#CloseTo Elena Furiase: «Queremos tener familia numerosa»

Dice que nunca se ha visto a la sombra de su madre y que se siente reconocida y querida. Ahora atraviesa uno de sus momentos más dulces tras dar a luz a su primer hijo, Noah Sierra Furiase.

Amalia Enríquez. 16/10/2018

La casualidad, el destino o, tal vez, el mismo Noah al saberse centro de nuestras confidencias, quisieron que coincidiera en el tiempo esta conversación, que tuvimos hace unos días, con el acontecimiento más esperado. A Elena Furiase la he visto nacer, crecer y convertirse en la madre que hoy es. Vino al mundo con los destellos de los flashes pegados a su piel, pero la única luz que le deslumbra es la de los genes raciales que corren por sus venas. Ha respondido a la llamada del arte con el respeto de quien venera la memoria ancestral de su abuela. Y es que descender de Lola Flores y, por ende de Lolita, exige, como poco, tener un máster en carisma y poderío.

The Luxonomist: Sin guion, ya sabes…
Elena Furiase: Podrías hacer tú sola las respuestas sin equivocarte en nada. Contigo no hacen falta ni preguntas…

TL: Eso tiene su riesgo, así que no hables más de la cuenta…
EF: Contigo no tengo medida (risas), pero sé que nunca dirías nada malo de mí ni de mi familia, así que ¡dispara!

TL: Volvamos la vista atrás entonces. ¿Recuerdas el momento de: «Mamá, papá ¡quiero ser artista!»?
EF: (risas) No hubo ningún día en especial. Desde niña me gustaba mirarme en los espejos, ser muy teatrera, me encantaba que me presentaran y aparecer de detrás de una cortina. El artisteo siempre estuvo ahí, pero no me he dado de cuenta de que esto es lo mío hasta ahora, que lo estoy viviendo y disfrutando.

Acaba de dar a luz a su primer hijo y ya piensa en tener más. Foto: Juan Tejada

TL: ¿Y te acostumbras a llevar esta vida “en primera persona”?
EF: Ha sido un cambio, la verdad. Mi relación con la prensa sigue igual, porque desde niña me he desenvuelto entre los focos, pero se me hace muy raro cuando me llaman para algo y la única protagonista soy yo. Ahora soy el centro de atención, me cuidan, los que están a mi alrededor es por mí. Es una sensación rara, pero ¡me encanta! ¿Y sabes una cosa? Cuando voy por la calle y me reconocen, ya no soy la hija de Lolita, soy Elena Furiase. Ahí sí que noto el cambio.

TL: ¿Crea adicción ser el centro de todo?
EF: Síiiiii (risas) ya sabes que yo siempre he sido muy egocéntrica. Siempre me ha gustado llegar a una fiesta y que todos me miraran o que esté hablando y que todos me escuchen. Mis amigas, cuando empiezo a hablar, siempre dicen:”¡foco!” y hacen la señal como que encienden uno para que me sienta en mi ambiente, pero también tengo claro que debo tener cuidado, porque no siempre me van a admirar por lo que haga.

TL: Cuando decides seguir la estela artística, ¿tu madre intenta disuadirte o te da consejos?
EF: Nadie podía hacerme cambiar de opinión, así que me dijo que hiciese lo que me gustara pero que no dejase de estudiar, porque hacer algo de provecho en los estudios en la familia Flores ¡no venía nada mal! (risas). Siempre me ha apoyado, lo sabes. Si yo ahora estoy aquí es porque mi familia ha estado siempre a mi vera.

TL: ¿Produce vértigo haber nacido en esa familia?
EF: No he conocido otra. Cuando era niña, era algo que asumía con total naturalidad, pero a medida que he ido creciendo y que la gente me admira más por ser una Flores, pues me intimida un poco porque implica mayor responsabilidad y respeto. Yo creo que paso un examen todos los días

TL: ¿Sientes que te exigen más?
EF: Sí, pero lo asumo con naturalidad. Sé que me miran con lupa, porque mi familia ha dejado mucha huella, mucho arte desde hace cantidad de años. Supongo que esperan que dé la talla. Yo creo que no lo estoy haciendo tan mal y confío, no sólo en dar la talla, sino en mejorar la raza (risas).

 

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TL: Tuvo que desaparecer tu abuela para que a tu madre le valoraran su talento. ¿Tienes la sensación de que se repite la historia en ti?
EF: No. Mi madre es mucha madre y, al margen de la pasión de hija que siento, creo que es una artistaza increíble, que toca todos los palos, que es muy cercana, que se come el mundo. Es amable, muy profesional, que pocas veces ha perdido la compostura… pero Lola Flores era Lola Flores, no ha habido otra igual, era única. Hacía sombra a todas, incluida a su hija. Ha sido la primera y la más, una leyenda. A su lado era imposible sobresalir, porque su fuerza lo concentraba todo. Yo creo que me pesa más ser la nieta de Lola Flores que la hija de Lolita. Nunca me he visto a la sombra de mi madre porque ella ya se preocupa de no hacérmela.

TL: ¿Es tu peor crítica y tu mayor fan?
EF: Sin ninguna duda ¡ya la conoces! Siempre me dice lo que piensa y cuando es algo malo, lo adorna para que quede bien, evitando siempre hacerme daño. Nunca olvido que es mi madre y que puede no ser objetiva pero, aun así, cuando tengo una duda o algún miedo, a la primera que se lo voy a contar es a ella.

