El AEIOU de la lucha contra el cambio climático

(A)lerta; (E)videncia; (I)niciativas; (O)portunidad; (U)nidad. Carlos Sallé, responsable del Área de Cambio Climático de Iberdrola, recurre a esta sencilla regla mnemotécnica para explicar de forma clara y hacer entendible la gravedad del problema en sus cuestiones más relevantes.

The Luxonomist. 20/08/2018

Desastres naturales, extinción de especies, refugiados climáticos, caída del PIB mundial… El calentamiento global, provocado por la desenfrenada actividad del hombre en los últimos años, ha colocado a la lucha contra el cambio climático en el foco de nuestra vida diaria. Empresas, organismos e instituciones coinciden en el gran desafío que supone promover la concienciación sobre un asunto tan complejo y transversal.

Según la Comisión Europea, los casquetes polares se están fundiendo y el nivel del mar está subiendo. En algunas zonas, los fenómenos meteorológicos extremos y las inundaciones son cada vez más frecuentes, y en otras se registran olas de calor y sequías. Es probable que sus consecuencias se intensifiquen en las próximas décadas.

El cambio climático afecta, por tanto, a todos y a todo, pero explicar su magnitud de manera sencilla y entendible para cualquier público entraña innumerables dificultades. Su radio de acción es tan extenso que tal vez el camino más corto sea preguntarnos cuáles de los conflictos actuales no tienen relación –directa o indirecta– con el cambio climático.

El deshielo es una de las formas que está adoptando el cambio climático

Así nació el AEIOU de la lucha contra el cambio climático, un juego de palabras que trata de identificar los puntos clave, asociándolos mentalmente a cada una de las cinco vocales del abecedario: (A)lerta; (E)videncia; (I)niciativas; (O)portunidad; (U)nidad. Carlos Sallé, responsable del Área de Cambio Climático de Iberdrola, ha recurrido a esta sencilla regla mnemotécnica para explicar de forma clara y hacer entendible la gravedad del problema en sus cuestiones más relevantes. El origen fue una cuestión de necesidad: tener referencias que nos permitan a todos recordar rápidamente las líneas clave de actuación durante sus argumentos. El resultado son unas asociaciones que pueden servir desde a los más pequeños hasta los más avezados:

A. Alerta: Expertos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) llevan alertando desde hace tiempo sobre el efecto del incremento de concentración de los gases de efecto invernadero en el calentamiento global, y de las consecuencias de este calentamiento: incremento en número e intensidad de los eventos naturales extremos (olas de calor, precipitaciones torrenciales, huracanes, terremotos, etc.) la desaparición de gran parte de la fauna y la flora y el incremento de lo que llamamos refugiados climáticos (poblaciones que tienen que ser evacuadas por las sequías o la subida del nivel del mar, entre otras razones). Todo esto además genera importantes pérdidas del PIB, que afecta en especial a las regiones y colectivos humanos más vulnerables.

La industria contribuye al exceso de concentración de CO2

E. Evidencia: ¿Dónde están las causas? El exceso de concentración CO2 está esencialmente provocado por un modelo de producción y consumo energético insostenible basado en la quema de combustibles fósiles, tanto en la producción de electricidad como en la calefacción de edificios, en el transporte y en la industria. Sin olvidar el mal uso de la energía en los hogares y en la industria (falta de eficiencia energética). Y no hay que olvidar la deforestación, que es también clave porque los bosques son fijadores del CO2. En definitiva, procesos con efectos devastadores para nuestro planeta que venimos acentuando en los últimos años. Y todo ello en un marco de fiscalidad en el que en vez de tener instaurado el principio de “quien contamina paga”, la no consideración de las externalidades de costes que genera la quema de combustibles fósiles, envía justo las señales contrarias, que posicionan desfavorablemente a las tecnologías no emisoras respecto de las que sí lo son.

