La 32ª edición del Festival Castell Peralada abre sin su creadora

Maravilloso el Rèquiem de Verdi que se dedicó durante el evento a la sentida ausencia de su creadora, Carmen Mateu de Suqué.

Josep Sandoval. 06/07/2018

Lo importante no es querer, sino que te quieran. Y lo más, sentirse querido. Y eso es lo que sucedía con toda persona que hubiera conocido a Carmen Mateu de Suqué, fundadora y mecenas del festival Castell Peralada. Anoche se abrió la 32 edición de la muestra, la primera que se celebra sin ella tras habernos abandonado el pasado 24 de enero a los 81 años. A pesar de eso, Carmenchu, como la conocía  todo el mundo, estaba allí, nunca una ausencia tuvo más presencia, desde los invitados, todos amigos suyos, hasta ese fabuloso Rèquiem de Verdi puesto sobre la escena impresionante del Auditori.

Que podía tener una lectura, fruto de mi imaginación: los siete movimientos de este Rèquiem están dedicados a la memoria de Manzoni -y estrenado en el primer aniversario de su muerte-, y de todos era conocida la complicidad entre el músico y el poeta en pos de la unidad de Italia, la justicia y la libertad del Risorgimento. De ahí tal vez algunas ausencias en esos jardines del castillo, donde se celebró una cena previa y en la que tomó la palabra Isabel Suqué Mateu, hija de Carmenchu, su más hábil soporte en especial en los dos últimas ediciones del festival, y nueva presidenta de la Fundació Castell de Peralada.

Oda Suqué (de verde) con su marido, Ed Reger, su hijo y la novia de éste. Foto: Josep Sandoval

Isabel y su marido, Ed Reger, al lado de sus hermanos, Miguel y Javier, más la esposa de éste, Blanca Camín, habló con emoción de su madre en ese jardín que llevará su nombre frente a un busto realizado por la escultora Roser Serra. Palabras escuchadas en silencio, con el respeto sobrevolando la complicidad con la familia, la amistad, el cariño y el recuerdo.

En cada corrillo “estaba” Carmenchu, atendiendo, hablando, y, sobre todo, escuchando a una señora espléndida que parecía siempre ajena al dolor, aunque lo tuviera. No hacía partícipes a los demás de sus quejas, al contrario, siempre palabras de alivio, consejos, un abrazo, un cariño, una querencia que la ha hecho acreedora de un pasaporte a la felicidad eterna: haberla conocido (y disfrutado de su complicidad) es ya un lujo del que no nos desprenderemos jamás. Y que trataremos de usar en esa mismas coordenadas.

Balala Puig y su hija Marta Guillermo. Foto: Josep Sandoval

En el sereno anochecer, creíamos adivinar a Carmenchu al lado de cualquiera de sus amigas. Podría ser Dinath de Grijalbo, viuda del editor, de las primeras que abrazó a Isabel Suqué, o las fantásticas madre e hija (y cómplices) Balala Puig y Marta Guillermo. O cerca de la barra con Mercedes Arnús (espléndido collar de corales), y Paco Gaudier. Al lado de un boho chic Jorge Cerqueda, o de las encantadoras (y sexis) Eva Vilallonga y Cachito Estany, con sus maridos, Rafael Soldevila y Ramón Bordas; escoltando a la increíble Nené Hartmann o charlando de pintura con Emi y Vives Fierro.

Podíamos adivinarla atendiendo a Javier y Marisa Godoó, condes de Godó; o con los hermanos Borja e Ignacio García-Nieto. Con las hermanas Gloria y María Ventós hubiera estado de charleta musical, igual que con Javer Valls Taberner y su hija Cristina, que sigue siendo el encanto de los encantos. O discutir musicalmente sobre Verdi con dos señoras maravillosas, Leonor March y su hija, Carmen Vilardell. Alrededor de los bufetes  siempre sin probar bocado (de ahí su aérea silueta), recibiría a Jordi Miarnau, Óscar Pierre e Inma Miquel, Alfonso Maristany y Maribel Rocafort.

Dinath, viuda del editor Grijalbo; e Isa Suqué Mateu. Foto: Josep Sandoval

De libros sería al temario a la hora de departir con Josep Crehueras y su esposa, Columna Martí. Y, con todas seguridad, daría las gracias a Joan Maria Gual y a Luís López de Lamadrid por su buen hacer en la gestión cono anteriores directores del Festival. Hubiera tenido palabras amables con un reaparecido Javier Rigau que tras el asunto amoroso con Gna Lollorbígida, estaba un tanto apartado del panorama sentimental. Pero se interesaría por el Rolls Royce Silver Phantom que ha prestado para decorar los jardines del Castell de Peralada. 

Carmenchu hubiera atendido como la mejor embajadora a cargos como la consellera de Cultura de la Generalitat, Laura Borràs; el presidente de la Diputación de Girona, Pere Vil; Ciryl Piquemal, cónsul general de Francia; Montserrat Mindan, alcaldesa de Roses; Xavier Díaz, director general de lCEC; Joaquim Torrent, director general de Creación y Empresas Culturales; Ignacio Genovés, director general de Medios de Comunicación de la Generalidad de Cataluña; y a Oriol Puig, director del ServeiMeteorològic de Cataluña.

Eva Vilallonga de Soldevila y Cachito Estany de Bordas. Foto: Josep Sandoval

Tampoco hubiera descuidado a Guy Ilary, presidente de la Asociación de alcaldías de la Cataluña Norte y Mairie de Tautavel; Joaquim Gay de Montellà, presidente de Fomento del Trabajo Nacional; Domènec Espadalé, presidente de la Cámara de Comercio de Girona; Francesc Pardo, obispo de Girona;  Xavier Albertí, presidente del Consejo Regulador de DO Empordà -Costa Brava; Jordi Gual, presidente de Caixabank; Mariona Carulla, presidenta del Palau de Música Catalana; Joan Oller, director General del Palau de la Música Catalan: Valentín Oviedo, director General del Gran Teatro del Liceo, y Joaquim Garrigosa, director del Auditorio.

Extraordinarios intérpretes para el Réquiem en honor a Carmenchu. Foto: Castell Peralada

Luego, se hubiera acomodado en el palco y se hubiera deleitado con ese Rèquiem que interpretaron para ella un elenco extraordinario. Los solistas Leah Grocetto, Ejaterina Gubanova, Charles Castronovo y Alexander Vinogradov, junto al coro Intermezzo y la Orquesta Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya (OBC) dirigida por Giampaolo Bisanti. Y ahí ya fue una delicia,entre la emoción y el recuerdo, rememorando aquella otra ocasión, cuando se interpretó en el 2001 para celebrar el centenario del fallecimiento del compositor. Ahí dejamos anoche a Carmenchu en su jardín, con su música y su espíritu. Que no su alma que trataremos de mantener al lado para que nos cuide siempre. 

*Foto de portada: Josep Sandoval.

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