MANEL LOUREIRO: «La gente brillante es una cura de humildad permanente»

Amalia Enríquez. 24/12/2020
Foto: Javi Collazo

En él no funciona la leyenda de que «el hombre no puede hacer dos cosas al mismo tiempo”, porque este gallego no podría vivir sin hacer, por lo menos, seis. De niño, Manel Loureiro era hiperactivo y, como herencia, le ha quedado cierta anarquía en su modo de trabajar, pero le funciona a las mil maravillas. No en vano, sus novelas han sido traducidas a más de veinte idiomas y es uno de los pocos escritores contemporáneos, en lengua hispana, que ha logrado vender más de 200.000 ejemplares en Estados Unidos. Su última novela, ‘La puerta’, está ya en la tercera edición. Va tan rápido que igual, cuando leáis estas confidencias, ya contabiliza una más…

The Luxonomist: Siempre hay una primera vez para todo. ¿El thriller te ha creado adicción?
Manel Loureiro: He descubierto que es un género que no solo me gusta como lector, sino que además es un terreno en el que me siento tremendamente cómodo como escritor. Tan, tan cómodo, que pretendo quedarme por aquí una temporada. Con mi toque personal, eso sí.

TL: Una puerta en lo alto de la montaña… ¿una metáfora del éxito que uno ansía siempre?
Manel Loureiro: No lo había visto desde ese punto de vista. Puede que haya algo freudiano en esa imagen, aunque en este caso la puerta es un lugar real. Quizá ambas cosas se hayan mezclado en mi cabeza, no lo sé.

TL: ¿Crees en la leyenda de que, cuando se cierran puertas, se abren ventanas?
Manel Loureiro: Soy más pragmático y proactivo. Cuando se cierran puertas, hay que abrir otras de inmediato. O un boquete en la pared, si es necesario. Lo único que uno no puede hacer es quedarse aporreando la puerta. Hay que seguir moviéndose hacia adelante, siempre.

TL: “Soy un poco Forrest Gump”. ¿Alusiones cinematográficas para definirte?
Manel Loureiro: Cuando escribo soy obsesivo y perfeccionista como Jack Torrance en El Resplandor, aunque sin hachas ni intentos de homicidio. Cuando viajo, doy conferencias o hago el indio en televisión, soy persuasivo y encantador como Frank Abagnale Jr. en “Atrápame si puedes”, pero sin estafar a nadie. Y cuando estoy en mi casa, soy hogareño y tranquilo como el protagonista de una sitcom familiar, pero sin risas enlatadas cada dos por tres (o eso espero).

“La belleza facilita las cosas, engrasa las relaciones y abre puertas”

TL: ¿Te apuntas a la comunicación con el más allá?
Manel Loureiro: No. Paso. No tengo ganas. Sea lo que sea lo que se esconde al otro lado de la muerte, no tengo ganas de descubrirlo antes de tiempo. Y, de hecho, espero tardar mucho, pero mucho, en averiguarlo. Al fin y al cabo, es el único viaje que podemos estar seguros de que todos vamos a compartir en algún momento así que… ¿Por qué apresurarse?

TL: ¿Nos hemos perdido a un gran abogado?
Manel Loureiro: El mundo ha perdido un abogado muy locuaz, pero a cambio ha ganado un escritor inquieto y con la cabeza siempre en ebullición. Espera, a lo mejor el verbo “ganar” no es el más indicado…

TL: ‘Galicia calidade’ ¿Y Pontevedra?…
ML: Galicia, siempre. Poseo ese trozo de ADN retorcido que tenemos los nacidos a este lado del Telón de Grelos, que hace que nos sintamos atraídos por nuestra tierra como las virutas de acero por un imán. Tarde o temprano, por muchos tumbos que vayamos dando por el mundo, siempre acabamos orbitando hacia casa. No sé si es el aire, el clima o algo que tiene el agua… Sea lo que sea, si nos hemos inventado la palabra “morriña” para referirnos a la sensación de nostalgia, por algo será. Amo profundamente Galicia, nunca lo he ocultado. Y Pontevedra es mi ciudad y por eso siento como mía cada una de sus calles.

