Evita los lloriqueos y sácale partido a la vuelta al trabajo
La incorporación al trabajo tras las vacaciones puede vivirse con estrés o como una oportunidad para mejorar.
Estando de vacaciones son muchos los que, de forma anticipada, comienzan a sentirse quemados incluso antes de volver. Aunque el temido momento de reincorporarse a la rutina y de volver a enfrentarse con el jefe ya llegó, lo bueno dentro de “lo malo” es que supone un nuevo principio y, por tanto, una nueva oportunidad: la de arrancar el inicio del año o “vuelta al cole” con buen pie y sin derrotismos que afecten a nuestra productividad. La idea de regresar a una rutina laboral estancada, pero de la que no se puede escapar por una razón económica, acarrea a más de uno sentimientos depresivos o de indefensión: “Estoy triste”, “lo llevo muy mal”, “se acabó lo bueno”, “qué le vamos a hacer”…
Así suenan los clásicos testimonios de los viajeros entrevistados antes de subir al avión que hemos visto en la tele todos estos días. Aunque hay una pose teatral generalizada acorde a lo que se espera de ellos en esos momentos, el retorno a las obligaciones puede ser para algunos un motivo real de ansiedad y en algunos casos, de depresión. Lo que se conoce como “síndrome post-vacacional” o depresión aguda vinculada a la vuelta al trabajo tras las vacaciones, podría evitarse en gran medida cambiando los esquemas y condicionantes mentales que nos limitan por una actitud más positiva y mayor confianza en las propias posibilidades, junto con un plan de acción.
¿Qué queremos conseguir? Definamos objetivos
Quejarse y lloriquear por la falta de apreciación de nuestra valía es muy fácil. Aunque este hecho pueda estar sucediendo realmente, los lamentos con frecuencia van acompañados de una falta de acción que imposibilitará el cambio en nosotros. Por otra parte, raramente están definidos, sino que toman forma de vagas lamentaciones. Huir de la autocompasión para cambiar el chip y entrar en acción será el mejor favor que podamos hacernos a nosotros mismos y a los que están a nuestro alrededor. Si lo que queremos es mejorar nuestras condiciones o buscamos la promoción dentro de la empresa, habrá que idear una estrategia para conseguirlo.
Realismo para conseguir el ascenso
Los ascensos, ya sean laborales o económicos, no caen del cielo, sino que habitualmente obedecen a razones internas relacionadas con los intereses y objetivos que se plantea la empresa, y siempre dentro del encuadre delimitado por el departamento de Recursos Humanos y por la propia actividad corporativa. Pero además, conseguir un plan de carrera acorde con las ambiciones y capacidades personales puede ser una misión imposible si no se construyen las oportunidades para ser promovido. No quedarse atrás y luchar por el puesto que uno cree merecer será el primer paso para avanzar.
Los psicólogos concuerdan en que cualquier mejoría laboral se debe a algo, y en que casi nunca ocurre por casualidad. Así, podría decirse que el ascenso será la consecución a una forma de trabajo, en combinación con una forma de ser flexible y positiva. Esta es precisamente la aproximación tomada por coachs y psicólogos expertos en psicología positiva: la de conseguir relacionar los resultados que se obtienen en la oficina con las variables personales. Haciéndolo así, uno mismo se dará cuenta de la importancia que cobran factores como la autoestima y el tener una percepción realista del entorno y de la propia actitud.
Los resultados de aplicar estos principios serán espectaculares: sólo el tomar conciencia del concepto “Yo puedo cambiar esta situación, y en mi mano está” reorientará a la persona hacia un cambio positivo, que se generaliza también a otras parcelas de su vida.
Quejarse no ayuda
No todas las empresas cuentan con un plan de carrera para sus empleados y, en estos casos, los nombramientos y las buenas oportunidades se suceden de forma algo improvisada y de acuerdo a las necesidades empresariales que van surgiendo. Ante un panorama tan desalentador, “¿qué se puede hacer?” Existen algunas fórmulas universales para ponerse en posición de ganar.
- Mantener una actitud positiva: tener buena cara en el trabajo es fundamental para que los jefes te tengan en estima y cuenten contigo.
- Ser competitivo: Evitar comportamientos irresponsables, trabajar por objetivos con constancia, actitud y responsabilidad.
- Hacer equipo: Un dicho oriental reza que “solo se puede llegar más rápido, pero acompañado se puede llegar más lejos”. Trabajar las relaciones sociales y hacer “net-working” ayuda.
- Huir del pensamiento “loser” y tomar modelos positivos, sin contagiarse por actitudes pesimistas que acoten la capacidad de actuación.
- No limitarse a los modelos convencionales y aplicar el lateral thinking que propone Edward Bono, alumbrando los problemas desde puntos de vista diferentes a la lógica más ortodoxa para encontrar nuevas respuestas a problemas ya conocidos.
En suma: evitar los lloriqueos para centrarse en la acción, aunque sólo sea por no amargar a los familiares que están en el entorno, y, sobre todo, ¡por no fomentar la autocompasión! Feliz vuelta al trabajo.