Según la Oficina de la Propiedad Intelectual de la Unión Europea la industria cosmética perdió cerca de 839 millones de euros antes de la pandemia del Covid. Algo que aumentó exponencialmente tras la misma al potenciarse el teletrabajo, lo que fomentó el comercio electrónico. Sólo en Estados Unidos, el mercado de los cosméticos falsificados asciende cada año a unos 75 millones de dólares, lo que representa aproximadamente el 8% de las ventas totales.
En España, el sector cosmético y de artículos de cuidado personal es la tercera industria que más pérdidas económicas sufre por culpa de las falsificaciones y del comercio ilícito.
Las incautaciones de productos falsificados de perfumería y cosméticos se duplicaron con creces a finales de la pasada década y, a día de hoy, siguen mostrando esa tendencia en una industria en pleno auge. El peso de la industria cosmética en todo el mundo ascendió a unos 380.200 millones de dólares en 2019 y se espera que crezca a 463.500 millones de dólares en 2024.
Estos escalofriantes datos no sólo reflejan un grave perjuicio económico, sino también un gran peligro para la salud de los consumidores. Y es que los productos cosméticos falsificados son de baja calidad y no tienen ningún control sanitario. Con el aumento de las ventas del comercio electrónico, las oportunidades de falsificación han aumentado proporcionalmente. Según datos recientes de Statista, el portal alemán de estadísticas online, las ventas del comercio electrónico representarán el 8,6% de todas las ventas de cosméticos en 2024.
Sin embargo, son las redes sociales la que juegan un papel más importante en este cambio de hábitos a la hora de comprar cosméticos falsificados o no. Sobre todo gracias a los influencers y sus consejos y tutoriales de maquillaje. Con todos estos contenidos sobre belleza al alcance de la mano, los consumidores consideran innecesario visitar tiendas físicas para obtener asesoramiento personal -la fórmula que triunfaba en el pasado-. Cuando todo el mundo compraba en las tiendas, cualquier impresión negativa podía abordarse fácilmente en conversaciones cara a cara. Sin embargo, las marcas están ahora expuestas a las incontestables y virales malas reseñas de productos.
SICPA, multinacional dedicada a diseñar soluciones y sistemas para evitar el fraude y las falsificaciones, dispone de herramientas para combatir los problemas a los que se enfrenta esta industria. Algunos son la falsificación, alteración de productos y fisuras en la cadena de suministro, devoluciones con fraude de garantía, terceros turnos de producción no autorizados, mercados paralelos… protegiendo así tanto la reputación de las marcas como la salud de los consumidores.
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