental

A continuación vendría la pregunta del millón: ¿Hay alguna forma de conciliar el respeto por la privacidad y el tener la seguridad de que nuestro hijo está a salvo?  Para contestarla, lamentablemente no hay fórmulas universales y difícilmente llegaremos a un punto en común o de reconciliación: “Controlar a nuestros hijos con el uso de móviles sin que lo perciban como una intromisión es casi imposible”, asegura Cámara. Por esta misma razón aconseja “huir de un modelo demasiado paternalista o controlador” a cambio de una aproximación a base de “explicaciones realistas sobre los peligros que tiene la red en sus contenidos o en las redes sociales”.

Todo sobre la idea de “partir de una buena comunicación paternofilial que ayudará a sobrellevar un control que puede ser vivido por los hijos como una intromisión”. Conseguirlo pasará por enseñarles los principios básicos de seguridad y fuentes de amenaza como la que proporciona el anonimato en el uso de las redes sociales. Además, “habremos de enseñarles a ser respetuosos y tener cuidado con la difusión de su propia imagen y la de los demás y, sobre todo, que aprendan a preguntarnos cuando duden y sin miedo”.

Cámara aconseja huir de un modelo excesivamente controlador

Esto dice la ley

Si bien el Código Penal español comienza a tener presente esta realidad, todavía no está del todo legislado y no quedan claras las fronteras entre el material virtual, el digital y el físico. Las leyes abogan por el sentido común y justifican un posible “cotilleo” para prevenir un mal mayor: “Aquel que para descubrir los secretos o vulnerar la intimidad de otro, sin su consentimiento, se apodere de sus papeles, cartas, mensajes de correo electrónico o cualesquiera otros documentos o efectos personales, intercepte sus telecomunicaciones o utilice artificios técnicos de escucha, transmisión, grabación o reproducción del sonido o de la imagen, o de cualquier otra señal de comunicación, será castigado con las penas de prisión de uno a cuatro años y multa de doce a veinticuatro meses”.

La legislación sobre este tema contiene lagunas que habrá que solventar

Estos supuestos casan con lo expresado por el mediático juez de menores Emilio Calatayudquien ha mostrado públicamente su opinión a favor de lo que algunos considerarían “violar la intimidad de nuestros hijos”. Siempre con matices, eso sí, y que razona en base a la peligrosidad que albergan los dispositivos y la convivencia de los niños y adolescentes con las TIC. Estas son las ideas que le llevan a defender un control de lo que hacen nuestros hijos en su vida digital y virtual:

  • ticLos móviles son una droga que genera un serio problema de adicción.
  • Los dispositivos son un instrumento muy peligroso para cometer actos delictivos:  maltrato a los padres, acoso, o ciberbullying.
  • Los niños que poseen un móvil pueden ser, por su parte, víctimas de delitos, no sólo perpetrados por niños de su edad, sino también por adultos.
El conocido juez de menores Emilio Calatayud está a favor de un mayor control parental

Calatayud defiende la revisión de los móviles para prevenir estos problemas e incluso la propia violencia que puede llegar a ejercer un menor al que se le quita el móvil y responde con agresiones físicas a sus padres, del mismo modo que hubiera respondido un heroinómano en los años 80. Sea como fuere, la ley hace el corte en los 14 años en lo que concierne a la responsabilidad y gestión de sus datos personales.  Según la Ley Orgánica de protección de Datos, los chicos de esta edad tienen autonomía para autorizar o no el acceso o tratamiento de sus datos. Esto significa que, teóricamente, un niño a partir de los 14 años podría llegar a denunciarnos si “cotilleamos” sus cuentas sin permiso.

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