Meghan Markle lo ha vuelto a hacer

Amy Pickerill, asistenta de comunicaciones de la duquesa de Sussex, abandona su trabajo y se suma a la larga lista de bajas que acumula desde hace unos meses.

The Luxonomist. 12/03/2019

Tres, cuatro… da igual el número de subordinados que han dejado de trabajar cerca de la duquesa de Sussex en los últimos meses. Meghan Markle es un auténtico quebradero de cabeza para los recursos humanos del palacio de Kensington. “Algo pasa con Meghan”, suspiran por los rincones de palacio algunos de los más ilustres moradores, que ya no ocultan su preocupación ante la escalada de personas de la más directa confianza que han dejado a la duquesa en la estacada.

Amy Pickerill, con la que llevaba trabajando desde 2016 y que formaba parte de su equipo de comunicaciones, ha sido la última. Renuncia en diferido no obstante porque esperará unas semanas para dejar su cargo. Lo hará después de que los duques de Sussex se muden a la residencia de Frogmore Cottage, en Windsor, tras nacer el primer hijo de la pareja.

 

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Aunque el carácter de Meghan se sitúa como primera causa posible, algunos tabloides británicos señalan que todos estos cambios en el entorno de la duquesa están plenamente estudiados y responden a una estrategia de protección. La popularidad de la actriz ha alcanzado un calibre extraordinario y no se veía una cosa igual a nivel mediático desde la llegada de Diana Spencer. Un camino que no quieren volver a recorrer, ni para bien, ni para mal. Indican además que si pasa a un segundo plano, Meghan Markle reduciría su presencia pública y por lo tanto necesitaría también menos asesores.

Veremos qué derroteros toma el asunto, pero está claro que la mano de la reina Isabel II podría estar detrás de todos los movimientos que afectan a la duquesa de Sussex. Sin ir más lejos, hace una semana, Meghan Markle y su cuñada, Kate Middleton, permanecieron casi ausentes durante un acto oficial en el que se homenajeaba al Príncipe Carlos. La propia Reina habría establecido que ambas permanecieran en un segundo plano, incluso sin saludarse, para no quitar protagonismo a su hijo.

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