Cathy Guetta, el presente de la ex de David Guetta

La ex mujer del exitoso DJ, David Guetta, ofrece un espectáculo en Barcelona que solo hace recordar, vagamente, a quien fuera la sombra y 50% de un tándem perfecto.

Josep Sandoval. 18/03/2019

En los éxitos de pareja siempre hay uno que marca la voz cantante y otro que, en la sombra, resuelve los conflictos interiores. En el caso de David y Cathy Guetta, él aportó el éxito y ella el engranaje que hace que todo se mueva sin que falle nada. Cuando rompieron, él siguió funcionando como DJ de éxito y ella se quedó con los niños mientras discutían por repartir la fortuna amasada con esta profesión tan novedosa.

Este fin de semana, él se paseaba por las playas de Miami con una nueva novia, Jessica Lendon, de 27 años (David y Cathy están en los 51), que aglutina las facciones de la despechada cuando tenía esa edad. Al mismo tiempo, Cathy se preparaba (sin novio -aclaró-) para una de sus sesiones en Gatsby de Barcelona.

 

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Walking into the weekend!!! ❤this woman @jessledon . . . #miamibeach #weekend #chill #love

Una publicación compartida de David Guetta (@davidguetta) el 15 Mar, 2019 a las 2:46 PDT

Ilusión y grandes recompensas

Pero echemos la vista atrás y situémonos a finales de los años 80´. Ibiza empieza a pintar el mundo con su color especial y las cerezas de Pachá empiezan a florecer. En la disco hay fiestas a diario, la mejor se llama F***k Me I AM Famous y la dirige una pareja peculiar, David y Cathy Guetta. Son jóvenes, tienen toda la energía de un mundo al que se van a comer a bocados.

Vienen de París, donde han tenido un restaurante; ella ha dirigido Bains Douches, la disco más ‘In’ de la ciudad (reconocible como Blue Parrot en el filme de Polanski ‘Frenético’); y él es DJ, una profesión en alza por la que pocos apuestan. Aterrizan en Ibiza y Ricard Urgell les da su primera oportunidad en Pachá: todos se hacen de oro.

 

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I can’t wait to be back @ultra miamiiiiiiii . . #UMF #ultramusicfestival #miami #umf2019

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De noche, David pincha y Cathy organiza, selecciona y dirige. De día, la pareja recorre las playas con su utilitario pegando posters de las sesiones allí donde les dejan, reparten flyers por todo local que pisan… ellos se lo hacen todo y el éxito y el dinero llaman a su puerta que ellos abren sin problemas.

Pasan los años y llegan los hijos, Elvis y Angie. David se convierte en estrella con Cathy siempre a la sombra. Tienen líneas de producto, él empieza giras, viaja en avión privado y cobra hasta 200.000 euros a la hora por pinchar, excepto en Pachá, que lo hace por la mitad por aquello del agradecimiento. Incluso apadrinan una discoteca en el propio aeropuerto de Ibiza. Allí ya vi que la ingenuidad de la pareja se había diluido en la vanidad de la fama. Hicieron esperar a la prensa dos horas y media para aparecer tonteando como dos adolescentes.

 

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🇮🇱 Israël, thx for this amazing show. I was so happy to be back 🙏🏼🙏🏼

Una publicación compartida de David Guetta (@davidguetta) el 24 Sep, 2018 a las 11:06 PDT

La inevitable aparición de la fama

Años después coincidí con David en el mismo hotel de Milán, el Principe de Savoia, y ya era distinto. Rodeado de un séquito de secretarias y ayudantes (cinco en total), parecía hablar en ex cátedra y ordenaba al tiempo que hablaba.

Poco o nada quedaba ya del David de los tiempos de Ibiza, cuando en las charlas con Gaultier, Jean Pierre Bua y Luis Balagué era el fantástico y divertido DJ que levantaba la pista cuando le venía en gana. Hablamos, medio disfracé una entrevista y se fue casi sin avisar. Estaba en la cima del mundo.

Espectáculo de Cathy Guetta en el Gatsby de Barcelona. Foto: Marco Roncevic

La Cathy del presente

La otra noche vi a Cathy en el Gatsby, no me quedé a ver su show, ‘Cathylicious‘. Me tuvo esperando más de una hora mientras repasaba su peluca (que no se quita nunca) para aplazar la cita para el día siguiente. No accedí porque para entonces ya sabía de su nueva andadura. Decoró su casa ibicenca, escribió un libro, ‘Baños de noche’ y ha empezado ese show donde asegura que hace de introductora, canta “un poco” y baila.

Me dio un poco de lástima verla allí rodeada de brillos falsos, globos dorados, cirugías varias que han logrado redibujar su cara (con gracia), con una secretaria, una asistente de prensa, un relaciones públicas y un manager que no apareció por lado alguno. Me temí lo peor. Desistí y buceé en el recuerdo que, al menos esta vez, fue mejor. La nostalgia es un error, escribió un día José Luis de Vilallonga. A veces, querido amigo, es un alivio.

*Foto principal: Marco Roncevic.

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