El domingo 30 de enero fue un día muy grande para el deporte español. Y podría haber sido más impresionante si la selección sueca de balonmano no hubiese metido un gol de penalti, con el marcador 26-26 y el tiempo a cero. Esta mala pata ha privado a nuestro balonmano del tercer título de Europa consecutivo. Nuestros Hispanos consiguieron, eso sí, una muy meritoria medalla de plata.
Un domingo de enero con mucho protagonismo para los deportes minoritarios. No había jornada fútbol de primera división, y teníamos la posibilidad de ver, en una hora decente, la final del Abierto de Australia. Y es que desde que empezara su aventura en el torneo nos hemos tenido que levantar a las 4.30 para ver los partidos del manacorí.
Rafael Nadal, que ha pasado a la historia por convertirse en el primer y único tenista en conseguir 21 títulos de Grand Slam, se enfrentaba a un grandísimo tenista que en los próximos años dará muchísimo más que hablar, el ruso Daniil Medvedev, vigente campeón del Abierto de Estados Unidos.
El comienzo del partido fue algo decepcionante, ya no solo por el bajo nivel de juego algo raro en Rafa, sino por su aparente estado físico. El ex tenista y analista Roberto Carretero afirmaba en Twitter: «Acaba de empezar, pero lo que más me preocupa es ver ya a Rafa sudar tantísimo, esperemos que se hidrate mucho».
También el exnúmero uno del mundo de la ATP Evgeni Kafélnikov indicaba en redes sociales: «Si Nadal pierde el primer set, el resto del partido será un paseo para Medvédev». Sin embargo, se equivocó totalmente, pues en el segundo set Nadal jugó ya de manera muy contundente, aunque le faltó acierto y algo de fortuna en los momentos claves. El resultado 2-0 en sets para el ruso.
Al principio del tercer set las estadísticas basadas en la Big Data le daban un 96% de posibilidades al jugador ruso y un 4 % a Rafa Nadal. La situación fue agravándose en el sexto juego en el que con su servicio perdía 0-40, lo cual suponía que de perder un punto más le daba ya el camino libre al título a Medvédev. No sucedió, y comenzó con un par de dejadas prodigiosas a labrarse la épica de nuestro tenista. Una lucha que superó holgadamente las 5 horas.
Ambos finalistas ya habían invertido más 17 horas de juego antes de comenzar su final, y los dos habían sufrido muchísimo para derrotar en cinco sets a dos grandes tenistas canadienses como Shapoválov y Auger-Alliassime.
Este sobreesfuerzo fue mucho más meritorio en el caso de Nadal. El español venía de recuperarse de una lesión seria, de haber superado la covid, y de sufrir meses de ausencia en la alta competición. Pero llegó a este Abierto de Australia con un nivel físico prodigioso. El resto de sus muchos y glosados valores nunca los perdió.
El Big Data se equivocó y Kafélnikov rectificó, quedando rendido a la gesta de Rafa: «Nadal es oficialmente el mejor de todos los tiempos», sentenció. Y Roberto Carretero, como tantos en nuestros hogares, lloró de la emoción.
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