TL: ¿Se puede ser imparcial cuando los sentimientos entran en juego?
ML: No, es imposible. Lo que se puede hacer es intentar disimularlo lo máximo posible o, en casos excepcionales de gente muy ecuánime, intentar controlar los sentimientos para que triunfe la razón. Yo, desde luego, no soy capaz.

TL: ¿La forma más elegante de decir adiós?
ML: Que te recuerden siempre con una sonrisa y un punto de nostalgia. Siempre he aplicado aquella máxima de que uno no debe ser jamás el último en irse de una fiesta, ni quedarse demasiado tiempo como invitado en casa ajena. Y, si a la despedida a tiempo le sumas un pequeño gesto de cariño, unos días después (un mensaje, un pequeño regalo, pero siempre de forma inesperada) el efecto es aún mejor.

TL: ¿En qué situación has dicho “chapeau”, me quito el sombrero?
ML: En muchas, muchísimas. Me gusta rodearme de gente brillante en lo suyo y aprender de ellos todo el rato. Es una cura de humildad permanente y además una buena lección vital.

“Cuando escribo soy obsesivo y perfeccionista”

Foto: Ricardo Pérez

TL: ¿Qué te gusta hacer a tu manera?
ML: Mi manera de organizar el trabajo. Pero es tan peculiar que a la mayoría de la gente le suena muy extraña. Básicamente consiste en estar haciendo muchas cosas simultáneamente. Parece imposible, pero se puede hacer y a mí me funciona.

TL: ¿Qué es lo que mejor se te da hacer?
ML: Estaba a punto de escribir  “muchas cosas”, pero me he dado cuenta de que iba a sonar presuntuoso y que, además, a lo mejor no son TANTAS las cosas que hago bien. Mira, una que se me da bien es hablar en público. Supongo que es una herencia de mi época de abogado. Y escribir, claro.

TL: Si pudieras ser otra persona o cosa, ¿por qué /quién optarías?
ML: Ser el primer ser humano que pudiese contactar y comunicarse con una civilización inteligente de otro mundo, de forma pública y universal. De suceder algo así, supondría  el mayor salto de la Humanidad desde que aprendimos a controlar el fuego. Más que cualquier otro descubrimiento. Estar ahí sería un privilegio histórico inigualable.

TL: ¿Qué ha sido lo que realmente ha marcado tu vida?
ML: El día que, totalmente bloqueado en mi despacho, mientras redactaba una demanda particularmente densa y complicada, decidí apartar aquel texto farragoso a un lado y me puse a escribir una historieta ligera para despejar mi mente. Con el tiempo, aquel relato terapéutico se transformó en una historia, la historia en un fenómeno viral, el fenómeno en un libro, el libro en un best seller y, de golpe, me cambió la vida por completo.

TL: ¿Qué pone en tu estado de WhatsApp?
ML: ¡Adivina! Pone “Escribiendo…«.

TL: ¿A quién meterías en una máquina del tiempo?
ML: Si solo puede ir uno, me pido el asiento. ¡Imagínate, poder viajar en el tiempo! Pero si hay más de un viaje y es para cambiar el curso de la historia, supongo que metería al chino que hace un año, más o menos, caminaba alegre hacia el mercado de Wuhan pensando: “Mira, hoy me apetece un caldito de murciélago”.

“Soy un escritor inquieto y con la cabeza siempre en ebullición”

TL: ¿Qué locura has hecho para conocer a uno de tus iconos?
ML: Una vez, hace años, Ken Follet vino a España a presentar uno de su libros. Por entonces Juan Gómez-Jurado y yo estábamos en la misma editorial que él y nos invitaron a asistir al acto. Al acabar la presentación, había un coctel VIP al que nosotros dos no teníamos acceso. Éramos poco más que unos críos así que armados de desvergüenza nos colamos a través de las cocinas del centro de eventos donde tenía lugar el acto y nos plantamos en la zona reservada con todo el aplomo del mundo. Acabamos tomando copas con Ken Follet en un reservado, charlando de mil cosas. Por cierto, intenté emborracharle. Salió mal. Y yo, peor.

