Cazando mitos del vino

Cuántas veces hemos oído campanas pero no sabemos dónde. En el mundo del vino hay más de una frase hecha que no tiene sentido pero que se utiliza "porque lo he oído”.

Como sommelier me he encontrado con infinidad de frases incongruentes a la hora de pedir el vino en el restaurante. Pero fuera del trabajo, he escuchado auténticas barrabasadas que no hacen más que el consumo del vino sea menor o inadecuado. Vamos a analizar algunas de esas creencias populares” sobre el vino que no ayudan a un consumo ameno y responsable de uno de los productos que está ligado desde hace siglos al desarrollo de la humanidad.

El vino blanco da dolor de cabeza 
Pues como el tinto… si te tomas varias botellas. Dentro de este mismo mito encontramos la típica frase: “No me vaya a traer usted un vino muy glicólico, que luego me duele la cabeza”. Pues nada. Si te enciendes y te encarnizas con el cliente y explicas las diferencias entre la glicerina y las histaminas, estás perdido. Probablemente el consumo moderado sea el mejor “analgésico”. Si bien es cierto que hay personas que son menos tolerantes a las histaminas o los taninos y esto puede producir dolores de cabeza.

Cada vino debe conservarse a una temperatura adecuada

El vino blanco muy frío y el tinto a temperatura ambiente
¡Claro que sí!… Si nos tomamos un tinto en pleno verano con el lugar donde guardas el vino a 38º centígrados, es normal que algunos lo llamen caldo. Por otro lado, tomar un tinto en Groenlandia sería una proeza sin usar un escarpe para deshacer el congelado. En cuanto a los blancos, si se toman muy fríos, todos los matices olfativos y gustativos se quedan “escondidos” y lo único que notas es lo fresquito que está y sirve para que no se te haga un nudo con la comida. Así pasa lo del dolor de cabeza…

Seco pero no afrutado 
Una de las incongruencias más escuchadas, especialmente ahora que se acerca el verano, es lo de “tráigame un vino blanco seco”.  Hasta ahí, todo normal. Ahora bien, si se mezclan otros adjetivos calificativos tal como “que sea seco pero que no sea afrutado”, el tema se complica. No todos los consumidores de vino conocen ciertos aspectos técnicos (o no) en la nomenclatura adecuada a la hora de pedir un vino. Pero sí saben elegir. Eligen lo que les gusta. Y esto es suficiente. Un vino blanco perfectamente puede ser seco y afrutado a la vez, pero, muchas veces el cliente confunde afrutado con abocado o dulce.

No hay que presumir de aspectos técnicos que se desconocen

El tapón de rosca es sinónimo de mala calidad 
Afortunadamente, esto es falso. Y no me extenderé mucho más. Buenos vinos con tapón de rosca y nefastos vinos con tapón de corcho. Ahora bien, el tipo o clasificación del vino sí tiene algo que decirnos en lo que respecta a su tapón. Pero eso, es otro capítulo. Me dejo en el tintero el rosado es para mujeres, “el cava es para los postres”, “cuanto más viejo es el vino mucho mejor”, “blancos para pescado y tintos para carne” y así, muchos más mitos que iremos “cazando” para disfrutar del vino haciendo oídos sordos.

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