(Foto: Gtres)
Una camiseta que perteneció a Michael Jordan acaba de convertirse en el recuerdo deportivo más caro de la historia. Sotheby’s ha confirmado que la puja por ella se cerró ayer por poco más de 10 millones de dólares. Cifra que está por encima de la elástica que usó Diego Armando Maradona en el partido contra Inglaterra del Mundial de 1986. Con ella marcó el llamado gol de la Mano de Dios y se vendió el pasado mes de mayo por 9,28 millones de dólares.
La cifra ha sorprendido especialmente a la casa de subastas, que estimaba que la prenda podría alcanzar entre los tres y cinco millones de dólares. Unas cifras bastante alejadas del magnífico precio final.
Sotheby’s ha certificado que la camiseta fue usada por Michael Jordan durante su última temporada en los Chicago Bulls. En concreto, el jugador más legendario de la NBA la llevaba puesta el 3 de junio de 1998, cuando jugó el primer partido de la final de ese año.
Los Bulls comenzaron con mal pie y perdieron ese encuentro frente a los Utah Jazz por tan solo tres puntos, después de una prórroga. Jordan jugó 45 minutos con ella y anotó 33 puntos. Lo cierto es que no existen muchas camisetas que salgan a la venta del legendario jugador. Sobre todo que pertenezcan a esa mítica serie final de seis partidos que supuso la despedida de un equipo de leyenda.
The last dance (El último baile), como ha sido llamada esa temporada para los Jordan y los Chicago Bulls, ocupa un lugar especial en la memoria de todos los aficionados al baloncesto. Al inicio de la misma, el entrenador Phil Jackson acudió al despacho del director general del club. Jerry Krause, que hasta ese momento había tenido la mejor intuición deportiva de la NBA en una década, le dijo que no iba a seguir en la temporada siguiente.
“Este va a ser tu último año. No me importa si ganas 82 partidos seguidos, este será tu último año aquí”, le espetó Krause al entrenador. El directivo comenzó a justificar su decisión en privado y en público diciendo que la franquicia necesitaba renovarse. Incluso menospreció a al equipo más laureado de los Chicago Bulls asegurando que “los jugadores no ganan campeonatos, las organizaciones sí”.
Michael Jordan, que ya había dicho que no jugaría nunca en otro equipo que no fuera dirigido por Phil Jackson, se conjuró en el vestuario con su mano derecha en el campo, Scottie Pippen. Ninguno de los tres tenía una buena relación con Jerry Krause y se sintieron sentenciados. Enrrabietados, se unieron a Dennis Rodman, Steve Kerr, Toni Kukoc y el resto de la plantilla en una temporada histórica que culminó con el sexto y último anillo de campeonato de la NBA para el club.
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