La delicadeza de ser perfumista
El perfume, en muchas ocasiones, se convierte en nuestra seña de identidad. Es ese olor que nos identifica y nos hace sentir únicos.
¿Cuál es el primer olor que recuerdas? Esa fue una de las preguntas que respondieron ayer durante la mesa redonda con los Académicos de Número de la exclusiva Academia del Perfume. Muchos de ellos, rememoraron su tierna infancia en las casas de campo de sus padres y abuelos, donde el limón y la naranja predominaban. El olor de las flores en el cabello de su madre, la siempre útil y presente agua de colonia en la que los bañaban…
Y es que ser nariz, no es solo cuestión de olfato, sino también de oído y memoria. Algunos lo llevaban en la sangre, como se suele decir. Como Emilio Valeros, que nació en un seno familiar en el que el perfume era ya una profesión. Recién retirado, explicaba que “nunca dejas de ser perfumista, es algo que está adherido en tu ADN”. O como Agustí Vidal, que no nació ni estudió para ser perfumista, su vida le llevó por la música, pero descubrió que el perfume es un arte y como tal podía albergar en un frasco, también, notas musicales. Decía que al oler ciertos aromas podía oír a Bach, Vivaldi o Chopin.
La cultura del perfume
Y es que en España, el perfume siempre ha estado ahí, forma parte de nuestra cultura. “Nos han enseñado desde pequeños a oler bien, a que el buen olor es sello de buena educación”, explicaba durante el acto el maestro perfumista Alberto Morillas. Y la verdad es que así es. Pero aunque este aroma nos haya acompañado durante nuestras vidas, muchos no sabemos oler. No sabemos distinguir.
Y ese es uno de los principales objetivos de la Academia del Perfume, como bien expusieron ayer Carlos Benaim, Olivier Cresp, Rodrigo Flores-Roux y Jordi Fernández. Todos desean compartir, enseñar y difundir el lenguaje del perfume y hacer públicos conocimientos que muchos ignoramos, porque no ahondamos más allá de que algo “te huela bien o mal”. La idea es que sepas diferenciar qué elementos comprenden ese perfume. Qué hace que te guste tanto y quieras que sea tu seña de identidad.
Como decía Val Díez, directora ejecutiva de la Academia, muchas veces es la memoria la que nos marca las pautas. Y siendo honestos, tiene toda la razón. Porque, ¿quién no quiere sentir la añoranza de un buen recuerdo en su piel?