La invasión de Ucrania por parte de Rusia está influyendo negativamente sobre el crecimiento de las economías del G7 a través de tres canales principales. En primer lugar el impacto de las sanciones occidentales que deprimirán el comercio con Rusia; en segundo lugar los precios globales más altos para las materias primas, fundamentalmente de productos energéticos y alimenticios; y en tercer lugar las interrupciones en la cadena de suministro. A esto se añaden los cuellos de botella inducidos por el coronavirus, notablemente por el confinamiento de Shanghai, segunda ciudad china.
En total se estima que el crecimiento mundial sufrirá un golpe de 0,5 puntos porcentuales este año para, previsiblemente, situarse a un nivel cercano al 3,5 % en 2022; por debajo del pronóstico anterior a la guerra del 4 %.
Las consecuencias de la invasión de Ucrania para Rusia
Resulta evidente que serán las economías de Rusia y Ucrania las más afectadas por esta desgraciada invasión que ya tantos miles de vidas humanas y millones de desplazados está costando. Se estima que la economía rusa se contraerá, en el mejor de los casos, alrededor de un 10% este año. Será el peor resultado después de la crisis financiera de 1998.
En este sentido, las sanciones provocaron un desplome del rublo, a lo que las autoridades del país respondieron con una serie de medidas y de control de capitales que han hecho que se recupere la moneda rusa. No obstante, no se ha podido frenar el aumento desbocado de la inflación que mucho está pesando sobre los hogares.
En cuanto a la inversión, se hundirá en medio de enormes salidas de capital y pérdida confianza empresarial. Muchas contrapartes comerciales evitan las importaciones de petróleo mientras Rusia busca el apoyo de China; algo que compensará solo en parte la salida de empresas occidentales en el país.
La durísima situación de Ucrania y Europa
Este duro pronóstico es muy leve en comparación con la situación en Ucrania. Su economía registrará una recesión del 47% este año, en medio de enormes pérdidas humanas, la destrucción de la infraestructura y las sombrías perspectivas para la reconstrucción del país.
El resto de economías europeas están también muy expuestas a las consecuencias de la guerra en Ucrania. Por ahora, los efectos más negativos de las sanciones sobre la UE están siendo limitados ya que las importaciones de energía rusa están, de momento, excluidas de gran parte de ellas.
Sin embargo, el aumento en los precios mundiales de las materias primas (no solo para hidrocarburos, sino también para metales y cereales) se están sumando a la ya alta inflación e interrupciones en la cadena de suministro que ya pesaban sobre la recuperación posterior al coronavirus.
Previsión de crecimiento en la zona euro
Debido a su alta exposición al conflicto bélico las autoridades de la UE han revisado fuertemente a la baja su previsión de crecimiento en la zona euro para 2022. Lo han hecho hasta alrededor de 3,3% (frente al 4% anterior), debido fundamentalmente al shock de oferta y energía derivados de la guerra en Ucrania, que reducirán casi 1 punto porcentual el crecimiento de Alemania, Francia (0,7 puntos porcentuales) e Italia (un 1 %).
España también ha revisado a la baja y de manera más drástica sus previsiones de crecimiento post Covid. En anteriores estimaciones se anunciaba un optimista 7 % reducido en estos momentos a un 4,3 %. El dato de inflación de mayo de nuestro país (8,7 %) es, sin duda, descorazonador.
Riesgo de estanflacción en EEUU
El impacto de la guerra en la economía de EEUU deriva principalmente de un aumento en precios de las materias primas. Una inflación más alta merma el poder adquisitivo de los hogares y provoca que la Reserva Federal de EEUU endurezca agresivamente su política monetaria. Se estiman hasta siete subidas de tipos de interés para este año (de 25 puntos básicos cada una) y varias más para 2023.
Un ajuste más agresivo deprimirá la demanda y la confianza, acrecentando los riesgos de estanflacción. Así, en estos momentos se estima un crecimiento del PIB real de EEUU del 3 % este año (por debajo del pronóstico anterior del 3,5 %). Ya antes del shock energético actual, las presiones salariales debidas al calentamiento de la economía de EEUU había impulsado un crecimiento considerable de la inflación en el país.
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