#CloseTo Chino Darín: «Me calienta el corazón oír a mi padre hablar de mí»
Debe estar cansado de que le digan eso de “digno hijo de tu padre”, pero lo es. No sólo por el camino que lleva su talento, sino por educación y respeto al trabajo del periodista. Chino Darín es calmado, sonríe con facilidad y te mira directamente a los ojos, lo que te invita a no bajar nunca la mirada. Es uno de los protagonistas de ‘Las leyes de la termodinámica‘, película que inauguró el Festival de cine de Málaga y que acaba de estrenarse en salas. Comedia romántica en la que la física invade para, tal vez, justificar los desenlaces de las relaciones humanas…
The Luxonomist: ¿Has aprendido mucho de leyes físicas últimamente?
Chino Darín: ¿En la vida? Sí, siempre me gustó la física y la película vino a refrescar conceptos que a uno le quedan olvidados. Desde secundaria no había vuelto a leer nada de física salvo curiosidades puntuales.
TL: Pues para acordarte, fuiste buen alumno. Yo reconozco que estoy pez en ese tema…
CD: Siempre fue algo que me gustó, dentro de las materias que uno tiene en el secundario y el interés que puede llegar a tener en cada una de ellas puede ser bastante relativo, pero era una de las materias que más me gustaba.
TL: No sé si esta película, en cierta medida, es pedagógica…
CD: No creo que el cine deba de ser pedagógico, pero sí puede serlo. Luego ya está en cada uno lo que quiera hacer. A veces uno se lleva una enseñanza que no la había valorado como tal, pero es incontrolable. En el arte hay una parte que es la intención de los creadores, que forma parte de la gestación de su obra, y después está algo que se completa con la mirada de un tercero en otro momento, tiempo y espacio que nada tiene que ver.
TL: ¿Cómo es Pablo, el personaje que te ha pedido prestado cuerpo y talento para esta película?
CD: Es un tipo que no se preocupa por muchas cosas en la vida. No es muy amigo de los compromisos, es un tipo que va un poco por libre. Yo creo que es un gozador, con esa filosofía de vivir el ahora -algo que está tan de moda- y la lleva hasta las últimas consecuencias. Le queda mucho por aprender y madurar. En el camino se encuentra con una mujer muy bien plantada, que le va a poner un poco los puntos sobre las íes. No está acostumbrado a que nadie “le pare el carro” pero eso, al parecer, también le gusta.
TL: Es de los que avanza sin pensar en las consecuencias…
CD: Es así. Él no tiene ninguna mala intención, es de los que va tirando y a ver hasta dónde llega. No es de los que se pone límites a sí mismo, espera encontrarlos en el contexto.
TL: No sé si tienes ciertas similitudes con él…
CD: Sin duda hay un intercambio pero, en este caso, recurrí a un amigo que me hace recordar mucho a Pablo, sobre todo en algunas sensaciones que uno tiene en la adolescencia y en determinadas etapas de la vida, que son palpables, recordables y uno las puede evocar. Hay quien se detiene en esas etapas de su vida y no evoluciona. (risas)
TL: ¿Las leyes de la termodinámica son aplicables a las relaciones humanas?
CD: Yo creo que se pueden aplicar, pero no creo que se puedan considerar leyes. Yo creo que ha sido un recurso de ficción para encontrar un paralelismo, un marco para el comportamiento del protagonista que, en definitiva, lo que hace es justificar su comportamiento y su desidia en algunas situaciones de la vida, diciendo que todo está predeterminado y para qué esforzarse en conseguir algo. Pero sí es verdad que hay unos ciertos paralelismo entre la película y lo que nos ocurre en algunas relaciones humanas. Todos tenemos unas tablas impuestas, prejuicios, tradiciones que, de alguna manera, condicionan nuestro comportamiento, conforman la personalidad y nos imponen ciertas limitaciones que incluso cuando tenemos lo que más deseamos delante de nuestras narices, no somos capaces de dar el salto por miedo.
TL: O porque no nos damos cuenta de que eso es lo que queremos…
CD: Posiblemente, por eso creo que la temática de la película te da para reflexionar y para ver hasta qué punto son leyes universales o autoimpuestas las que nos impiden lograr nuestros objetivos.
TL: ¿Qué te da la interpretación que no encuentras en ninguna otra actividad de la vida?