I. Iniciativas: El cambio pasa por medidas que tomemos. Hay que descarbonizar la economía eliminando todas las fuentes que produzcan CO2 y potenciando las que no lo produzcan (energías renovables, movilidad verde en el transporte con vehículos y ferrocarriles electrificados); mejorando la eficiencia energética (aislando mejor las viviendas por ejemplo) para consumir menos; aumentando las masas forestales e impidiendo la deforestación; desarrollando políticas fiscales que implementen el principio de “quien contamina paga” al tener en cuenta la correcta asignación a los emisores del coste de las externalidades. Hay lugar para el optimismo, porque todas estas iniciativas son factibles y son eficientes en el momento actual.  Esta transición de modelo energético, además, deberá ser “justa”, con modelos de apoyo para los colectivos vulnerables.

Debemos convertir la lucha e invertir en energías limpias

O. Oportunidad: Sí, es posible convertir el riesgo que significa el cambio climático en una oportunidad si se lucha de manera correcta contra él. Por ejemplo, se pueden crear nuevos modelos de transporte sostenibles (electrificación) y competitivos, con un suministro eléctrico también limpio, autóctono y asegurado y sin perjuicio para nuestra salud. Crear tejido industrial basado en tecnologías renovables, vehículos eléctricos, bombas de calor, baterías, etc, etc.  Y que en las zonas vulnerables se implanten este tipo de modelos económicos para sustituir a los antiguos. Pero la O también puede representar los riesgos de aquellos que se Oponen a transitar hacia un modelo descarbonizado, por ejemplo porque no desinviertan en activos contaminantes que tengan o que basen sus inversiones en nuevos activos emisores.  Los riesgos son enormes, y vienen esencialmente de que estos activos se queden “varados” (stranded en jerga anglosajona), es decir, que no puedan recuperar sus inversiones porque las normativas o las restricciones les impidan funcionar.

Y esto ocurre a las inversiones en nuevas minas de carbón, o nuevos pozos de petróleo, o en centrales eléctricas que queman combustibles fósiles o a los fabricantes de coches convencionales.  El mercado de capitales presiona cada vez más para analizar la viabilidad de los planes de negocio de las empresas en relación a los objetivos de descarbonización marcados por el Acuerdo de París, acrecentado por las muevas normativas medioambientales que se producen contra los problemas de contaminación del aire (NOx, SOx, partículas), que sin ser medidas contra el cambio climático, inciden contra las mismas fuentes que las ocasionan (quema de combustibles fósiles).

U. Unidad: Las soluciones pasan por aceptar que los problemas globales solo pueden resolverse con la implicación de todos. No podemos actuar solos y de manera aislada, necesitamos alianzas como la del Acuerdo de París y acciones conjuntas de ONG, gobiernos, empresas, universidades y ciudadanos. Y ya hay muchas iniciativas, como las que lanza el C40 (asociación mundial de grandes ayuntamientos), o la Powering Past Coal (en que Países, Regiones, Estados, Empresas…se comprometen a eliminar las centrales de carbón entre 2025 y 2030), etc, etc.  Las Religiones, el mercado financiero, los organismos multilaterales… todos demandan una acción conjunta, ambiciosa y urgente.

Las renovables son el futuro

Cada una de las cinco partes permite explicar la lucha contra el cambio climático desde un prisma singular y juntas ofrecen una visión integral. El objetivo último del AEIOU de la lucha contra el cambio climático es concienciar y acercar a la ciudadanía los puntos clave de una materia tan complicada y global.

Iberdrola trabaja desde hace años en la búsqueda de soluciones a través de alianzas, inversiones, compromisos de mitigación y educación, entre otros, pues la existencia y gravedad del problema es discutida ya por muy pocos. Ya en 2015, el exsecretario de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, dejó claro que no existe un plan B, porque “no hay un planeta B”, una cita que debe marcar el rumbo de nuestras actuaciones en los próximos años. Implicará grandes esfuerzos por parte de todos, pero una de las conclusiones que cierra la teoría del AEIOU de Sallé es que “el coste de descarbonizar, es mucho menor que el de no hacerlo”.

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