TL: ¿Cómo sobrevives a sus opiniones?
EF: Escuchándole y apropiándome de lo mejor. Mi madre es muy visceral, es de las que dice lo primero que se le viene a la cabeza. Hay que reposar lo que me aconseja y luego tomar la decisión correcta.

TL: ¿Recuerdas el mejor piropo que te ha dicho?
EF: Que le habría gustado ser como yo de jovencita, pero también tiene sus arranques ¿eh? Un día estábamos almorzando en casa con un grupo de amigos y uno de ellos dijo: ”La mejor actriz de la familia es Elena”. Le salió el temperamento Flores y dijo: ”No, perdona, aquí la mejor actriz de la familia soy yo. A mi hija, como actriz, le doy una patada”. Creo que esa ha sido la peor crítica que me ha hecho (risas).

TL: ¡Cómo te ha cambiado la vida en los últimos tiempos!
EF: ¡Ya ves! Con un niño ya. Sabes que tenía ganas de ser madre. Solo faltaba encontrar a la persona apropiada, y Gonzalo lo es. Me lo ha demostrado siempre y, de manera especial, en todo mi embarazo. Me ha cuidado, mimado y compartido todo, menos los antojos porque no he tenido. No creo en ellos, pienso que es un tema mental. Ahora bien, te reconozco que no he podido resistirme a las patatas fritas de bolsa al punto de sal y al tomate natural.

 

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TL: ¿Cómo entra Gonzalo en tu vida?
EF: Yo le conozco desde hace seis años. Siempre vino muchísimo a casa porque es hermano de mi hermano Guille, como sabes. Siempre hubo una atracción, pero al principio era muy leve porque él tenía sus parejas, yo las mías y nunca pasó nada, pero siempre había un algo, un cariño especial. Hasta que el año pasado, surgió. Estábamos los dos en un momento delicado por temas personales… y ocurrió.

TL: Todo pasa por algo…
EF: Y el niño vino sin buscarlo. El embarazo nos sorprendió y nos cogió en un momento en el que estábamos super tranquilos porque no íbamos a por él.

TL: ¿Cómo recuerdas ese momento?
EF: Al principio nos dio mucho vértigo y no fue fácil. Yo tenía ganas de ser madre pero, cuando llega el momento, te das cuenta de que no calibras bien las cosas que quieres y, cuando te ves en la situación, te quedas sin reaccionar. Yo pasé por una serie de sensaciones y, eso sí, nunca pensé en quitármelo, sobre todo porque va en contra de mis principios. Yo no juzgo a nadie cuando lo hace, pero ni se me pasó por la cabeza aunque no contáramos con él. Me he dado cuenta de que un embarazo tiene sus luces y sus sombras.

TL: ¿Qué dijo tu madre cuando supo que Noah venía en camino?
EF: Fue la más feliz de todos y esa felicidad me dio mucha tranquilidad. Gracias a mi familia y a la de Gonzalo, los dos nos hicimos más fuertes.

TL: Presiento que con tu hermano no fue tan fácil…
EF: A Guille, al ser su amigo, al principio le costó todo mucho más. Era su amigo del alma con su hermana. Si las cosas no salían bien, ¿qué iba a pasar con su amistad? Ahora está feliz, contento, a Gonzalo le llama cuñado (risas).

TL: ¿En qué te ha cambiado la vida él?
EF: En bastantes cosas. Hasta ahora, las relaciones que yo había tenido eran como muy dependientes de mí. Él no. Gonzalo es un muy resolutivo, si no tiene trabajo lo encuentra, es super cariñoso y nada dependiente de una mujer. Eso me gusta porque yo siempre he sido muy complaciente e incluso un poco machista porque siempre estaba pendiente de lo que quería mi pareja y de hacerle lo que necesitara. No soy nada machista pero, en algunos comportamientos, creo que me he pasado. Con Gonzalo he encontrado la igualdad a nivel pareja.

TL: ¿Cómo lleva tu exposición mediática?
EF: Él es muy discreto y quiere seguir siéndolo. Como nos conoce de toda la vida, sabe de qué va el tema pero, al principio, se agobió un poco porque le descolocó el revuelo que se organizó por saber quién era él. Yo intento que él siga manteniendo su anonimato, por eso evitamos posar juntos.

TL: Ahora vas a saber lo que es compatibilizar vida familiar y trabajo…
EF: ¡No veas! Vida, trabajo, pareja e hijo (risas). La vida me cambió en el momento en el que me quedé embarazada. He renunciado ya a muchas cosas desde ese momento. Me he dado cuenta de que lo más importante es tener un motivo. Cuando he tenido esos momentos de duda sobre si sería capaz de ser madre o de vivir la experiencia bien, mi mayor preocupación siempre ha sido que mi bebé estuviera bien. Era mi única motivación. Ahora entiendo cuando la gente dice una madre es una madre, sin menospreciar a los padres ¿eh? porque, si yo no tuviera a Gonzalo en esta aventura, otro gallo habría cantado. Me he dado cuenta de lo importante que es la pareja, su presencia y apoyo. Y mira que yo era de las que me quería inseminar y ser madre soltera, ya lo sabes.

TL: ¿La maternidad es adictiva?
EF: No lo sé del todo, pero te aseguro que queremos tener familia numerosa. Hay días que me pregunto si tendré la capacidad de saber criarlos y de darles todo el amor que necesitan. Sé que eso no se aprende, que está dentro. Y tengo mucho cariño que dar, por eso sé que los quiero tener.

*Localización: La Moraleja. *Próxima semana: Javier Rey.

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