¿Has creído que hay algo más allá de los cinco sentidos? La RAE define el sexto sentido como “la capacidad de percibir de manera intuitiva lo que de ordinario pasa inadvertido”. Una definición que abre las puertas a un horizonte muy sugerente que está en nosotros y pocas veces, o menos de la cuenta, reparamos en él. Pero con la que la comunidad científica no estaría demasiado de acuerdo. La clasificación sensorial es de hace, nada menos que 2300 años, cuando Aristóteles lo estableció así en el Tratado de Anima. Mucho tiempo ha corrido desde entonces y descubierto científicamente.
Desde la neurociencia se habla de experiencias sensoriales como reacciones a estímulos externos. Existiendo de ese modo, más allá de los sentidos conocidos, otros como la precepción: Conocimiento de en todo momento el estado de longitud y tensión de nuestros músculos. Los llamados propioceptores, los órganos tendinosos de Goldi y los receptores articulares, envían información a la médula espinal, no a la corteza cerebral como los sentidos clásicos. Así como también se incluyen los movimientos reflejos, no voluntarios, y que provocan, entre otras cosas, que no perdamos el equilibrio.
La propiocepción sería pues nuestro sexto sentido. Uno de los más importantes informando de la posición de nuestro cuerpo y captando sensaciones internas de nuestros músculos, tendones y articulaciones. Pero también colabora en respetar el espacio interpersonal, respetando la distancia física que todos necesitamos. La llamada activación de reflejos que nos permite coger cualquier objeto que es lanzado es poner en marcha nuestra propiocepción.
Este sentido, como el resto, puede desarrollarse más a través de la práctica. Sin embargo, aunque desde la neurociencia nos confirmen que existen otros sentidos, también la ciencia ha investigado sobre el sexto sentido, al que se le llama popularmente tener desarrollado el ‘poder de la intuición’, y ha llegado a conclusiones reveladoras como que también puede desarrollarse con la práctica. La llamad ‘voz interna’, según pruebas de resonancia magnética realizadas por el Instituto de ciencias del Cerebro Riken, “la intuición se ejercita como un músculo“.
También conocido como ‘corazonadas’ o ‘tener un pálpito’ está muy presente en la mujer y en los niños. Al ser adultos dejamos de dar protagonismo al hemisferio derecho y confiar en el instinto, priorizando la socialización que activa nuestro lado izquierdo del cerebro más de acuerdo con la lógica.
Todavía se está lejos de captar la esencia de ese sentido que ha inspirado tanto en libros y películas, pero lo que hay de cierto es que los seres humanos contamos con esa habilidad innata que, como el resto de los sentidos, algunas personas desarrollan más que otras.
Todo se complica cuando más se va sabiendo de la existencia de distintos tipos de conectores sensoriales que tiene mucho más que ver con nuestras experiencias pasadas o nuestra memoria que se activa como dispositivo reflejo ante cualquier circunstancia. Aristóteles ha quedado, después de mucho tiempo, obsoleto con sus cinco sentidos. Está por ver si nos ponemos de acuerdo en cuántos son los que poseemos.
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