Todos están ahí fuera. Y la mayoría llevan usándose siglos. Te ahorramos el trabajo de salir al campo a buscarlos seleccionando -con la ayuda de Carole Sánchez, de Green for Chic– unos cuantos productos que los incluyen en su fórmula. Naturaleza sabia para chicas listas.
LA ARCILLA
Lo de embadurnarse con tierra es casi tan antiguo como el propio hombre. La arcilla puede parecer modesta, pero pasaríamos horas enumerando sus virtudes y aplicaciones. Protege la piel de los microbios, absorbe el exceso de sebo, regenera las células y cicatriza las heridas. “Es un clásico entre los productos naturales, purifica la piel en profundidad”, nos cuenta Carole. “Contiene muchos minerales y oligoelementos. Por un lado absorbe lo que la piel quiere eliminar y, por otro, la nutre”.
Existen varios tipos de arcilla, pero las más utilizadas en cosmética son la blanca, que aporta suavidad y calma la piel, y la verde, ideal para pieles mixtas gracias a su gran poder de absorción. La roja es perfecta para reequilibrar las pieles normales y la rosa es la que mejor toleran las pieles más sensibles.
LAS ALGAS
“En cosmética las algas se utilizan como agente activo o para dar textura a las cremas”, explica Carole. La composición de las algas tiene propiedades de todo tipo: tonificantes, hidratantes, suavizantes, depurativas, drenantes… O lo que es lo mismo, una piel elástica, jugosa, con buen tono y sin flacidez. Como la de la Sirenita antes de que le vinieran a dar la tabarra.
EL ACEITE DE YLANG YLANG
Con un nombre casi de pianista, el ylang-ylang es un árbol originario de Madagascar de cuya flor se extrae un aceite de aroma dulce muy utilizado en cosmética y perfumería. Según Carole, “es perfecto para tratar el cabello, ayuda a prevenir su pérdida y mejora el cuello cabelludo descamado. Aplicado en la piel, sirve para reducir las inflamaciones, tratar el acné y las manchas, estimula el crecimiento celular, relaja los músculos y suaviza las arrugas”.
LA MANTECA DE KARITÉ
Otro ingrediente milenario para cuidar la piel. El árbol de karité crece en las sabanas del oeste africano y es rico en ácidos grasos y vitaminas A, E y F. Su manteca es uno de los productos naturales más utilizados en cosmética, con un montón de beneficios nutrientes, suavizantes y reparadores. Es un todoterreno: lo mismo vale para cuidar la piel seca que para reducir inflamaciones, cicatrizar heridas, mejorar la microcirculación o hidratar el pelo. Un consejo de Carole: “busca siempre mantecas de karité orgánicas, cuanto menos refinadas, mejor”.
LA ROSA DAMASCENA
Las civilizaciones más finolis de la antigüedad — griegos, romanos y egipcios — introdujeron las rosas en el tocador. De todas ellas, la rosa Damascena o rosa de Alejandría “proporciona uno de los aceites esenciales más valiosos”, nos comenta Carole. “Es caro porque necesitas casi 4000 kilos de pétalos para producir un litro de aceite”. A cambio, es uno de los más generosos en principios activos, unos 500. Su uso contribuye a regenerar las células y luchar contra el envejecimiento. También hidrata, nutre, reafirma, desinflama, cicatriza, es antibacteriano…
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