El plan secreto de William y Kate para una tarde de viernes
Los príncipes de Gales acuden de incógnito a una conocida casa de subastas para observar de primera mano la colección personal del conocido anticuario Robert Kime.
Robert Kime nació meses después de terminar la Segunda Guerra Mundial. Su pasión eran los objetos antiguos y la arqueología. Tenía tan buen ojo, que en una cuidad en plena reconstrucción, el joven pronto acaparó el interés de numerosos coleccionistas. Mientras estudiaba en el Worcester College de Oxford solía escaparse los jueves a la vecina Burford. Allí hacía buenos negocios entre las tiendas de chatarra y antigüedades. Así se pagó sus estudios universitarios… y su afición le hizo rico.
Kime falleció a finales de agosto del año pasado de forma repentina. Pasó a la historia a los 76 años como uno de los anticuarios y diseñadores de interiores más relevantes del siglo XX e inicios del XXI. Era el diseñador de cabecera de Carlos III, de la aristocracia inglesa y de numerosas fortunas en Europa y Estados Unidos.
William y Kate visitaron la subasta de Robert Kime
No extraña por ello que los príncipes de Gales hayan acudido hasta la casa de subastas Dreweatts donde salen a la venta casi mil objetos de su colección personal. Lo hicieron el viernes por la noche. De incógnito, eso sí. Fue una visita privada que al parecer ambos disfrutaron bastante.
No ha trascendido si el príncipe William y Kate Middleton se interesaron por algún objeto en concreto o si pujarán por alguno de los lotes de la colección. En cualquier caso, seguro que están atentos al desenlace de la venta que estará activa desde hoy y hasta el próximo viernes; y por la que Dreweatts espera recaudar millón y medio de libras en total.
La subasta ofrece objetos de todo tipo
Alastair Langlands, que escribió un libro sobre su legado, asegura que el anticuario era capaz de crear «habitaciones en calma, retiros de las preocupaciones de la vida de oficina, santuarios del mundo ajetreado y siempre son sumamente cómodos».
Con esta descripción no es extraño que en la subasta de Robert Kime se puedan adquirir objetos de todo tipo. Desde porcelanas chinas hasta máscaras egipcias, cuadros, lámparas de cristal o alfombras persas. «Al estar asociadas con el pasado y el presente, sus habitaciones se vuelven atemporales», aseguraba Langlands.