Las marcas de lujo son un filón para L’Oréal
Prada ha sido la última en rendirse a los encantos del gigante francés de la distribución cosmética y de perfumes.
Lo que antaño era para L’Oréal un segmento de ingresos casi recurrentes se ha convertido en uno de los pilares de sus resultados. Su peso no ha dejado de crecer en los últimos años y el lujo supone más de un tercio de los ingresos del grupo (34,8 % en el primer semestre del año) sólo superado por los productos de consumo, que lideran la facturación de L’Oréal con un 44 %.
No es de extrañar que siempre que haya posibilidad de incluir marcas comerciales de renombre, allí estará el grupo francés para realizar una oferta. Sucedió hace unos días con Prada, cuyos productos cosméticos comercializaba Puig, y que ya forman parte del extenso portfolio de marcas de lujo controladas por el grupo francés. L’Oréal asume el desarrollo y comercialización de los productos de casas de lujo tan emblemáticas como Lancôme, Giorgio Armani, Yves Saint Laurent Beauté, Kiehl’s, Ralph Lauren o Cacharel.
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L’Oréal le quita a Puig otra marca de lujo
Se estima que los ingresos que pueden generar los productos bajo la marca Prada estarían cerca de los cien millones de euros, cantidad sin duda muy atractiva para L’Oréal. “Estamos muy contentos de haber firmado este acuerdo de licencia. Prada es uno de los actores más respetados en la industria global del lujo y la licencia le dará a L’Oréal Luxe el complemento ideal para su cartera de marcas icónicas”, ha asegurado Cyril Chapuy, máximo responsable de la división de lujo de L’Oréal.
La española Puig ha sido la damnificada en este asunto, porque en menos de un año ha visto como abandonaban su protección la citada Prada y Valentino, ambas para recalar en L’Oréal. Veremos cómo afectan estas ausencias a los ambiciosos objetivos fijados por el grupo español, que basa su crecimiento futuro sobre todo en dos marcas, Carolina Herrera y Paco Rabanne, para llevar la facturación anual hasta los 3.000 millones de euros allá por 2025.
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