CD: Me da la posibilidad de vivir todas las facetas. También es verdad que un actor, en sus trabajos, no logra sumergirse de pleno en cada una de las actividades de sus personajes, pero yo creo que te da como una probadita y yo soy un hombre de tapeo, así que me viene bien.
TL: Venir con los genes de la interpretación de fábrica, ¿es lo que te ha animado a proyectarte en esta profesión?
CD: Yo estoy un poco peleado con ese concepto, porque lo he oído tanto… No se puede pelear contra los genes, eso es innegable. Ahora, las formas de cómo eso afecta a las decisiones del comportamiento humano, ya es otra cosa. La genética puede conformar nuestra personalidad, nuestros instintos, nuestro material sensible de alguna manera, pero creo que lo formal tiene más que ver con el contexto. Es normal que en una familia de artistas se hable de teatro, de cine y que me críe entre camerinos y sets de filmación, como cualquier otro oficio familiar que cada uno tenga presente en la mesa donde comen todos los días. En cierta medida, eres el resultado de lo que vas mamando. Cuando algo te gusta y logras conocer un poco de ello, siempre tienes la necesidad de hacerlo.
TL: Y eso ayuda a que no sea un drama en casa porque, generalmente, los padres quieren para nosotros carreras serias y estables…
CD: Los genes no saben lo que es serio y lo que no lo es. También te digo que, en ese sentido, debe de ser muy difícil ser padre.
TL: Ya lo probarás y me cuentas.
CD: Espero que sí (risas). Me gusta que la gente que quiero sea feliz con lo que hace, lo que elige y lo que vive. Y pueda decidir el camino que le dicte el corazón y no los usos y costumbres.
TL: Tener a alguien como tu padre en casa, un dios para muchos, ¿te amilana o te activa?
CD: No tengo un dios en casa, yo solo me muevo entre humanos (risas). Los dioses quedan para otro tipo de mentalidades de sentido religioso. Te he entendido perfectamente, pero no comparto ese punto de vista. Lo que sí te digo es que no sé cómo sería mi vida sin él, por eso no puedo decirte si sería más despierto o más amilanado.
TL: ¿Le has escuchado alguna vez hablar de ti cuando no estás delante?
CD: Le he oído y he leído cosas que ha dicho, sí.
TL: ¿Y cómo se siente uno?
CD: ¡Imagináte! Yo sé realmente cómo reaccionar. Me calienta el corazón escuchar a mi padre hablar de mí, porque siempre tiene palabras más que cálidas para describirme y describir también cómo se siente él al ver cómo soy, lo que hago, el camino que llevo. Somos una familia muy compacta, muy unida, estamos todos muy presentes en los asuntos de los otros. Ahora que estoy lejos de ellos, lo que más extraño es esa cotidianidad que te comentaba, en la mesa del almuerzo con los perros encima, porque es lo que pasa en la casa de mis padres de toda la vida. Somos como una jauría que estamos siempre entre perros y ladrando. No sé si mi padre dice lo que dice porque sabe que sus palabras van a tomar entidad pública, como zorro viejo que es, o porque se siente orgulloso de verdad del hijo que tiene, lo cual me emociona.
TL: Es un buen bálsamo…
CD: No sé si un bálsamo o un incentivo. Admiro mucho a mis padres, a los dos, porque me han enseñado cosas y lo siguen haciendo todo el rato, porque son maravillosos. Sentir que dos personas de esa calidad humana están orgullosos de uno, me parece que es un estímulo para tratar de continuar y mejorar a cada rato.
TL: ¿Tienes contigo al peor crítico?
CD: Sin duda alguna, el peor está dentro de uno. A no ser que uno se encuentre a un tremendo hijo de puta en el camino con el que pueda competir por eso (risas), la crítica depende de cada uno. Hay personas que son como Pablo, el protagonista, que van a su bola. Esa actitud me parece genial y envidiable pero…
TL: Igual son más felices que los que nos cuestionamos siempre todo.
CD: A veces sí. Estoy seguro de que también se las cuestionan, pero tienen una personalidad más arrolladora con sus propios cuestionamientos, no se conflictúan tanto, no se atrapan, no le pegan la vuelta a las cosas. Yo soy un poco más enroscado y creo que soy bastante crítico conmigo mismo.
TL: ¿Si estás viendo la tele y sale una película tuya, cambias de canal para no encontrarte defectos?