TL: ¿A qué eres inmune?
ML: A muchas cosas, pero eso implicaría descubrir alguno de mis miedos y flaquezas, así que creo que me lo voy a reservar.

TL: ¿El insulto hace callo?
ML: El insulto no hace daño, pero sin duda molesta. Eso sí, la experiencia te ayuda a desarrollar una piel de elefante que hace que los insultos, si llegan, no crucen tu coraza. Es algo muy importante en estos tiempos de trolls de redes sociales y sobreexposición mediática.

TL: ¿Marca España es…?
ML: Marca España es demostrar con hechos ahí fuera que lo que hacemos aquí es tan bueno o mejor que lo que puedas encontrar en otros países. Tenemos el potencial, el capital humano y toneladas de talento y lo estamos probando desde hace años en muchísimos campos. Ah, y sacarse la caspa del derrotismo y la leyenda negra de encima también ayuda a la Marca España, que el autoodio no lleva a ningún parte.

TL: ¿Qué no falta nunca en tu maleta?
ML: Libros, muchos libros y un montón de pares de calcetines de más. Como si me fuese a vivir fuera dos semanas. Tengo una obsesión con eso, no sé a qué se puede deber.

TL: ¿La suerte es más definitoria que el talento?
ML: El éxito es una mezcla equilibrada de un 70% de trabajo duro, un 20% de talento y un 10% de suerte. No vale de nada que tengas dos elementos si no tienes el tercero, la mezcla será inerte hasta que juntes los tres. Con esto quiero decir que, aunque en cantidades diferentes, todos son igual de importantes.

TL: ¿A qué te suena la vida?
ML: A aventura, a emoción y descubrimiento constante, a que cada día puede traer un nuevo desafío, una nueva aventura, un nuevo viaje, otro proyecto excitante. Si no fuese así, sería muy aburrida.

«En mi maleta siempre hay calcetines de más, tengo una obsesión con eso»

Foto: Ricardo Pérez

TL: ¿La belleza da poder?
ML: La belleza facilita las cosas, engrasa las relaciones y abre puertas. No da poder en sí misma, pero ayuda a acercarse. Y mucho.

TL: ¿El dolor más intenso?
ML: Me imagino que asistir a la muerte de un hijo. Y deseo con todas mis fuerzas no experimentarlo nunca. Jamás.

TL: ¿Ser elegante es…?
ML: Creo que ser elegante es tener aplomo para estar siempre a la altura, sin importar cuales sean las circunstancias. Saber comportarse en todo momento y tener un estilo propio, definido y claro. Y defenderlo con espontaneidad y de forma natural.

TL: ¿Qué te hace perder la templanza?
ML: Muy pocas cosas, pero jamás he soportado a los abusones ni a los acosadores. Ver a alguien sufrir bullying es algo que me hace hervir la sangre y me encabrona bastante.

TL: ¿Con quién compartirías la cena de tus sueños?
ML: ¿Vivo o muerto? La lista sería demasiado larga…

TL: ¿Esa crítica que, por ser verdad, más te ha dolido?
ML: Que soy tumultuoso cuando trabajo. Me duele porque es cierta. Soy muy anárquico en mi forma de trabajar, quizá porque era un niño hiperactivo y mi manera de combatir ese hándicap ha sido siempre estar haciendo seis cosas simultáneamente. Para los que me rodean es desesperante, porque parece que no me concentro en nada en concreto por más de media hora, pero a mí me funciona. Eso sí, a cambio soy muy ordenado, casi prusiano, en lo que me rodea. Odio ver una habitación desordenada.

TL: ¿La pregunta que no te he hecho y te habría gustado?
ML: ¿Por qué estás sonriendo ahora mismo? ¿Qué te tiene tan contento?

Subir arriba

Este sitio utiliza cookies para prestar sus servicios y analizar su tráfico. Las cookies utilizadas para el funcionamiento esencial de este sitio ya se han establecido.

MÁS INFORMACIÓN.

ACEPTAR
Aviso de cookies
Versión Escritorio