¿Es normal que los niños mientan?
En algún punto de la infancia los niños comienzan a mentir
Todos los niños mienten y lo hacen desde edades muy tempranas. Lo que comienzan siendo mentirijillas sin importancia que no van más allá de una pequeña manipulación en la guardería se van volviendo, con los años, mentiras más elaboradas. Pero, ¿por qué lo hacen? Y, sobre todo, ¿es normal que los niños mientan? Descubre las razones por las que los niños empiezan a mentir y lo que puedes hacer al respecto.
Son muchos los padres que se alarman o escandalizan cuando descubren que sus hijos mienten. Las primeras mentiras muchas veces suceden en el ámbito educativo. Así, cuando llaman del colegio advirtiendo de lo que ha pasado, a cualquier progenitor le pueden sacar los colores, por buena educación que haya procurado dar a sus hijos. Las razones para mentir son múltiples, algunas meramente evolutivas, pero no por ello hay que dejar de prestarles atención.
La mentira como estrategia
Los niños pronto se dan cuenta de que mentir es una fórmula bastante efectiva para conseguir ventajas o evitar regañinas. Y siendo algo que hacen todos, se observa que unos niños mienten más que otros. Por eso los progenitores con varios hijos notarán muchas diferencias entre los hermanos. En este sentido, los niños más “mentirosillos” serán generalmente aquellos a los que les ha funcionado mejor la mentira hasta el momento. Además, tenderán a mentir más los pequeños, como mecanismo de defensa y adaptación a un entorno con gran competencia.
¿Por qué mienten?
Al igual que sucede con los adultos, las mentiras tienen unos propósitos muy básicos:
Tratar de conseguir alguna ventaja material
Cuando son muy pequeños, en el caso de los niños, la mentira será para obtener juguetes y golosinas o tiempo extra de juego. Cuando son un poco más mayores ya podrán mentir para conseguir dinero en pequeñas cantidades para sus gastos.
Demanda de atención en un entorno con mucha competencia
Esto sucede en las familias con varios hermanos y habitualmente en los menores, que se sienten un poco invisibles. Estos hermanos pequeños podrán elaborar mentiras simplemente para hacerse notar y reivindicar su espacio y protagonismo en la familia. Además, lo harán antes y mejor que sus hermanos mayores, al aprender por imitación y desarrollar la habilidad de negociar y defenderse.
Búsqueda de reconocimiento social
¿A quién no le gustan los aplausos? Los niños son especialmente sensibles al refuerzo social y a veces usarán la mentira para otorgarse méritos. En otras ocasiones el niño mentirá para obtener algún tipo de premio o refuerzo social. El clásico “colgarse una medalla” de los adultos.
Intento de evitar un problema o las consecuencias negativas
Cuando se miente no siempre se busca obtener algo. Muchas veces el pequeño, simplemente, tratará de evitar conflictos. Por ejemplo, que le eche la bronca la seño por haber hecho algo malo. En términos de condicionamiento se trataría de eludir el castigo o las consecuencias de esos actos.
Las mentiras más frecuentes en niños
Negar cosas que han hecho
Por ejemplo, que han estado cotilleando en los armarios y cajones de los padres, en la despensa o en cualquier otro sitio de la casa. Esto nos puede llevar a preguntarnos, no ya por qué mienten los niños sino por qué hacen lo que hacen. Las razones para hacer este tipo de cosas es el de tener acceso directo a algo para lo que, de otra manera, no tendrían permiso. La buena noticia es que denota que es un niño tan curioso como inteligente.
No admitir que han cogido comida sin permiso
Como en el caso anterior “robar” comida es otro claro ejemplo de cómo el niño reconoce la autoridad, el bien y mal, pero decide saltárselo. Al fin y al cabo es mucho mayor su amor por las chuches y las galletas que su temor a ser descubierto y regañado.
No reconocer alguna picia
En algunas de las “expediciones ilegales” de los niños, y en sus comportamientos no autorizados, es posible que líen alguna y rompan algo. En estos casos será esperable que mientan, y lo harán no sólo por las consecuencias, sino también por la vergüenza de decepcionar a los padres.
Los niños también dicen mentiras “socialmente piadosas”
Como adultos, sabemos que a veces corresponde decir mentiras sociales o piadosas, por mera educación. Por ejemplo, hay que contestar que uno está bien cuando le preguntan qué tal en el ascensor, en vez de compartir las miserias, aunque se esté fatal. Igualmente, cuando nos regalan algo solemos decir que nos gusta aunque no sea así.
Pues bien, al igual que los adultos, los niños también incurren en estas mentiras sociales desde edades tan tempranas como los tres años. Una serie de estudios sobre la mentira infantil realizada por la doctora en psicología Victoria Talwar en Canadá así lo pusieron de manifiesto. Cuando se les daba a los niños un regalo decepcionante, decían que les gustaba. Pero a diferencia de los adultos, según explica esta doctora, los niños más pequeños lo hacían por el temor de que el adulto se enfadara con ellos y no tanto para no disgustarlos. Eran, por tanto, mentiras más centradas en sí mismos que en el otro. Por otro lado, tampoco eran capaces de elaborar las razones para defender por qué les gustaba el regalo. A partir de los 11 años, en cambio, observaron que las mentiras eran por educación y con total conocimiento de causa, para no herir los sentimientos del adulto.
En general, según apunta Talwar, debido a su desarrollo neurológico, los niños muy pequeños no entienden bien el concepto de la mentira e incluso nos acusarán a los adultos de mentir si, por error, les damos un dato incorrecto. Esto quiere decir que los padres debemos tener cuidado a la hora de comprometerte a algo con ellos. Si les prometemos ir al cine el domingo a ver una película y luego no la emiten, según su interpretación literal, les habremos mentido.
Cómo actuar ante las mentiras infantiles
De no corregirse, las mentiras pueden convertirse en un hábito del niño para conseguir cosas o salir bien parado de ciertas situaciones de conflicto. ¿Cómo hacerlo bien?
La mentira infantil hay que integrarla dentro del apartado educativo como cualquier otro asunto. A la hora de corregir a un niño que miente es importante hacerlo de la manera que le resulte lo menos humillante posible. Esto es, sin avergonzarlo o hacerle sentir humillado o mal respecto a sí mismo.
Como sucede en otros aspectos de la educación, siempre será mejor incidir en el refuerzo de las conductas positivas que en el castigo de las negativas. Así, centrándonos en explicarle por qué valoramos que no mienta conseguiremos, con el tiempo, corregir comportamientos y criar a niños íntegros en valores. Una fórmula siempre acertada será a través de la metáfora y la lectura de cuentos infantiles con mensajes acerca del papel de la honestidad.