CD: Depende qué película sea, pero suelo cambiar (risas). Podría dejarla pero te diría que, si hablamos de generalidades, tengo un 85% de probabilidades de cambiar de canal. Cuando veo mis películas, lo hago para tratar de aprender algo. Cuando veo la tele, que es en muy contadas ocasiones, lo hago precisamente para todo lo contrario, para dispersarme y disfrutar de momentos de evasión. No sería el momento propicio para aprender de mis defectos e intentar mejorar.
TL: ¿Qué te lleva a la taquilla del cine?
CD: Casi todo me lleva al cine. Termino en él por las razones más ridículas y las más importantes también. Me gusta mucho el cine. Me ayuda a distraerme, me ayuda a focalizar, me ayuda a entender un montón de cosas. Uno, en realidad, va al cine a sorprenderse de alguna manera y a buscar algo, aunque no sepa qué es y solo sea pasar el rato. Al cine voy a buscar sensaciones, evadirme, ser testigo de otras vidas ajenas, otros mundos y otros conflictos. A veces lo hago para, precisamente, poner un punto de comparación con mi propia vida…
TL: Pero eso puede ser un poco frustrante.
CD: Depende de lo que vea. A veces entrás a ver unos dramas increíbles y salís del cine diciendo ¡viva la vida, que feliz soy! (risas). El cine aporta de todo, esa es su magia.
TL: El Chino persona, ¿cómo ve al Chino actor?
CD: Buff, yo creo que no se reconoce mucho en el Chino actor por lo crítico que soy. Es raro porque, a veces, me critico no verme pero, al mismo tiempo, es raro que me esté buscando para analizar un personaje, por eso es raro decirte qué siento cuando me veo.
TL: ¿Cuál es ese personaje que has visto en otro y que habrías “matado” por tenerlo tú?
CD: Miles… pero hay muchos de ellos en los que todavía no estoy en la edad para interpretarlos. Yo soy de los de tiempo al tiempo. No hay que provocar los años con el maquillaje. Cuando un personaje es literalmente de 45 años, yo quiero tener esa edad o estar alrededor para interpretarlo. No digo que no se pueda hacer con ayuda, pero si es un personaje que me gusta tanto, lo quiero hacer bien. Hasta el día de hoy, solamente he interpretado un personaje que tenía ganas de hacer y para mí fue casi visagra en mi concepción como actor y en la forma de ver un montón de cosas. No me suelen dar ganas de hacer personajes que han hecho otros actores. No tengo ese tipo de fantasías, soy un poco enemigo de las expectativas. No soy envidioso y me gusta apreciarlos en ellos tal y como son.
TL: Te voy a hacer volver un poco la vista atrás. ¿Cómo recuerdas tu infancia en Argentina?
CD: Con mucha alegría. Fue una infancia privilegiada la que me tocó a mí, por contexto, por familia, por oportunidades, por grupo de amigos. Les debo mucho a los amigos, fue un grupo maravilloso que todavía hoy conservo. A mi mejor amigo le conozco desde los dos años. Nos cambiamos de colegio cuatro veces y nos sentábamos siempre uno al lado del otro. Somos un grupo compacto de siete amigos. Ninguno tiene nada que ver con el mundo del espectáculo.
TL: Tal vez eso te ayudó a tener los pies en el suelo…
CD: No sé si en el suelo pero, sin duda, creo que la diversidad, es importante en la vida en general. Agradezco la oportunidad de poder haber hecho todo este camino con ellos, porque vienen de familias distintas, de realidades distintas, conceptos y religiones diferentes. Eso me ha enriquecido mucho.
TL: ¿Qué pensarían ahora, incluso el niño que fuiste, del hombre que eres hoy?
CD: Se sorprendería/n un poco por el rumbo tomado, por los destinos, por cómo se han dado las cosas. Si me viera ahora cuando tenía 15 años ¡me metería una caña! Era terrible a esa edad, bastante rebelde, antisistema. Vería en ese chico cosas que no me gustarían nada y él vería en mí ahora otras que le sorprenderían para bien. Lo que sí destacaría es que no sé si me hubiese imaginado que trabajaría tanto para llegar aquí, porque era bastante vago a esa edad y visualizaba otro tipo de vida, pero me encanta el camino elegido.
*Localización: Festival de cine de Málaga. *Próxima semana: Antonio Banderas.