Si rascamos entre los valores de lujo europeos, LVMH se postula como una de las niñas bonitas a ojos de los inversores. No es para menos. Desde el pasado mes de octubre sus acciones se han revalorizado alrededor de un 30 por ciento, lo que supone duplicar el comportamiento del resto de sus homólogas en el sector e incluso el MSCI Europe. Sin embargo, si tanteamos a sus accionistas, muchos han puesto de manifiesto su falta de apego al archiconocido logotipo LV, especialmente el monograma que estampa en muchos de sus productos. Esta falta de interés implica que para muchos inversores, el uso continuado de la marca podría acabar devaluando el nombre de la compañía y sus productos, rebajando así el poder de percepción de la empresa de lujo.
«Existe cierta sobreexposición y aburrimiento», explica Melanie A. Flouquet, analista del sector para J.P. Morgan Chase. Aún así, en Wall Street los analistas tienen una mayor simpatía por el logotipo de LV que muchos inversores de la compañía, especialmente si se compara con otras marcas, como Gucci, por ejemplo. Esto sucede porque, en el caso de Louis Vuitton, su emblema eleva el poder adquisitivo de la marca, algo que no ocurre con otras marcas. «El uso del logotipo en modelos de gama alta como el bolso Capucines limita mucho el riesgo de alienación del consumidor fiel a la marca», justifica Flouquet.
En cierta forma aquellos que han querido asesinar el logo de la compañía de buena parte de sus productos están equivocados. Si echamos un ojo a líneas como los bolsos Alma y Motaigne, éstas se han convertido en todo un best seller mientras que los productos para conmemorar el aniversario del monograma han volado de todas las tiendas.
Uno de los pilares sobre los que se apoya Louis Vuitton es la gran variedad de formas y logos asociados a su marca y con los que puede seguir jugando en el futuro. 2014 podría calificarse como el año del monograma pero a medio y largo plazo los modelos Damier y Epi podrían ser el objeto de atención para la innovación de la marca. Al mismo tiempo, la compañía sigue centrada en el lanzamiento de otros productos de gama alta para mantener así tanto su diferenciación como distinción del resto de competidores.
Es curioso como los logotipos de lujo suelen sufrir el impacto de las tendencias y el frenesí de las tendencias de moda. «Hace dos años, la norma era un lujo implícito y la ausencia de logotipo», explica la analista de J.P. Morgan. «Desde mediados de 2014 hasta el momento, el logotipo vuelve a estar de moda y pensamos que LV está bien posicionado de cara a este renovado interés por los emblemas», añade.
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