La industria que da color a la ropa es de las más contaminantes del planeta por la cantidad de productos químicos que utiliza (colorantes sulfurosos y dicromatos), cómo los desperdicia y dónde van a parar. La tendencia actual es obtener tintes más respetuosos con el medio ambiente con la consecuencia, eso sí, de que las prendas en el mercado tienen precios más elevados.
La opción ecosostenible es la de utilizar derivados de las plantas, insectos, hongos o minerales. Nada nuevo si tenemos en cuenta que antaño, para tener ropa de color, se tenía que recurrir a la naturaleza.
Uno de los colores más complicados de conseguir si hablamos de ropa, es el negro. Su dificultad radica en el mantenimiento del tono en los tejidos. De hecho, hace muchos siglos vestir ropa negra era símbolo de riqueza y una auténtica misión imposible hasta el descubrimiento de América. Con la llegada de los españoles al Nuevo Mundo se descubre un árbol, el palo de Campeche, con el que se consigue fijar la tonalidad oscura en el textil.
Cuando volvieron a España, los conquistadores regalaron a Felipe II el citado palo de Campeche y la cochinilla, que tiñe de rojo. El monarca fue consciente de que si convertía en moda esa tonalidad, la Corona obtendría grandes ingresos. Así que decidió quedarse con el color negro para la corte y ceder el rojo para la Iglesia.
En aquel entonces España logró que el tono oscuro se identificase como el más elegante de toda la paleta cromática. En contra de lo que comentaban los detractores extranjeros, la utilización del negro no tenía nada que ver con el estado de ánimo del Rey. Éste acababa de quedarse viudo de su tercera esposa, Isabel de Francia. El motivo para vestir de negro, por tanto, fue una cuestión económica.
La moda por el negro continuó en la corte española hasta que la dinastía francesa reinó en nuestro país. Entonces, Felipe V impuso la moda de Versalles, con colores llamativos y tejidos barrocos. Nada que ver con la sencillez de las prendas negras que se lucían en palacio. A partir de ese momento el negro se utilizaría también para reflejar el luto por alguien.
En el siglo XIX, con la aparición de los tintes artificiales que consiguen fijar el color negro en la ropa, esta tonalidad se populariza. No solo los hombres de negocios lo utilizan para sus trajes, sino que también salta a los uniformes del personal de servicio.
En la actualidad encontrar un armario sin una prenda negra es aún más difícil que localizar una aguja en un pajar. Símbolo de elegancia y distinción, es un tono que nunca pasa de moda. Un color atemporal apto para todas las edades y que además estiliza la figura. No hay otro igual. Un color que inventó España para todo el mundo.
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