La pequeña localidad suiza de Davos acogió la semana pasada la cita político-económica más importante del año. El denominado Foro Económico Mundial (también llamado Foro de Davos), donde más de 3.000 empresarios y mandatarios de todo el mundo debatieron sobre los retos más importantes del momento. La crisis en Venezuela, la situación económica, el cambio climático o la desigualdad fueron algunos de los temas que dominaron esta edición de 2019. La misión de este encuentro es mejorar el estado del mundo mediante el análisis del panorama internacional y poder identificar retos, desafíos y oportunidades.
Y entre ellos está, como no podría ser de otra manera, el cambio climático. António Guterres, secretario General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), hizo un llamamiento a actuar a la élite política y económica mundial, confesando que el cambio climático va más rápido que nosotros y que estamos perdiendo la carrera, lo cual podría ser una tragedia para el planeta.
El presidente de Iberdrola, Ignacio Galán, por su parte, aseguró que el coste de la descarbonización es sensiblemente inferior al riesgo de la inacción. Asiduo a este encuentro, se posicionó claramente diciendo: “Las compañías estamos preparadas para invertir en la transición energética y las entidades financieras están dispuestas a aportar la financiación precisa. Solo hace falta que se eliminen las barreras y que se propicie una asignación equitativa de los costes para alcanzarla”.
Sin duda, el mundo está tomando conciencia de la gravedad del asunto y Galán es partidario de aplicar el principio de “quien contamina, paga”, lo que implicaría “eliminar los subsidios a las tecnologías más contaminantes, que alcanzaron los 300.000 millones de euros solo el año pasado; poner un precio a las emisiones de CO2 que impulse el cambio tecnológico; incentivar las inversiones y la innovación en el ámbito de las tecnologías limpias, y repartir de manera coherente los costes entre los diferentes sectores”.
Es labor de todos frenar el cambio climático y construir un mundo mejor para el futuro. Los beneficios no serían meramente medioambientales, sino que, como apunta el presidente de Iberdrola, implementar estas acciones repercutiría positivamente en la dependencia energética, la seguridad del suministro, los precios de la electricidad y algo más importante aún: la mejora de la salud.
Apostar por energías renovables es una opción laboral en auge, ya que, según la Organización Internacional del Trabajo, por cada empleo perdido se crearán cuatro nuevos en sectores de futuro como las renovables, la movilidad eléctrica o la edificación sostenible.
Iberdrola, durante los últimos 20 años, avala que “su compromiso con la lucha contra el cambio climático no solo beneficia al medio ambiente, sino también a los accionistas y a la sociedad en general”, como reconoce Galán. La compañía lidera la transición energética hacia un modelo sostenible a través de sus inversiones en energías renovables, redes inteligentes, almacenamiento de energía a gran escala y transformación digital para ofrecer los más avanzados productos y servicios a sus clientes. Gracias a su apuesta por las energías limpias, es una de las compañías con menores emisiones y un referente internacional por su contribución a la lucha contra el cambio climático y a la sostenibilidad.
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