Tal día como hoy de hace 13 años se casaban un joven príncipe William y su prometida, Kate Middleton. Ella había cumplido los 28 años y a él le quedaban menos de dos meses para hacerlo. Ambos se habían conocido diez años antes, en 2001, mientras estudiaban en la universidad de St. Andrews, en Escocia. Tras un par de paréntesis en su relación, ambos se comprometieron en noviembre del año 2010 dando el pistoletazo de salida a los preparativos de un evento único. De hecho, muchos recuerdan la boda de Kate Middleton y el príncipe William pero seguro desconocen las siguientes curiosidades y anécdotas…
La boda del príncipe William y Kate Middleton fue histórica y el lugar de la celebración no podía ser menos. El enlace tuvo lugar en la Abadía de Westminster, adonde volvieron los protagonistas diez años después -ella vestida de blanco- para conmemorar a las víctimas del coronavirus. La ceremonia fue oficiada por el entonces obispo de Londres, Richard Chartres.
Como no podía ser de otra manera, la convocatoria fue de altura. El número de invitados al enlace ascendió a 1.900 entre los que hubo personajes de la realeza europea, artistas y celebrities de todo tipo. Algunos de los más recordados fueron David y una embarazadísima Victoria Beckham; o Elton John, entre otros.
El padrino del príncipe William fue su hermano, el príncipe Harry, que por aquel entonces aún no conocía a Meghan Markle. Los dos llegaron a la abadía desde Clarence House luciendo sus uniformes militares. El novio estaba impecable con el de oficial de la Guardia Irlandesa aunque, según desveló su hermano en su libro de memorias años después, «apestaba a ron». Por su parte, Kate Middleton llegó desde el Hotel Goring acompañada de su padre, Michael Middleton. Sin embargo, quien fue especialmente recordada fue su entonces desconocida hermana, Pippa, deslumbrante con un vestido blanco de raso.
Kate Middleton no quería llamar demasiado la atención de camino a su boda y en lugar de un carruaje decidió llegar en un coche «normal». Lo hizo en un Rolls Royce Phantom VI negro y granate de 1977 en el que Carlos y Camilla habían sido atacados por unos manifestantes meses antes. Sin embargo, ella y su ya marido recorrieron las calles de Londres como recién casados en el histórico carruaje State Landau de 1902. El mismo que usaron Carlos y Diana para hacer el mismo trayecto 30 años antes.
Uno de los secretos mejor guardados antes de la boda fue el vestido de Kate Middleton. Un diseño hecho en exclusiva para ella por Sarah Burton, directora creativa de Alexander McQueen hasta hace bien poco. Un vestido de color blanco marfil con corpiño de escote corazón, sobre el que se cosió un cuerpo de manga larga de encaje y escote en pico que dio lugar a una impresionante falda que iba ganando volumen desde la cintura hasta los pies. Lució también una larga cola de tres metros con detalles florales. El conjunto se valoró años después en unas 250.000 libras, una auténtica fortuna.
Kate Middleton se empeñó en organizar ella misma todos los detalles de su boda, algo que le generó un profundo estrés. No solo se impuso a la prensa evitando las filtraciones sino que también desoyó las recomendaciones de la propia reina Isabel II sobre cómo debía ser su peinado. Así, fue la primera novia real en llevar el pelo suelto tras siglos de moños y recogidos.
La impresionante novia aliñó su vestido con varias joyas que han pasado a la posteridad. En el pelo lució la tiara Cartier, una diadema que el rey Jorge VI regaló a la reina madre y heredó Isabel II al cumplir 18 años. En las orejas llevó unos pendientes de diamantes creados en exclusiva para ella por la joyería Robinson Pelham y que le regalaron sus padres. Con un colgante inspirado en el escudo de su familia, tenían hojas de roble y bellotas.
Todo el mundo tiene muy presente que el anillo de compromiso de Kate Middleton, que luce con asiduidad, es el que el príncipe Carlos le regaló a Diana Spencer antes de casarse con ella. Una pieza con un gran zafiro azul rodeado de diamantes que ya es histórica. Sin embargo, su alianza de boda es más desconocida y también esconde una anécdota relacionada con la boda. Se trata de una alianza sencilla elaborada por la joyería Wartski a partir de una pepita de oro de la mina Clogau St David en Bontddu, al norte de Gales. La propia Kate la que mandó ajustar días antes del enlace porque se le caía del dedo. Quizás por eso no encajó a la primera cuando el príncipe William se la puso en el enlace.
Otra de las anécdotas o curiosidades de la boda de Kate Middleton y el príncipe William la protagonizó ella misma, cambiando los votos matrimoniales en el último momento. Prometió amar, honrar y proteger a su marido, pero no obedecerlo. Algo que también hizo su suegra, Diana de Gales, en la boda con el príncipe Carlos; y que posteriormente haría su cuñada, Meghan Markle, en su boda con el príncipe Harry.
Otra de las curiosidades más recordadas de la boda de Kate Middleton y el príncipe William fue el famoso beso del balcón. Los recién casados se dieron un beso en los labios a petición de todos los entusiastas que salieron a las calles de Londres para seguir su boda. Pero tras éste hubo otro instado por el propio príncipe, que le dijo a su ya esposa: «¿Nos damos otro beso?» a lo que ella contestó que sí.
Desde luego que el vestido más recordado de Kate Middleton fue el que utilizó para casarse con el príncipe William pero, como el resto de royals y celebs, también tuvo un segundo vestido. De color blanco y diseñado por Sarah Burton, el vestido de escote palabra de honor se ceñía a la cintura y lucía una gran falda lisa. Como único detalle lo acompañó de un cinturón ancho de pedrería y una chaqueta corta tipo bolero, de angora. Por su parte, el novio también cambió su uniforme militar por un impecable smoking negro con pajarita.
Fiona Cairns fue la encargada de elaborar la tarta nupcial con la que los novios brindaron tras el convite celebrado en el Palacio de Buckingham. Un gran postre de boda encargado personalmente por la propia Kate Middleton y que también protagonizó una de las curiosidades del día. No solo tenía el mismo color que el vestido de novia sino también un gran tamaño. De hecho viajó hasta el palacio en 40 cajas distribuidas en varias furgonetas. Una vez en Buckingham, varios trabajadores del palacio desmontaron una puerta para que la gigantesca tarta pudiera pasar sin estropearse.
Diez días después del enlace, los recién casados pusieron rumbo a North Island, un paradisíaco destino en las islas Seychelles.
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