Últimamente en las presentaciones de nuevos productos para la prensa escuchamos el acrónimo resultante de unir los adjetivos ingleses “naturally” y “happy”. Es decir, natural al tiempo que feliz. El punto de partida no es otro que estar “healthy”. Un anglicismo que significa saludable y que desde hace tiempo forma parte de la lista de los habituales.
No descubro nada nuevo si digo que los cuidados traen su recompensa. En el caso que nos ocupa, me refiero a los capilares. Estamos en un momento en el que toda materia prima derivada del petróleo no cuenta con una calurosa bienvenida. Todo lo contrario. La nueva sensibilidad consumista fomenta el aumento de productos muy respetuosos con el medio ambiente. Los ingredientes han de ser cada vez más naturales y los envases también tienen que demostrar una protección del planeta. Pero las marcas tienen además otros retos como la gestión de los residuos y la temida huella de carbono.
Casi un 50% de las mujeres preferimos productos sin sulfatos ni siliconas. Para dar respuesta a las distintas necesidades, en la actualidad hay 250.000 plantas inventariadas, según el laboratorio dermocosmético francés Pierre Fabre. Éste cuenta con la colección privada más importante del mundo que contempla 15.000 muestras, una extensa flora de sustancias regeneradoras, antioxidantes y dermo protectoras.
Todos los años esta empresa desarrolla entre 3 y 5 activos y extractos vegetales. Tras 8 años de investigación ha desarrollado- y patentado- una tecnología que permite extraer la savia de las plantas sin emplear ningún disolvente. Todo un hito. Además, el mantenimiento de las plantaciones de su centro de Bagnères de Bigorre se hace sin tratamientos químicos ni aditivos y respetando su ciclo natural.
Su última línea sin sulfatos ni siliconas es Absolue Kératine, una terapia capilar compuesta por champú, mascarilla y crema de belleza reparadora. Tres productos que reconstruyen la fibra del cabello gracias a los extractos de soja y de trigo. Su perfume es muy agradable gracias a las notas cítricas, peonía, violeta, almizcle y haba tonka. Se recomienda hacer esta cura durante un mes, dos veces al año.
La última firma en desembarcar en el mercado español es Lazartigue a pesar de que su primera línea elaborada con extractos botánicos puros data de 1976. Su fundador, el peluquero galo Jean-Francois Lazartigue, apuesta por consumir menos pero mejor. Y en esa filosofía es clave la experiencia de los sentidos. Para ello, sus productos cuentan con fragancias naturales desarrolladas por perfumistas de la región de Grasse. Y como a las consumidoras nos gusta que al utilizar un champú se forme espuma, en este caso es abundante y agradable gracias a sus tensoactivos provenientes del coco.
Sus envases, de plástico, vidrio y cartón son 100% reciclados, reciclables y biodegradables. El papel de las instrucciones de uso y la composición desaparece y toda esa información está impresa en tinta vegetal en el interior del embalaje.
Cuenta con distintos tratamientos: caída del cabello, cabello graso, para todo tipo de cuero cabelludo, para el que tiene caspa o el que es sensible e irritado. Pero uno de sus productos más vendidos es el aceite para todos los tipos de cabello. Con aceites de argán, albaricoque, camelia y geranio egipcio es ideal para utilizar como prechampú para nutrir y suavizar el cabello seco, o para aplicar antes del cepillado (desenreda), o para después (aporta brillo) y como mascarilla de noche para una reparación en profundidad de los cabellos más secos y dañados.
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