Son muchas las exigencias que le pedimos a un cosmético para que nos resulte «perfecto» y es casi seguro que, si lo encontramos, comparta definición con algún otro. Hay una oferta tan vasta en el mercado, tanto de cremas de cuidado facial como de maquillaje, que la tarea es harto complicada. No obstante, cuando encuentras ese producto que te encaja a la perfección la sorpresa y la satisfacción son mayúsculas. Algo así me ha pasado a mí con dos lápices de ojos de color negro que, por varios motivos, son mis favoritos.
En primer lugar diré que, si bien soy constante con mi (sencilla) rutina de cuidado facial, no me maquillo con asiduidad. Digamos que cumplo con lo básico para verme «bien» y eso pasa por añadir un poco de negro en los ojos, normalmente con máscara de pestañas y la socorrida «raya negra» que aplico con lápiz o eyeliner. Este último me ha resultado siempre más fácil. Me gustan los de pincel rígido y nunca he sido exigente para las marcas. Pero los lápices de ojos de color negro siempre han sido otro cantar.
Porque cuando los pruebas en la tienda todos pintan «bien» pero luego sobre el ojo… no sucede tanto. Unos se deshacen porque son muy blandos, otros no pintan bien y raspan, otros se rompen al sacarles punta… Total, que como decía al principio, tengo dos favoritos que, para mi gusto, pintan fenomenal. En primer lugar me gustan porque ambos son de un color negro, negro, no ese gris oscuro que tienes que repasar cien veces para que quede bien. Y en segundo lugar, porque son resistentes al paso de las horas y uno de ellos, al agua.
Uno es el Crayon Klôl de Clarins. Es un lápiz en formato «normal», de los que se le saca punta. En un extremo tiene la mina y en el otro un pincel aplicador que permite difuminar la línea para obtener un acabado tipo sombra sin ninguna dificultad. Llevo usándolo años y dura un montón. Su precio es de 24 euros.
Y el otro que he descubierto más recientemente y me ha enamorado es el 524 Le Crayon Yeux Infini Waterproof de Maria Galland. Me sorprendió desde el primer momento lo bien que corre el lápiz, lo bien que pinta y lo preciso que es. En este caso es un lápiz retráctil con esponja difuminadora y sacapuntas integrado. Vamos, un tres en uno perfecto para llevar a cualquier sitio que ya tiene un hueco perenne en mi neceser. Cuesta 19 euros.
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