El Real Madrid, como ya había hecho frente a los serbios del Partizan, recurrió ayer en Kaunas (Lituania) a la épica para conseguir su undécima Euroliga. Una competición en la que ha sorteado todo tipo de dificultades. Primero por un muy mal comienzo en las eliminatorias de cuartos de final contra el Partizán de Belgrado. Un equipo con peor plantilla pero con un entrenador muy experimentado y laureado en competición europea de alto nivel como Zeljiko Obradovic.
El conjunto blanco vio que se ponía la eliminatoria 0-2 (un triunfo serbio más eliminaba al R. Madrid) y que perdía a varios de sus mejores efectivos. Sancionados tras una deplorable pelea al final del segundo encuentro y que sirvió para descalificar hasta final de temporada a entre otros, un jugador determinante como Guerschon Yabusele.
Los madridistas tuvieron, además, el contratiempo de las lesiones de otros jugadores grandes, interiores como Gabriel Deck y Vincent Porier. Tras conseguir ganar los dos encuentros en Belgrado ante 20 mil enfurecidos espectadores, se jugaba en Madrid el quinto y definitivo encuentro. Corría el minuto nueve del tercer cuarto cuando el Partizán alcanzó la máxima diferencia de 18 puntos. Algo que parecía imposible remontar.
Sin embargo, ahí es cuando apareció la épica de los grandes jugadores madridistas, que ya han resultado ser campeones en otras ediciones de Euroliga, Mundiales o Europeos. Los Sergio Llull, Rudy Fernández y sobre todo Sergio Rodríguez el Chacho cogieron las riendas del partido para conseguir ponerse por delante solo falta de dos minutos para el final en una actuación memorable. Se ganó el quinto partido por 98-94 uno de los mejores encuentros de los muchos buenos encuentros que se han podido ver en el Palacio de la calle Goya.
En la semifinales contra el FC Barcelona– mismo rival de la edición del año pasado- tras un inicio titubeante de los blancos, con mucho acierto por parte del equipo catalán desde la línea de tres, apareció un inmenso Eddy Tavares. Hizo un partido épico con más de veinte puntos y 10 rebotes para un 39 de valoración. Datos que le convirtieron en uno de los tops de la historia de las finales de la Euroliga. Además, el defensa había logrado neutralizar a Mirotic, la estrella barcelonista. El equipo blanco recurrió para ello, y ante la falta comentada de efectivos, al bisoño jugador Eli Ndiaye, que salió de inicio. El partido acabó con victoria madridista por 78-66.
Esperaba en la final el mejor equipo de la Euroliga en la temporada regular: el Olympiacos griego. Había sufrido en la semifinale y tuvo que anotar un 21-3 de parcial en el tercer cuarto para ganar al Mónaco, sorprendente invitado de esta edición de la final de la Euroliga. El equipo monegasco llegó a tener una ventaja de 19 puntos en el marcador.
Consciente de las limitaciones sobre todo en defensa el entrenador madridista Chus Mateo realizó un valiente planteamiento en defensa, bastante inusual en los tiempos modernos: la defensa zonal. Inusual pues es un tipo de táctica que permite a los tiradores rivales lanzar con cierta facilidad, algo que sí que hicieron con acierto durante gran parte del partido el equipo griego. Pero al final empezaron a fallar y la estrategia resultó fructífera.
El combinado madridista que había ido a remolque gran parte del partido, gracias de nuevo a sus jugadores nacionales, con un magnífico triple de Sergio Rodríguez y un tiro más cercano en parábola de Sergi Lull colocaban al Real Madrid un punto por delante a falta de 3 segundos. En la última jugada los griegos tiraron para ganar, pero fue un lanzamiento forzado por la buena defensa madridista.
Fue un lujo ver a jugadores nacionales disputando los minutos decisivos, junto con dos extranjeros de prestigio como Musa y Hezonga. Revivir las defensas en zona. O que vuelva a tener importancia el juego de un pívot grande como Tavares. Nos recordó aquel baloncesto que se jugaba en los 80 y que como a la móvida musical de aquella época, tanto y tantos añoramos.
Cabe destacar que el Real Madrid Junior también ganó, el mismo día y en la misma ciudad, la Euroliga de su categoría al Next Generation Select Team por 71-60. Lo hizo gracias al gran planteamiento de su entrenador Javier Juárez y a una destacada intervención de su principal figura Jan Vide. Un brillante jugador esloveno, como lo es también un tal Luka Doncic, que ganó también en su día está competición y ahora es uno de los mejores jugadores del mundo.
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