Un curioso dietario que perteneció a la tatarabuela de la princesa Diana acaba de ponerse a la venta a través de una subasta pública. Se trata de un objeto que Adelaide Horatia Elizabeth Seymour (1825-1877) utilizaba con asiduidad cuando tenía 19 años. La joven usaba este diario para anotar los bailes, banquetes y reuniones a los que acudía en la Londres de la época victoriana.
A juzgar por las anotaciones, la tatarabuela de la princesa Diana era una asidua de los mismos. Su juventud y posición social la hacía propensa a buscar marido en los principales eventos sociales de la ciudad en las primaveras de 1844 y 1845. Algo que dejó anotado además en este peculiar diario.
En el mismo, la joven tatarabuela de Lady Di anotaba los bailes a los que era invitada, quién los organizaba y los nombres de aquellos galantes invitados que la sacaron a bailar. Según sus propias anotaciones, llegó a bailar incluso con el príncipe Eduardo. La joven Adelaide procedía de una familia aristócrata y era descendiente directa de Jane Seymour, la tercera esposa de Enrique VIII.
Sus padres eran el coronel Sir Horace Beauchamp Seymour y Elizabeth Malet Palk. A pesar de su activa vida social, la tatarabuela de la princesa Diana aún tardó diez años en casarse con el vicealmirante Frederick Spencer, el cuarto conde Spencer. Su bisnieto, John Spencer, octavo conde Spencer, fue el padre de la princesa Diana.
El documento ha llegado a nuestros días tras pasar por las manos de varios coleccionistas. El último ha sido Peter Hone, que lo adquirió hace 40 años junto a otro lote de libros. Desde entonces, ha estado guardado en su casa. Curiosamente, hasta que no decidió vender buena parte de sus objetos personales, Hone no ha descubierto la aristócrata procedencia del mismo.
El diario será subastado por Lay’s Auctioneers, que ha establecido un precio máximo estimado de unas 400 libras. Una de las responsables de la casa de subastas, Mimi Connell Lay, estudió la procedencia del diario y fue la que identificó a su autora.
«Nunca antes había visto algo así. Es un registro encantador y fascinante de todas las fiestas a las que asistió y los bailes que realizó. Y, por supuesto, las parejas con las que bailó». Connell Lay afirma también que debió ser una mujer «muy atractiva, a juzgar por todos los hombres distinguidos que la invitaron a bailar».
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